Antonio Illán Illán

Nada hay más sano que la risa

«Clásicos Cómicos», de Teatro Corsario

ANTONIO ILLÁN ILLÁN

Título: Clásicos Cómicos (cinco entremeses). Compañía : Teatro Corsario. Dirección: Jesús Peña. Intérpretes: Luis Miguel García, Carlos Pinedo, Blanca Izquierdo, Anahí van der Blick, Julio Lázaro, Borja Semprún y Teresa Lázaro. Escenografía : Teatro Corsario y Alicia Soto. Vestuario: Lupe Estévez. Iluminación: Javier Martín del Río. Música: Juan Carlos Martín. Coreografía: Fuensanta Morales.

Teatro Corsario es uno de los grupos clásicos en el panorama del teatro español ; son más de treinta años de experiencia, en los que han levantado el telón muchas veces con propuestas muy diversas, pero donde siempre han tenido un hueco las obras clásicas de nuestra literatura dramática.

El saber, la experiencia y la profesionalidad de Teatro Corsario hacen que parezca fácil su juego escénico, en el que integran, en los entremeses burlescos que han representado en el Teatro de Rojas, palabra y movimiento, música y danza y donde juegan con el gesto, con la voz y con la chanza sin caer en lo grotesco. La propuesta de «Clásicos cómicos» es la de relajar, entretener, desdramatizar, hacer sonreír y, en último término, llevar al público un rato de felicidad. Creo que lo consiguen.

«Clásicos cómicos» es la puesta en escena de cinco entremeses, que tienen unidad interpretativa cada uno, pero están muy bien ligados con unas loas excelentemente compuestas. Estos entremeses del Siglo de Oro son: Los locos, anónimo; El niño de la rollona , de Francisco de Avellaneda, Guárdeme las espaldas , de Pedro Calderón de la Barca, Los muertos vivos, de Luis Quiñones de Benavente , y Los toros de Alcalá , de Juan de la Hoz y Mota. Es lo que tienen los entremeses bien llevados y bien trabajados, como los lleva y los trabaja Teatro Corsario, que son piezas breves que ya vienen escritas con un lenguaje claro, eficaz y más libre y popular que el que nos tiene acostumbrado la comedia, y que tocan con gracia y humor todo tipo de personajes y situaciones. Se hace en estas obrillas un retrato realista de la sociedad que va de la burla a la sátira y, a veces, dejan caer algún cierto tono moralizador.

No es cuestión de contar los personajes y acciones de las cinco piezas que ha elegido el grupo Corsario para su espectáculo, pero sí han compuesto un puzle con abundantes elementos, entre los que encontramos esposas desquiciadas, amantes intrépidos, maridos burlados, toreros y pícaros, viudos y galanes, sacristanes y curas…

De estas cinco obrillas es destacable El niño de la rollona   de Francisco de Avellaneda . Dedico unas líneas a este excelente entremés, que trata el tema tradicional del casamiento desigual y la salida a escena de esos niños grandes y torpones, como ha quedado en el refrán antiguo, ya documentado por Correas, «el hijo de la rollona o niño de la rollona, que tiene siete años y mama aun ahora». El autor tuvo la sabiduría de concentrar y acumular en un texto tan breve recursos, figuras, situaciones y motivos extraordinarios; la boda burlesca, desigual, por supuesto, es un compendio de situaciones; la descripción de la dote de Quiteria, repleta de objetos inservibles y absurdos, es de una teatralidad asombrosa; el viudo recompuesto y el padrino son verdaderos elementos para ridiculizar, y el remate final, con el toque grotesco de la pieza, es la pareja carnavalesca formada por el niño y su rollona, que redondean la situación burlesca; el humor lo invade todo y el público se ríe con cara de contento. Es evidente que la compañía, el texto y el buen hacer de todo el equipo consiguen su objetivo: divertir.

Para la representación del conjunto de entremeses se ha utilizado una sencilla y funcional escenografía y un escenario prácticamente vacío en el que los actores y actrices se mueven con desparpajo muy bien estudiado. Destacar la calidad interpretativa de alguno sería hacer injusticia con los demás; todos están espléndidos en un trabajo que les obliga a desdoblarse continuamente; solo citando los diversos papeles que representa cada uno, nos hacemos una idea del encaje de bolillos, la artesanía, que hay detrás, y de la minuciosa labor de encajero que ha tenido que hacer Jesús Peña en la dirección. Señalo en los paréntesis los personajes que representa cada artista: Luis Miguel García (Juan Rana, Niño de la rollona, Lorenzo y Cura), Carlos Pinedo (sacristán, criado, valiente, galán y torero), Blanca Izquierdo (loca, Cordelia, galán, hermana y Catula), Anahí van der Blick (Quiteria, Isabel, Inés, música y preñada), Julio Lázaro (loquero, padrino, vejete, Sánchez y guapo borracho), Borja Semprún (loco, Garullo, galán, músico y vejete Maladros) y Teresa Lázaro (loca, ama, galán, Ana y ciega).

Teatro Corsario nos ha enseñado una vez más que el buen hacer teatral no se improvisa y lo han puesto de manifiesto con esta lúdica puesta en escena de cinco entremeses del Siglo de Oro que han encantado al público que ha asistido a la función.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación