Ana Isabel Jiménez
Poética normalidad
«Jesús Maroto me explicó un día que los poetas no son gente rara, 'también pagamos impuestos'»
Cuando Jesús Maroto me dijo antes de que quería que presentara su último libro Polvo y Gas , me vino a la mente una ex presión de ese curita de pueblo, busquen su poema Tú en la gloria… que decía que los cargos, son cargas y en este caso los encargos se convertían en una carga encargada. Antes de fueron escritos estos poemas, aunque al leerlos ahora casi después de parece que se hicieron habiendo vivido el durante. Que me perdonen los adverbios por este uso particular que hago ahora de ellos, pero ocurre con algunas palabras que se adaptan mejor a las circunstancias que otras y, en ocasiones, adquieren un significado que les une a un momento y a un lugar. Cuando yo he dicho antes de seguro que me han comprendido, igual que entienden a qué momen to cuándo me refiero a durante y cuando ahora digo casi después de. En esta época del haga clic aquí/ el mundo no es un lugar mejor,/ aunque pueda parecer lo contrario.
Jesús me explicó un día que los poetas no son gente rara, «también pagamos impuestos», como si pagar impuestos normalizará a las personas. Jesús quiere ser normal, parecer normal y en ello se empeña en cada uno de sus poemas, por eso nos habla de nuestras calles, de la ventana…… pero él sabe y nosotros sabemos que no, que Jesús es poeta y lo que consigue es que las personas normales como yo por ejemplo, que por cierto también pago impuestos, asumamos con normalidad cada uno de sus versos , con tanta normalidad que después de leerlos pensamos «así pienso yo, así me está pasando, así diría, así escribiría». Pero todos sabemos que esa poética normalidad es cosa de pocos, de muy pocos, acaso de un puñado de poetas. Por cierto Jesús me dijo una vez que cuando llega a casa se vacía de versos los bolsillos … díganme si eso es normal. Por eso cuándo escucho a Jesús y cuando le leo me siento como una persona normal.
Hablando de normalidades, tampoco es normal su editor: Joan Gomper médico hipocondríaco metido a vendedor de letras que nunca mete prisa a un autor y que encima pone todo su afán y conocimiento, oseáse el vil metal, en hacer unas ediciones nada normales : a la cuidada selección de tintas, papel y tipografía se une además en esta ocasión la incorporación de las ilustraciones de Ágata Maroto que… seguro que lo adivinan, tampoco son normales. Resumiendo no busquen en este libro ni la norma, ni lo normal ni la normalidad, no lo encontrarán, eso sí, probablemente tras su lectura conseguirán hacer de la poesía una aliada para nuestra normalidad : La poesía/ está en el aire./ Y si alguien/ te dice lo contrario/, no escuches./ Tápate los oídos.
Una última cosa: Jesús y Mari Cruz Magdaleno, su cruz, hacen gala de su laica caridad y no dejan nunca de acudir a su cita mensual en La tarde contigo para hablar de poesía , para contar la poesía, para sentir la poesía. Me parece que no son conscientes del mucho bien que hacen esos versos recitados a la caída de la tarde en un estudio de radio con la torre de la Catedral como testigo y en ocasiones con la luna asomándose… y esas ilustradas acotaciones sobre la vida de éste o aquel poeta. Lo dejo aquí escrito para que conste en su haber de buenas y normales acciones. Y, recuerden siempre, que lo contrario de la normalidad no es la anormalidad, sino lo extraordinario.
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