Ana María Ángel Esteban
Cómo influye la inteligencia en las relaciones de pareja
«Los muy inteligentes no paran de racionalizar», afirma la psicóloga clínica y sexóloga
![Ana María Ángel Esteban: Cómo influye la inteligencia en las relaciones de pareja](https://s2.abcstatics.com/media/espana/2022/04/13/pareja-U30861160104K1H--1248x698@abc.jpg)
No es oro todo lo que reluce, aunque académicamente uno sea brillante o, por lo menos, tenga la capacidad (inteligencia intelectual) para poder serlo.
Suele asociarse el concepto de 'inteligente' con una persona muy dotada, capaz, hábil, lista, educada, culta… Un sin fin de cualidades y capacidades que no tienen que ver con esa inteligencia a la que los psicólogos le ponemos cifra y cuantificamos a través de un C.I. (cociente o más conocido como coeficiente intelectual). Este C.I. es un test que mide las capacidades cognitivas en rangos de edad, y les da un valor numérico que está en torno al 100 como normalidad.
Una curiosidad sobre la inteligencia (inteligencia académica que es de la que por ahora estamos hablando): se hereda en un 80% y el resto se desarrolla con la estimulación. Esto significa que, si alguien es bastante o muy inteligente, uno de sus dos padres, o los dos, también lo es. Y no es más inteligente quien tiene una carrera , como también se da por hecho muchas veces; sólo significa que ha tenido y tiene la capacidad para hacerla y/o el tesón. Éste es el otro complemento, capacidad, para quienes les cuesta más académicamente, pero tienen la voluntad imperiosa de «hacer» lo que se han propuesto.
Dicho esto, no son más exitosas las personas inteligentes en todas las áreas de su vida -ni siquiera en la profesional-, si no acompañan esta capacidad de otras capacidades y habilidades emocionales en muchas situaciones. La cosa cojea, qué pena. El éxito no se circunscribe esencialmente al ámbito académico.
Bueno, alguien que trabaja con un ordenador , por ejemplo, y sin compañeros sí puede ser muy exitoso debido a su capacidad intelectual. Y si a esa misma persona la ponemos a trabajar con personas, puede encontrarse con todo tipo de dificultades a nivel social.
Avanzando en el plano de los afectos y por supuesto en relaciones de pareja, podemos encontrarnos con egoístas o narcisistas. Estas características de personalidad están asociadas muchas veces a personas muy inteligentes (pero con autoestima muy baja) y todo tipo de incapacidades que hacen imposible la convivencia, el equilibrio y la simbiosis, en cuanto a no saber discernir al amor por uno mismo y por el otro, el respeto, dar, recibir,...
Insisto en que la inteligencia académica sirve, sobre todo, para tener una formación académica y, por tanto profesional, con mayor o menor facilidad. Esa capacidad para captar, interiorizar y relacionar conceptos nos va a 'llenar de información', nos va a dar más posibilidad de obtener los mejores puestos por puntuaciones en oposiciones, en exámenes de selección. Pero que , si a nivel emocional no tenemos también cierta capacidad o habilidad, todo se quedará en una capacidad para nosotros mismos.
Hablando ya del aspecto emocional -el que prima en la vida y en las relaciones con los otros y en el amor-, sí es cierto que un nivel de inteligencia nos atrae y conquista de entrada, además del sentido del humor y del aspecto físico. Dependiendo de nuestro nivel de inteligencia, así estará también el grado de exigencia en inteligencia del otro.
Nos gusta tener ciertas conversaciones que dependen de ese nivel de inteligencia y no del nivel cultural, que es otra cosa. Intercambiar puntos de vista, racionalizar o interpretar es genial, une y 'pone', auqnue otras veces crea conflictos si no se sabe medir la temperatura y relativizar la importancia del momento. Ahí está esa otra capacidad, la inteligencia emocional y no sólo la racional, que suaviza o empeora esa interacción.
Pero mucha inteligencia 'espanta' y nos repele a nivel afectivo muchas veces, si sentimos inconscientemente una distancia no solo intelectual, sino también personal. Es esa incomodidad que se percibe sin saber por qué la que nos advierte de algo que no conviene a nivel de pareja, por ejemplo. Nos advierte, y ya os lo advierto, de conflictos, malestares y hasta de posibles relaciones tóxicas.
¿Cuál es el problema de los muy inteligentes en las relaciones de pareja? Muy sencillo: no paran de racionalizar. No paran de sacar sus propias conclusiones sobre los comportamientos de los demás. No paran de juzgar y de 'pensar' de si esto es por tal o cual. Y lo peor es que lo dan por hecho; no le suelen aplicar una duda que abra un mínimo espacio a revertir ese estado de malestar propio y que, por supuesto, mina a la pareja.
Se sienten en peligro, atacados y dan por hecho que menos queridos y con razones, subjetivas, para desconfiar. Y con soberbia, muchas veces, que les hace mantenerse en esa posición o castigar de mil formas (las más insospechadas e inimaginables ) a su pareja ¡Qué lejos de la realidad!
Las reacciones de la otra persona es hartazgo, impotencia, la necesidad de demostrarles que se equivocan, la necesidad de demostrar continuamente todo, que los quieren. Y, aunque así sea, ellos siguen anclados en su razón, en su silencio misterioso que aleja al otro. Y, cuando consiguen en el otro eso, que se aleje por dolor o que también se silencie por impotencia, lo interpretan como un nuevo signo de amenaza o de confirmación de lo que erróneamente ya pensaban.
Cuántas posibles parejas no siguen o se tuercen por esta razón tan irracional, y nunca mejor dicho. Cuántas se rompen por cuestiones y por las exclusivas 'razones de los muy inteligentes'.
Están tan acostumbrados a aplicar la razón a todo que no se dan cuenta y, sobre todo, no saben que las emociones no se pueden racionalizar. Que las 'razones' de los demás para actuar, decir, hacer, o no hacer, no son las suyas (a las que casi siempre les aplican universalidad; es decir, deben ser esas y no otras, las de los otros). Y no por eso son peores o menos válidas.
Tienen pensamiento rígido y, a menudo, es necesario un tratamiento psicológico, entrenamiento en habilidades sociales y en habilidades de comunicación. Suelen ser personas ansiosas y desconfiadas que necesitan controlar situaciones y emociones, las suyas y las de los demás, porque, si no se sienten en constante peligro, actuarán en consecuencia, con indiferencia o a la defensiva verbal y emocionalmente.
Lo más importante como siempre es la comunicación , la que resolverá si hay interés y amor, lo que sea.
Y repito que es objetivamente necesario, en las personas muy inteligentes, la visita al psicólogo; no por patológicos, sino por desentrenados o poco habituados y poco adaptados a las emociones que con tanto peso influyen en nuestras vidas de afectos con los demás. Unos afectos a veces tan incomprendidos, irracionales pero reales al sentirlos.
Dejemos de aplicar razones a los que sentimos y seamos más espontáneos en lo que deseamos, sobre todo en el amor cuando está siendo interferido por algún 'tengo qué' . Esto demuestra que, nuevamente, la razón nos domina. Y o porque nos dejemos llevar por lo que sentimos vamos a ser más susceptibles, más vulnerables o menos inteligentes.
Psicóloga Clínica y Forense
Sexóloga
615224680