VIVI TOLEDO
Entre bambalinas. Cristino García Ortiz-Villajos. Primer acto
Los recuerdos de un cajista de imprenta y aplaudido actor aficionado que se curtió en dispares salones toledanos entre 1910 y 1928
![Cristino García de niño ante una máquina de escribir. Archivo Municipal de Toledo](https://s2.abcstatics.com/media/espana/2021/12/13/3-IMprenta-k3lB--1248x698@abc.jpg)
Los archivos no sólo atesoran graves pliegos de alcance histórico, también, por diversos avatares, acogen documentos privados con las huellas de una vida que a veces ofrecen fortuitos vínculos. Este es el caso de un volumen procedente de la Colección del recordado Luis Alba conservado en el Archivo Municipal de Toledo y que reúne unas heterodoxas memorias en un álbum formado por treinta y dos cartulinas, que su autor -un devoto del teatro- tituló Recuerdos de Cristino García. Cada página es un abigarrado collage de fotos, cartas, programas, estampas y profusas reseñas de prensa alusivas a él mismo, su familia y su entorno. Sorprende la mezcla de recortes, orlados por líneas de colores, grecas, flores y detalles dispares con una estética escolar o naif.
Cristino nació en Toledo el 7 de febrero de 1893, falleciendo en la misma ciudad el 29 de diciembre de 1959. Unas esquelas revelan que sus padres eran Cándido García Contreras -funcionario de la Diputación- y Jerónima Ortiz-Villajos Calleja. Tuvieron cuatro hijos: Robustiano, Concepción, Cristino y Cándido. Este último es el más presente en los recortes adheridos al álbum pues, con el seudónimo de Zirto, había escrito en El Eco Toledano antes de trasladarse a Granada (1923), donde sería cronista oficial (1936), subdirector del diario Ideal, autor de varias obras y, además, académico correspondiente de algunas academias y premiado con diversos galardones.
La rama materna era oriunda de Quintanar de la Orden. El álbum recoge varios nombres, pero destacan los de dos tíos suyos: los arquitectos Agustín (1850-1902) y Manuel Ortiz-Villajos Calleja. El primero, el más conocido, realizó el proyecto de la Diputación de Toledo (1882). También aparece su primo hermano Ángel Ortiz-Villajos Cano (1898-1952), un afamado compositor de partituras interpretadas por Estrellita Castro o Pastora Imperio, de populares bailables - como el charlestón ¡Al Uruguay! - y de temas para el joven cine sonoro producidos por la Paramount y la Fox.
Las artes gráficas
La vida de Cristino García transcurrió en Toledo hasta 1928. Fue cajista en la imprenta de Garijo, en donde se editaba El Eco Toledano (1910-1920), al tiempo que participaba como actor aficionado en una sociedad de «jóvenes obreros tipógrafos» llamada Los Veinte . Además, en el álbum hay algunas fotografías de talleres de artes gráficas no identificados con los que debió tener alguna relación laboral.
Sabemos que en los años treinta trabajó en este gremio en Madrid. Por otro lado, en unos anuncios de mano de 1940, que hemos hallado en otra fuente, hay ciertos detalles que unen el oficio de Cristino con el mundo de la escena y, de modo especial, con el compositor Jacinto Guerrero (Ajofrín, 1895-Madrid, 1951), cuya amistad provenía de años atrás. Se trata de dos programas impresos en Tipografía Josgon de Madrid, la misma empresa que figura en una tarjeta comercial con el nombre de Cristino García incluida en el álbum de sus Recuerdos. Son anuncios del Teatro Coliseum, una gran sala alojada en un moderno edificio en la Gran Vía promovido por Guerrero en 1931, que trazaron los arquitectos Casto Fernández-Shaw y Pedro Muguruza . En una de las viviendas de aquel inmueble consta que, en 1939, Cristino tenía su domicilio, seguramente amparado por el popular músico y paisano, cuya generosidad alcanzó entonces a muchos artistas y allegados al mundo del espectáculo.
El álbum también incluye unas imágenes de la revista Provincia (1956) referidas a la imprenta de la Diputación y al personal allí empleado, quizá porque habría antiguos colegas del gremio. Además, coincidía que entonces el presidente de la corporación provincial era Tomás Rodriguez Bolonio, un gran activo de la prensa toledana católica del primer tercio del XX, donde firmó con el seudónimo Teerre en El Castellano y El Castellano gráfico, cabeceras en las que colaboró Zirto , el hermano menor de Cristino.
El arte escénico hasta 1926
El eje que cruza los Recuerdos de Cristino García recoge parte de la escena toledana del primer tercio del XX ligada a grupos creados por gremios, cadetes, centros obreros, instituciones piadosas, etc. Según declaró en una entrevista (1925), nuestro protagonista practicó su afición desde niño jugando con amigos como Félix Briones -que con el tiempo sería un actor profesional- o Jenaro Ruiz . Entre 1910 y 1914, la prensa le refiere con sus hermanos en veladas infantiles de la Sociedad Echegaray en el salón de la calle de las Bulas. Allí actuó con los grupos Los Veinte y Benavente, éste dirigido por su hermano Robustiano y, en 1915, con la sociedad Martínez Sierra . En aquellos ambientes gustaban al público comedias, melodramas, sainetes o juguetes cómicos de Arniches, José de Lucio, Echegaray, los Quintero, Joaquín Dicenta, José Jackson, Martínez Sierra o adaptaciones de Antonio Paso y Joaquín Abati entre otros autores.
A partir de 1917 Cristino era ya un aplaudido actor aficionado en el Teatro de Rojas. Brilló en la galdosiana Marianela, obra que declamó y dirigió en varios momentos de su vida. Entre 1918 y 1919 pasó por los grupos Thalía y El Teatro en sesiones a favor de la Cantina Escolar Normalista o de sociedades obreras en el Teatro Moderno de la cuesta del Águila. Algunos compañeros de escena en esta época fueron Paulita Rosell, Agustina Sanchez, «las señoritas Peláez y Navarro», Luisa y Anita Baza, Alfonsa Silva, Mariano Pos, Jesús Perezagua, Manuel Pulido, Daniel Santamaría, Ramón Blázquez, Ángel Arroyo o Félix Moraleda . En estos mismos años el nombre de Cristino García apareció fugazmente en los listados de dos compañías profesionales foráneas (Portes-Hompanera y Gómez Ferrer) que recalaron en el Rojas, si bien en papeles de reparto.
Los años veinte fueron para él de gran actividad y éxitos, participando en el homenaje de la afición toledana a Galdós en el Rojas (1920) y en distintas sesiones benéficas, como la habida en el Palacio Arzobispal a favor de las Damas Catequistas, escenificando El Tío Gaviota . Cristino tuvo especial vínculo con la agrupación Linares Rivas (1925-1928) que daba animadas veladas de baile, música y populares funciones de teatro. Fue homenajeado en el Rojas, en febrero de 1926, donde volvió a interpretar el papel del invidente Pablo de Marianela. Aquella sesión la cerró declamando unas estrofas que tituló Yo soy… Cristino, que recogió la prensa. En esta época intervino como actor y director del Grupo Artístico de Toledo llevando Marianela a Mora, Sonseca y Layos (1920) y, años después, al Salón Franco de Villaseca de la Sagra y Mocejón.
En 1926, un suceso local que saltó a la prensa española alejó a Cristino de Toledo para vivir una incierta etapa que dejaría tristes recuerdos a una gran estrella del teatro. Estos hechos y los últimos años de su vida requerirán ahora una próxima entrega.
![Rafael del Cerro, historiador y autor de la sección 'Vivir Toledo'](https://s2.abcstatics.com/media/espana/2021/12/13/rafaultima-U30861160104ymC--220x220@abc.jpg)
Noticias relacionadas