Un año del incendio de Seseña sin novedades sobre su origen y sin Comisión de Investigación

Queda por saber quién lo hizo y por qué. La investigación está centrada en identificar a los ocupantes de una furgoneta captada por cámaras de seguridad cercanas al vertedero

No hay rastro del suceso en la parcela donde se depositaba la montaña de neumáticos que empezó a arder en la madrugada del 13 de mayo de 2016, situada entre Seseña y Valdemoro EFE

EP

Tras casi un año después del viernes 13 de mayo de 2016 , día en el que alrededor de las 2.00 de la madrugada comenzaron a arder los 80 millones de kilos de neumáticos del vertedero ilegal de Seseña (Toledo) que finalmente se calcinarían -del total de 100.000 toneladas que había acumuladas-, sigue sin confirmarse su origen y continúa pendiente la puesta en marcha de la Comisión de Investigación creada para esclarecer los interrogantes de esta catástrofe con indicios de haber sido intencionada.

Las diligencias acerca de este incendio, sobre las que la magistrada titular del Juzgado de Instrucción número 7 de Valdemoro (Madrid) sigue decretando su secreto mes a mes, están encaminadas, según han confirmado fuentes judiciales inmersas en esta investigación a Ep, a la identificación de una o varias personas que iban a bordo de una furgoneta que consiguieron captar las cámaras de vigilancia situadas en las inmediaciones del cementerio.

Y es que no solo Seseña fue víctima de la incesante nube de humo negro que se divisó hasta en la Gran Vía de Madrid y que hizo volar altas cantidades de sustancias contaminantes y cancerígenas como el benzopireno, sino que también el municipio de Valdemoro , donde se han localizado los cuatro focos que dieron inicio al incendio, contempló las llamas que alcanzaron más de 20 metros de altura.

En concreto, Valdemoro albergaba alrededor del 30 por ciento de las 11 hectáreas -unos 12 campos de fútbol- que llegó a ocupar tras su extensión a la región madrileña este vertedero en el que se acumularon hasta 5 millones de neumáticos usados desde el año 2002 y que fue declarado ilegal en el 2005.

No obstante, quienes mejor contemplaron el crecimiento de uno de los cementerios ilegales de neumáticos más grandes de Europa fueron los vecinos de El Quiñón, el residencial frente a él y levantado por el constructor Francisco Hernando, conocido como «El Pocero».

25 DÍAS EN EMERGENCIA

Aunque el incendio se declaró extinguido en la parte de Castilla-La Mancha el día 2 de junio , veinte días después de que se iniciara, esta Comunidad Autónoma mantuvo activado su Plan Territorial de Emergencia (Platecam) -que llegó al nivel 2 para solicitar la intervención estatal- hasta el día 6 del mismo mes, cuando también se oficializó su consumación en Madrid.

Un total de 25 días que comenzaron con el desalojo la tarde del pasado viernes 13 de mayo de un fin de semana atípico para los vecinos de El Quiñón, de los que algunos de los 7.000 que viven allí no se extrañaron de esta dilatada combustión del 80 por ciento del total de los neumáticos tolerados en este vertedero.

Crucial fue la labor de los bomberos del Consorcio Provincial de Toledo y de la Comunidad de Madrid, que basaron su actividad inicial en delimitar la extensión del incendio con cortafuegos de hasta 60 y 80 de metros de ancho en zonas estratégicas de las 11 hectáreas que ocupaba el vertedero, debido a la ineficacia y el peligro de contaminación del suelo y los acuíferos que advirtieron al hacer pruebas con agua y espuma.

La solicitud de confinamiento a los vecinos en sus viviendas, con ventanas y puertas cerradas en pisos que olían a rueda quemada o la suspensión de clases durante varios días de todos los centros educativos de Seseña, fueron algunas de las consecuencias inmediatas para los vecinos toledanos, que acudieron a manifestarse -unos 300 de ellos- a Toledo para pedir información y soluciones ante el incendio del vertedero.

De rueda a combustible

Más de un mes después de que se provocara, el 20 de junio, comenzó el proceso de limpieza y retirada de los neumáticos que no se carbonizaron -unas 12.000 toneladas- y de los restos de alambres -1.200 toneladas- y cenizas de los que sí ardieron. Una labor que duró unos 180 días, costó 6 millones euros e incluyó el traslado de estos neumáticos a plantas de reciclaje de residuos de Castilla-La Mancha para utilizarlos después como combustible en edificios públicos.

La misma propuesta, con el mismo presupuesto que el mencionado proceso, que planteó cuatro días antes del incendio, el lunes 9 de mayo, la empresa pública Emgrisa y que estaba aceptada políticamente según el Gobierno de Castilla-La Mancha, que, meses después, aprobó un Plan de Gestión de Residuos que incluye la exigencia de una fianza y un canon a las empresas que manipulen residuos y que nació con la intención de impedir catástrofes como la ocurrida en Seseña.

En ese mismo período, y ante la falta de información concisa sobre la creación y evolución de este cementerio, el origen del incendio, la gestión de las administraciones y sus reproches mutuos por lo que hicieron o dejaron de hacer en este asunto, el Grupo Parlamentario de Podemos en Castilla-La Mancha solicitó la creación de una Comisión no Permanente de Investigación que preside su líder regional, José García Molina, y que actualmente sigue pendiente de retomarse.

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