Juan José Fernández Delgado

Por la senda de los cinco arquitectos, cinco, y el ilustrado panel explicativo ¡robado!

«Este caminito que aquí vemos atraviesa, como tal cosa, un yacimiento arqueológico catalogado BIC»

POR JUAN JOSÉ FERNÁNDEZ DELGADO

Es muy posible que fuera a finales del verano del año pasado cuando me uní a una abultada excursión organizada por la Asociación Cultural «Montes de Toledo» o por «Urbs regia», cuyo plato principal era ver la senda que habían hecho muy recientemente en medio del yacimiento arqueológico de Vega Baja cinco arquitectos, cinco, como si no hubiera otros lugares en los alrededores de Toledo sin herir el patrimonio cultural. Porque está archidemostrado y desde hace muchos años que esos extensos llanos estuvieron habitados por la vida diaria e intrahistórica de los visigodos , y también por parte de su burocracia, y hasta la avenida de Barber y Correos, por otros pueblos y culturas.

Y al fin de la calurosa caminata, llegamos al inicio –o final- del caminillo que San Pedro el Verde detiene, justamente, ante la puerta principal de la antigua e ilustre Fábrica de Armas, guardado por una sólida valla que circunda el recinto. No obstante, apuntaron los entendidos, el caminillo tiene las aviesas intenciones de traspasar la calzada en el momento menos pensado , de apabullar esa casita sencilla que tiene enfrente y enseñar la mierda que el querido y dolorido Tajo ya ni puede arrastrar. Y allí explicaron que los árboles que alinean la senda – Morus Alba-, vamos, moreras de toda la vida, no son toledanos ni aborígenes de España, sino traídos de lejanas tierras que ha costado más de riñón y medio cada uno. «No, no señor, no los había ni equivalentes en viveros patrios», aseguró uno de Totanés.

-Para que nada se lleve el diablo –dice el elocuente guía-, los 61 ejemplares, alineados en un costado del caminillo cada seis metros , más su plantación, entutorado, estructura de riego, alcorques y algunas cosillas más, han costado el montante de 56.798, 95 euritos. ¿A cómo sale cada arbolito?

-Este caminito que aquí vemos –continúa el docto guía- atraviesa, como tal cosa, un yacimiento arqueológico catalogado BIC, la máxima calificación de protección existente en España, con categoría de Zona Arqueológica. Claro está que trazar un camino en terreno BIC debería realizarse con criterios rigurosamente científicos para preservar y proteger los restos arqueológicos. Pero aquí esos criterios han brillado por su ausencia, y no hay tampoco un plan de yacimiento que se ha de proteger. De manera que si hubiera necesidad de hacer esta senda que, según declaraciones recientes en la prensa de un concejal, era innecesaria –aclara el sabio cicerone-, habría que contar antes con un proyecto de yacimiento y, después, el proyecto de trazado, que debe velar, como si de oro en paño se tratara, por la integridad de los restos arqueológicos . Pero, amigos míos, aquí ha ocurrido lo contrario: el mundo al revés. ¿Quién decía eso, amigo Juanjo? ¿Quevedo? Sí, sí. Primero, la ocurrencia del trazado camineril; luego, se ha buscado quien lo respalde: el vecindario, que ni ha sido consultado, y los usuarios –los estudiantes-, que vienen, en su mayor parte, en coche. Es verdad que si hay camino, algunos decidirán venir andando. Se pensó también en los ejecutantes –el ejecuntante-, un gabinete de arquitectura. Por último, fueron valorados los efectos patrimoniales y medioambientales.

-Atraviesa el camino –como decía al principio- un yacimiento arqueológico de enorme importancia, y para acallar conciencias comprometidas con el patrimonio cultural, y con nuestra ciudad ¡tan maltratada por los políticos!, dejan una especie de ventanucos para ver algunos restos , con lo que pretenden dar a entender que a lo largo de la senda no existen más…

-¿Y la valla? ¿Por dónde salgo si…? –preguntó un lugareño de Ajofrín.

