TOLEDO
Una mujer de 39 años, detenida por simular una violación grupal en el paseo de la Vega
La Policía Nacional descubrió que inventó el relato porque su familia no quería que regresara a Guadalajara, hasta que estuviera recuperada, después de haber estado en un centro de rehabilitación de Toledo
Todo era falso. Se lo inventó. La Policía Nacional ha detenido a una mujer de Guadalajara que simuló haber sido víctima de una agresión sexual de extrema violencia durante los carnavales de Toledo, el pasado febrero. Pero, ¿por qué lo hizo? Ella quería lograr así que su familia le permitiese regresar a su casa o estar más cerca de ella, después de haber estado en un centro de rehabilitación de la capital de Castilla-La Mancha.
A su relato ficticio no le faltaron detalles: lugares, supuestos testigos y hasta la secuencia pormenorizada de la falsa agresión. Tal fue su precisión de datos en su única declaración ante la Policía Nacional que la creyó desde un principio, aunque los agentes de Toledo y de Guadalajara encargados del caso desmontaron luego la mentira.
Pero para eso necesitaron dos semanas de investigaciones, muchas horas de trabajo, desplazamientos y numerosas diligencias. Un trabajo ímprobo, destinando numerosos recursos humanos y materiales, al que la Policía le ha puesto un precio: más de 2.600 euros. Además, el tiempo dedicado por los agentes a esclarecer esta denuncia no ha podido ser empleado en investigar otros hechos con víctimas reales.
En el hospital
La presunta falsa violada, de 39 años, quiso dar verosimilitud a su historia desde el principio. Para ello se presentó en el hospital de Guadalajara sobre las once de la noche del 20 de febrero, jueves. Contó al personal médico que unas 15 horas antes, de madrugada, había sido violada en el parque de la Vega de Toledo, extramuros del casco viejo y a 130 kilómetros de Guadalajara. Llegó a contar que dos hombres extranjeros la habían amenazado y forzado con un arma blanca para violarla por vía vaginal, anal y bucal.
Siguiendo el protocolo, desde el hospital llamaron a la comisaría de Guadalajara y agentes de la Policía Nacional se desplazaron al centro sanitario. La presunta víctima no ahorró en detalles durante su testimonio, que fue muy extenso. Fue una narración muy precisa, sin lagunas aparentes, por lo que los investigadores se pusieron a trabajar inmediatamente con un objetivo: detener a los autores de una agresión tan salvaje. Policías de Guadalajara y de Toledo trabajaron conjuntamente desde entonces para poner cara a los supuestos violadores, aunque nunca llegaron a tener sospechosos.
Si el relato de la mujer había sido preciso, más aún fue la investigación de la Policía. Durante trece días, el personal al cargo de las pesquisas empleó todos los recursos a su alcance, echaron horas de trabajo y desplazamientos en coches.
Cambio de actitud
Pero después de su minuciosa denuncia, en la que no cicateó al dar detalles sobre su supuesta agresión sexual, la actitud de la mujer cambió. Se negó en rotundo a colaborar en la reconstrucción de los hechos, una diligencia policial fundamental para poder reunir pruebas con las que poner nombres y apellidos a los presuntos autores.
Es cierto que esa reacción se podría producir en víctimas de violaciones después de una experiencia tan traumática. Pero a esas trabas se unieron otras averiguaciones de los investigadores en un caso tan complejo. Esas pesquisas desmontaron el castillo de naipes que la mujer ideó: no había ninguna prueba de los lugares donde dijo que había sucedido la agresión, ni tampoco de los imaginarios testigos que estaban con ella. Estos, en realidad, dijeron que no la conocían de nada.
Si eso no era suficiente para desmontar la denuncia, los policías constataron también que la mujer estuvo en otra población, a 30 kilómetros de Toledo, la noche de la supuesta violación. Durmió en Torrijos antes de emprender viaje a Guadalajara.
Crear el sentimiento de culpa
Con todo, el miércoles 4 de marzo los agentes arrestaron a la mujer como la presunta autora de una simulación de delito. Según el relato policial, la detenida estuvo ingresada en un centro de rehabilitación de Toledo hasta el 17 de febrero, lunes, y quería regresar a su domicilio en Guadalajara. Sin embargo, su familia dudaba de que estuviese recuperada.
Ante esa negativa, la mujer ingenió una sórdida historia, que contó primero en el hospital y luego a los policías. Con ese relato truculento quería que su familia se sintiera culpable y así lograr que le permitiesen el regreso al domicilio o, al menos, ingresar en un centro de su localidad.
Sin embargo, la jugada no le salió bien gracias al trabajo policial y ahora tendrá que responder ante la Justicia por un delito con consecuencias penales.