José Ramiro Viso

Nieblas, paciencia y soles vencidos

La niebla acompaña a la ciudad de Toledo durante el mes de Febrero

La ciudad de Toledo escondida bajo una espesa niebla

JOSÉ RAMIRO VISO

Otro día más de niebla. Y son muchos ya en este mes de Febrero. Toledo, un Lázaro en duermevela en su enésimo día de penumbra, esperando un Sol Invictus que lo sacuda, lo desvele y, si tiene a bien, lo resucite. Pero el sol de Febrero, más que invictus , se muestra derrotado y vencido, al menos en el hemisferio norte y en la meseta castellana. Es un sol de siestas largas, que a veces le ocupan el día entero, y otras apenas le dan para levantarse a última hora, vagabundear un poco por las colinas, encenderse una hoguera y volverse a dormir. Sin embargo, aun desganado y vencido por su febreridad adolescente, quizás el sol de hoy se decida a acortar su siesta lánguida e indolente y descorra las cortinas de niebla, aparentemente más ligeras y gráciles que en días previos, con un manotazo decidido y valiente.

A Toledo le va la niebla como anillo al dedo pero los toledanos no andan sobrados de paciencia cuando la luz no es tan rotunda y meridiana. Ni las farmacias más reputadas del casco ni las más afamadas de los arrabales tienen la fórmula magistral de la paciencia toledana. Quedan dosis pequeñas y entumecidas en algunos comercios. Pero pocas dosis y en pocos comercios. Siempre ha sido una mercancía de extraperlo por estos lares. La paciencia, digo. El toledano es envarado y seco, y estas calígines y humedades a destiempo le ponen de mal humor. El mundo sigue poseído por el coronavirus y quizás Toledo se ha vestido toda ella con una mascarilla fosca para recibir a los turistas, chinos o no, y les ha preparado unos vapores de retama y tomillo, que son la versión carpetana y visigoda del eucalipto. La enfermedad avanza como un fantasma diminuto y anónimo por puertos y aeropuertos, filtrándose entre los confiados y asediando a los recelosos, del bracete de turistas y hombres de negocios que hormiguean por el mundo. Toledo, como siempre, al acecho, suspicaz y precavida, envuelta en sus vapores, por si acaso.

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