-La valla tiene una explicación que pone en evidencia que no existía ninguna planificación, ningún proyecto planificado. Porque l a valla la mandó poner la Consejería de Cultura cuando ya estaba terminada la senda , cuando lo lógico es que lo hubiera exigido antes de iniciar la obra para proteger el yacimiento. Y la colocación de la valla, como Dios manda, ha supuesto un pingüe coste añadido al presupuesto inicial. Además, el primer proyecto camineril está sin terminar, ¡menos mal!, porque a mitad de senda, surgió la idea de construir un cuartel de la Guardia Civil en estos aledaños, pero en el mismo yacimiento, y esa felicísima idea paralizó la ingente obra que vemos.

-Como veis –continuó-, la senda divide en dos el espacio arqueológico…

-Claro, divide y vencerás –dijo Salva-. De aquí para allá construyes tú y para acá, yo.

-Además, la senda dificultará en el futuro la comprensión de todo el espacio arqueológico, como lo impide ya el edificio de la Consejería de Fomento, y los dos bloques de ampliación del barrio de Santa Teresa, ¡de los cuatro previstos!, que ahí se mofan. En fin, y como la senda se ejecuta sin obedecer a proyecto global alguno , no se puede saber si se ha ejecutado en el lugar más idóneo. Esto es lo esencial que hay que saber sobre esta senda, a todas luces innecesaria y trazada a tontas y a locas, aparentemente, en este lugar, pues podían haberla hecho diez o quince metros más arriba o más abajo…

-¿Por qué has dicho que la senda está trazada, aparentemente…? Pregunta un desconocido de Gamonoso.

-Porque la última intención es continuar el camino, salvando esta calzada de San Pedro el Verde y la casa de enfrente, hasta el Tajo, con el insidioso argumento de llevar la ciudad –llevar Toledo- al Tajo, a su río. Bien, creo que con estas explicaciones y la leyenda de este ilustrado cartel, sabremos lo esencial. Yo, por mi parte, me callo ya. Vamos al panel, donde se recogen los nombres de los cinco arquitectos, cinco, y el coste de la monumental senda.

-¿Y dices qué cinco arquitectos se han dejado aquí los sesos para hacer esta birria…? Y si tienen que hacer la catedral, ¿cuántos arquitectos necesitarían? –pregunta una excursionista de Ventas con Peña Aguilera mirándome.

-No sé, no sé. Yo soy de letras –respondo como Pilatos.

-Si te conozco, Juanjo. Has dado clase a mi hija y he leído tu última novela. Muy toledana.

En efecto, el panel es muy aparente, tanto que se muestra orgulloso de sus muy precisas explicaciones. Montante total: 421.131,10 euritos , que entre cinco arquitectos, cinco...

-¡Hombre!, habrá que descontar el monto del material y otros gastos –objeto yo.

******************

-Y ahora esta crónica veraniega, cuando el verano del año pasado… ¿A qué viene ahora…? –pregunta Lastre sin terminar de preguntar.

-Viene a colación, Lastre, porque «he vuelto a pasar por aquel camino verde/ que por La Vega se pierde…» y el susodicho e ilustrado panel informativo ha desaparecido (Lázaro, el de Tormes, diría que ha volado al cielo, como la caridad), por lo que me apresuro a denunciar semejante fechoría, con el deseo de que nuestras autoridades den con el autor del hurto lo antes posible y lo enchironen. Y si no fuera posible, es muy, muy de desear que el Excmo. Ayuntamiento lo restituya inmediatamente, por su puntual información. La ciudadanía lo agradecerá. Y mientras doy cuenta de este latrocinio, me llega el farragoso artículo «Toledo impura, Unesco y el maestro ciruela», escrito, precisísimanente, por uno de los cinco arquitectos, cinco, de la senda camineril, a quien no conozco, pero saludo muy afectuosamente.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación