Jesús Maroto - OPINIÓN
«No la entiendo»
«Es la poesía de hoy, la que no se entiende, y claro, yo soy un poeta de hoy y por eso inciden en el hoy como la palabra a tener más en cuenta de la frase»
«No entiendo la poesía, he leído y lo he intentado, pero la poesía de hoy no la entiendo». Con frecuencia tengo que escuchar esta especie de lamento cuando presento un libro o doy una lectura o, simplemente, sale el tema. No tengo, y debería, preparada una respuesta que fuera la misma para todos, suelen ser hombres, los que me vienen con la cantinela e incluso me ponen ejemplos de la poesía que sí entienden. Uno de los últimos me recitó, echando mano del teléfono móvil, un anónimo que decía más o menos así: Cada vez que pienso en ti / mis ojos rompen en llanto; / y muy triste me pregunto, / ¿por qué te quiero tanto? Y si, como decía, no tengo meditada una respuesta, es porque realmente no sé qué decir. Lo cual no significa que no me preocupe la cuestión. De ahí estas líneas.
Es la poesía de hoy, la que no se entiende, y claro, yo soy un poeta de hoy y por eso inciden en el hoy como la palabra a tener más en cuenta de la frase. Y es realmente desalentador, ya que diciéndotelo están cerrando el libro definitivamente. «Lo siento, pero he venido porque eres tú, pero no entiendo lo que quieres decir» . Y si eso ocurre conmigo que procuro ser claro e ir al grano como los pollos (es de Santiago Sastre ) que no pasará con otros más simbólicos o enigmáticos. ¿Y no será que lo que ocurre es que se lee poca poesía? Y que eso tiene que ver con la enseñanza. Dice una poeta de hoy, Elena Medel , cuyo primer libro fue traducido al inglés y al sueco: los planes de estudio no están para animar a la lectura y menos a la poesía. ¿Lo estuvieron alguna vez?, añado. En el ámbito universitario, lo digo por experiencia, la actitud hacia la poesía, la más habitual, es que es difícil y no se entiende. Y no hay que indagar mucho sobre el motivo, el origen de esa sensación es fruto del aburrimiento que provocaron las lecturas propuestas en la educación secundaria. En mi caso, me enseñaron a odiar Platero y Yo de Juan Ramón .
Ha dicho recientemente Manuel Vicent : l a cultura de un país siempre va a caballo de su hegemonía económica y política. Y en España ya me dirán qué se puede hacer si, por ejemplo, sólo hay unas cinco mil personas que leen. Recuerdo ahora que hace unos años cuando preparaba una antología sobre poesía joven alguien cercano al proyecto me dijo: tiene mucho mérito lo que estás haciendo porque ahora en este país leen poesía no más de trecientas personas . Posiblemente tenga que ver con el ritmo de vida que llevamos. Porque la poesía, como todo, requiere tiempo y puede que eso es algo que le falte a la sociedad de hoy que prefiere ocupar el poco tiempo que le sobra viendo la televisión, por ejemplo. Me gustaría saber si en estos meses que hemos pasado de confinamiento se ha leído más y mejor la poesía. Me temo que no. Aunque me gustaría equivocarme porque volviendo a Vicent: se habla del embrutecimiento de la plebe, pero se habla en términos injustos, porque más bien lo que habría que hacer seria ilustrar, culturalizar, educar a la ignorante clase política.
La poesía es la manipulación de la palabra como herramienta para expresar sentimientos y emociones con el objetivo de que sean compartidos por el lector. Como decía Octavio Paz: e l lector busca algo en la poesía y no es raro que lo encuentre porque ya lo llevaba dentro. Por lo tanto, para que se produzca esa comunión es necesaria una poesía llana, sincera, cercana, comprensible y entendible. Pero, por el contrario, sí es cierto -dice Villena - hay una poesía que quiere sondear oscuridades. Recorrer sendas herméticas. Sin que esto sea objeto de crítica ya que - continua Villena- hay poesía difícil, pésima, al igual que hay poesía entendible sin valor. Y libros fáciles o difíciles magníficos . Aunque volvemos a enfrentarnos con algo ya dicho, y en lo que insiste Gloria Bordons : ¿A cuántas personas conoce que leen poesía regularmente? Lamentablemente son pocos los que conocen la poesía más de vanguardia. A diferencia del arte contemporáneo del que nadie medianamente culto se atreve a decir que «no lo entiende», parece que la poesía cubista, futurista, dadaísta, etc. sea excesivamente complicada. Esto demuestra que en realidad hay un gran desconocimiento sobre la poesía actual que podría llegar a ser un género ideal para el convulso siglo XXI.
No obstante, levanto mi copa por la difícil sencillez que decía John Steinbeck . Los poetas de hoy que leo y conozco no escriben, para sí mismos o para eruditos. No escriben para demostrar su dominio del lenguaje. Escriben para ser leídos, entendidos y para compartir momentos de la vida que todos vivimos, ya que sólo ellos son capaces de ofrecer(nos) esa posibilidad de intercambio emocional. Y lo hacen, únicamente, con el buen uso de la palabra. No es cuestión de volver a incidir en lo poco, poquísimo, que se lee en España. Y es que somos como somos. El ocio ya sabemos en qué lo empleamos, mayoritariamente. A qué se deben si no los rebrotes en la pandemia que estamos sufriendo, y que nos vuelven a poner en serio peligro. Aquí la cultura sí que es tema de eruditos, principalmente. Revisando el ranking de premios nobeles por países los primeros cinco son: Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Francia y Suecia. Nosotros estamos en el vagón de cola con ocho premios. Francia tiene sesenta y nueve. Sin palabras. Pero bueno, no quiero ser yo como el catalán Joaquín Bartrina (lo cita Carmen Posadas , cuando escribe, recientemente, de las excelencias de nuestro toledano Puy du Fou) que dijo a mediados del XIX: Oyendo hablar a un hombre es fácil acertar donde nació. Si alaba Inglaterra será inglés, si habla mal de Prusia es un francés, y si habla mal de España, es español.
Y finalmente, vuelvo a citar al toledano Santiago Sastre, otro poeta de hoy, que en su último libro publicado manifiesta: Muchos piensan que la poesía es un rollo o aburrida, y difícil de entender. Con mi poesía intento que la gente se aficione a la poesía, que vea que puede ser clara, divertida y emocionante. La poesía nos ayuda a ver (porque muchas veces miramos sin ver, como decía Antonio Machado ) y nos agranda la mirada para ver más y mejor. ¡Y vaya si lo consigue! Como otros muchos entre los que me incluyo. Si no nos leen o lo hacen poco y mal, creo que ya he dado algunas pistas del porqué. Ah, y la próxima vez que me digan que no me entienden responderé: no te esfuerces, pero sigue viniendo a mis lecturas. Quizás insistiendo.