Jesús Maroto
La cerveza, los bares, la poesía
«bajen, los amantes de la poesía, al bar de la esquina con el libro bajo el brazo»
Creía yo que tras el estado de alarma (me) volverían a abrir el bar de la esquina. Pero no. La pandemia se lo llevó por delante y ahí está, triste y desolado como «un torero al otro lado del telón de acero». Y cito a Sabina porque acaba de llegar a las librerías, algo tristes también, el número 1.100 de la Colección Visor de Poesía que tiene por título el de estas líneas y en el cual se encuentra el recién casado -con su Rosa de Lima- cantautor jienense, en concreto su poema-canción 19 días y 500 noches, ya que el libro es una antología (180 poetas) que r ecorre la historia de la cerveza y los bares en la poesía.
Comienza diciendo su autor, Jesús García Sánchez , que durante siglos la poesía ha estado ligada a los estupefacientes en general y a los alcoholes más en particular, y entre ellos por supuesto que la cerveza ha sido compañera de viaje, desde los sumerios hasta nuestros días. La verdad es que el prólogo no tiene desperdicio y se convierte en ocasiones en un tratado sobre el estimulante líquido fabricado con cereales fermentados. Así me entero de que la cerveza fue un invento de las mujeres , y en Mesopotamia y Sumeria eran las únicas que podían llevar a cabo su comercialización y fabricación, incluso los dioses de las cervezas eran mujeres: Isis, Tenetit, Bast. O que el mismísimo Julio Cesar fue un gran degustador de cerveza e incluso se le atribuye la expresión «cervesariis feliciter». Y que en España tuvimos otro adicto, el Emperador Carlos V . Son sólo unos ejemplos. Pero el libro también va de bares y se lee lo siguiente: El bar, la cervecería en general, es una institución original de Gran Bretaña, revisada y aumentada por los americanos del Norte, que pronto se expandió de manera natural y copiosa por todas las grandes ciudades; barrios había en los que se podían encontrar en demasía, con especial localización en las esquinas. En fin: Bares, qué lugares , como cantara Gabinete Caligari en su inolvidable Al calor del amor en un bar.
Y, por último, están los poetas . Desde anónimos del siglo X a. de C. hasta novísimos como el costarricense Juan Carlos Olivas pasando por François Villon, Poe, Cavafis, Los Machado, Pessoa, Eliot, Gerardo Diego, Lorca, Alberti, Pavese, Celaya, Paul Celan, Kerouac, Ángel González, Pepe Hierro y un largo etcétera. Incluso el libro se permite un lujo, un guiño, un hallazgo, al incorporar a Marilyn Monroe.
Así que bajen, los amantes de la poesía, al bar de la esquina con el libro bajo el brazo y cumpliendo rigurosamente con las normas sanitarias establecidas pasen un buen rato (y habrá más) degustando sus cuatrocientas páginas en compañía, claro, de una rubia de las que se beben. Para finalizar y animarles me permito citar unos versos de un poeta, de los actuales, que admiro: Karmelo C. Iribarren.
Te sientas en una terraza/a tomar algo. /A pocos metros de ti, / niños y niñas patinan, saltan, / se pelean…/ Al fin llega la cerveza: / en su punto, / espumeante, fresca. / Cierras los ojos/ y “esto es felicidad”, / te dices. Luego los abres/ y ves a ese pobre viejo/ hurgando en las papeleras.