Gregorio Rivera Arellano - Opinión

Feliz Navidad

«Nuestras calles se llenan de luz, de luces, con una iluminación muy toledana que nos recuerdan el Corpus con esa decoración de toldos alumbrados para ver más y mejor»

Gregorio RIVERA ARELLANO

Y la luz se hizo. Pasó una tarde, pasó una mañana. La luz iluminó todo. Todo, todo. Tanto que parece que ya es Navidad. Pero no. La luz se hace camino para que poco a poco vayamos acercándonos al pesebre de la humildad y encontrarnos con el Señor que se encarnó para iluminarnos a todos.

La Navidad ya está aquí. Viene para quedarse. Sus luces suaves y dulces tambalean nuestras emociones que, entre tanto trabajo, se van ablandando para hacernos mejores personas y más auténticos cristianos. No es extraño que digan que la Navidad es todos los días pues quien siente la cercanía del Señor sabe que el misterio eucarístico derrama corazones a todos aquellos que, en estos días, quieran ser misioneros de su amor.

Puede que hay quienes solo se queden en el brillo intenso de sus bombillas que alumbran los comercios como un reclamo callejero. Pero también los hay quienes con virtudes y valores hacen que la Navidad tenga un sabor solidario tan especial que no tenga que ver con cualquier día del año.

Y qué significa solidario, me preguntan mis alumnos. Yo creí que todos lo sabían. Pero veo que no. Unos lo saben y se callan, otros se callan porque no saben lo que están escuchando y, el grupo más reducido, pregunta porque pregunta todo y lo que les digas se le volverá a olvidar. Sin esfuerzo no hay educación, sin solidaridad tampoco. Solidario significa que una cosa está adherida, asociada, a una causa, empresa u opinión en sentido fraternal, amistoso y fiel. En una palabra. Que cuando haces algo lo haces pensando en los demás dejando la ambición propia a un lado . La Navidad es un bonito tiempo para la solidaridad pues nos aleja un poco de la codicia.

Para los cristianos, la Navidad es un tiempo, unos días de preparación, que nos van acercando a ese misterio de fe que celebra el nacimiento del Hijo de Dios, Jesús de Nazaret. Aquel hombre que pasó por la tierra haciendo el bien, mostrando el amor por los más débiles y diciendo que Dios es nuestro Padre. Nos gusta decir y que nos digan Feliz Navidad. Esas palabras y esa expresión encierran una gran ternura que inunda el alma de afecto y ventura, incluso a quienes no son creyentes. Lo de Felices Fiestas lo dejamos para otros tiempos.

Nuestras calles se llenan de luz, de luces, con una iluminación muy toledana que nos recuerdan el Corpus con esa decoración de toldos alumbrados para ver más y mejor. La Navidad no es consumo. Tiene que haber algo más que el afán de adquirir y comprar sin ton ni son. Pongamos solidaridad a estos días participando y apoyando todo tipo de iniciativas que nos lleven a hacer el bien a los demás. La Navidad es también fe que se va alimentando de los pabilos vacilantes de unas cuantas velas que nos van preparando, como buen adviento, a celebrar y conmemorar el nacimiento de Jesucristo, el Señor, con esperanza, oración, alegría y promesa.

Feliz Navidad. Pero antes dejémonos preparar por este dichoso adviento que ya está aquí.

Fray Gregorio Rivera Arellano es sacerdote franciscano

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