El desastre en la masa forestal, un peligro ante los incendios y las plagas de insectos
Urge la actuación de las administraciones ante los ingentes daños padecidos
«En toda la zona afectada del centro de la Península, la gran nevada y las posteriores heladas han tenido en el monte una acción devastadora, un desastre; ha trastocado y desgarrado una gran cantidad de masa arbórea», asegura Enrique García Gómez, vicedecano del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales, además de numerario de la Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. El desastre ha sido de tal magnitud, que llama la atención sobre la necesidad de actuar lo más rápido posible, ya que de lo contrario en unos meses el peligro será mayor en cuanto a incendios y la contaminación ambiental.
Respecto a la magnitud del temporal «Filomena», García Gómez asegura que «no se recuerda nada parecido. Yo he visto episodios de nieve en la Sierra de Madrid que en algún pinar de montaña se ha llevado un 20 o 30 por ciento del arbolado, o algunas tormentas huracanadas o días de lluvia cuando el terreno está blando que ha tumbado un montón de árboles, pero con esta intensidad, lo grave que ha sido y la extensión en la que se ha producido, no hay precedentes conocidos».
Es complicado cuantificar la superficie afectada, ya que tal y como concreta García Gómez «esto no es como en un incendio que se puede hablar de dos, tres o cien hectáreas afectadas porque se perimetra el terreno y está muy delimitado. Esto no se puede delimitar; es absolutamente imposible. En todos los sitios donde ha habido esa acumulación de nieve ha habido destrozos. En masas jóvenes un poco menos y en los más maduros más; igual que en determinadas especies más y en otras menos, pero no se puede cuantificar la superficie y sí señalar a toda esa zona central afectada por la nevada».
Tanto en Castilla-La Mancha como en Madrid ha habido muchas zonas afectadas. «Es el caso de los pinares de la carretera de Madrid o la zona de Aranjuez que es mete en Castilla-La Mancha, en donde la nieve ha arrasado masas arbóreas. También hay zonas de encinares en la comarca de la Sisla o hacia Montes de Toledo en los que esta especie, que es muy apreciada y la más extendida en la Península , a las que también las ha hecho muchísimo daño. En unos casos pequeñas ramas, en otros más grandes y en otros dejando el tronco prácticamente pelado», dice el vicedecano del Colegio.
Aunque todas las especies se han visto afectadas, en el caso de los pinos «es más espectacular porque alcanzan un tamaño mayor y es mucho más llamativa la caída de sus ramas de 15 o 20 metros, e incluso del árbol entero. En todo caso, ha afectado más a aquellas especies de hoja perenne, comolos pinos, que a las de caduca, porque tienen mayor superficie de retención de la nieve y eso ha supuesto una mayor masa encima de las copas y una mayor fractura. Además, dentro de los pinos hay algunas especies, como el piñonero, que tiene una copa muy globosa y ha sido aún más afectado. Pero yo no hablaría de ninguna especie en particular porque esto ha sido una devastación que no ha sido selectiva, sino generalizada», indica García Gómez.
Otra característica de este desastre natural es que «fundamentalmente ha afectado más a los ejemplares mayores, con mayor volumen y con ramas mucho más largas, que las de los ejemplares jóvenes, con ramas de uno o dos metros.Muchos ejemplares jóvenes han pasado por este episodio casi sin pena ni gloria, sin efectos sobre ellos, pero en los ejemplares grandes en casi todos hay muestras del daño».
La edad de los árboles afectados también es variada, «porque por ejemplo en el monte hay encinas desde un año a 500 años, y en los pinos, dependiendo de la especie, lo mismo. Hablar de edad es imposible a menos que nos refiramos a reforestaciones como el de los pinares de la carretera de Madrid, que son de mediados del siglo XX, pero hablar de la edad de los árboles del pinar de Almorox no es lo mismo».
Pero lo importate viene a partir de ahora con la limpieza de las zonas forestales, aunque como indica García Gómez «hasta el momento todas las actuaciones se han centrado en el medio urbano porque es más visible y afecta más directamente a las personas, pero resulta que en el campo, en el medio rural, y hay que recordar que llevamos tiempo hablando de la zona más desprotegida por el éxodo poblacional, todavía hay sitios en los que incluso los propietarios no puede llegar a sus ganadería o sus explotaciones porque las propias vías de acceso están cortadas. Es evidente que la masa forestal de decenas de miles de hectáreas afectadas requiere de una pronta intervención, porque en efecto no nos va a caer una rama encima, pero la salud ambiental de todo nuestro territorio, del aire que respiramos, la contaminación, la fijación de CO2, depende de ello».
Dos objetivos clave
Añade además que hay dos aspectos muy importantes que podrían surgir y plantearse «si no se actúa con prontitud». Uno de ellos es «la aparición de insectos perforadores que con tanta masa de ramas y troncos caídas va a ser la panacea para su reproducción exponencial. Y por otro lado si al llegar mayo toda esa biomasa está en el suelo tenemos un combustible esperando a una cerilla o un rayo o a cualquier suceso para ser pasto de las llamas. Así que tenemos dos seguros efectos si no actuamos con prontitud en la eliminación de esos restos».
Esta es una tarea responsabilidad de «las administraciones forestales, pero depende. En los territorios privados es de cada uno de los propietarios y en los públicos de cada uno de los dueños, que pueden ser ayuntamientos, diputaciones o comunidades autónomas. Pero es la administración forestal correspondiente la que dicta las normas y emite las resoluciones con los criterios para realizar los trabajos, así como las subvenciones o ayudas para realizar los mismos».
Igual que se declara zona catastrófica en otros ámbitos, en el forestal se solicita la declaración de zona de actuación urgente. «Por estar fuera de la ciudad, esas masas arbóreas no son menos importantes. Incluso a la larga, como impacto social y ambiental, puede ser más importante e impactante. Con estas medidas lo que se pretende es, primero, agilizar los trabajos y luego dotar de recursos para poder hacer estas labores con unas direcciones técnicas adecuadas», dice el vicedecano del Colegio de Ingenieros Forestales.
Otra de las cuestiones a determinar es cómo se recoge toda esa madera que está en el suelo y a qué se destina. «Con esta madera se pueden hacer dos cosas: o convertirla en biomasa, que es una fuente energética renovable, o en un buen porcentaje triturarla y dejarla en el propio monte hecha astillas y así nos ahorramos gastos de transporte. Eso no es problemático, pero lo que no se debe hacer nunca es llevarla a un vertedero y acumular grandes masas de materia orgánica ocupando espacios con unos costes sociales y económicos inmensos», asegura García Gómez , quien precisa que «no hay problemas en que grandes o medianas empresas que se dedican a la transformación de restos de podas o tratamiento sélvico en biomasa lo lleven a cabo. Es un recurso que, este caso por desgracia, la naturaleza ha generado en gran cantidad y lo que tenemos que hacer es eliminarlo del monte para evitar esos problemas y si además lo podemos aprovechar, mucho mejor».
Por último, señala que «son grandes sucesos que vienen muy pocas veces a lo largo de la historia, extraordinarios, y lo que hay que hacer es trabajar y recuperar para el futuro».
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