VIVIR TOLEDO
De la 'Cultural' al 'Santa'. La Fábrica y el fútbol
En 1923 el foot-ball amateur arraigó en la Fábrica de Armas. En 1950 se estrenó el recordado estadio Carlos III
El extraño sport del foot-ball lo trajeron los ingleses a España en el reinado de Alfonso XII estrenada la Constitución canovista (1876). En 1902, al ser declarado mayor de edad a Alfonso XIII ya eran muchos los clubes de balompié existentes, jugándose aquel año un campeonato nacional, precursor de la actual Copa del Rey. En Toledo, en el primer tercio del siglo XX, los mejores equipos fueron los de la Academia de Infantería frente a modestos conjuntos de aficionados como la Gimnástica Toledana , la Cultural Deportiva Obrera , el Racing Club , el Sporting Club Toledano o el Deportivo Imperial . Todos jugaban en las canchas del Polígono de la Vega Baja, cuna de la Escuela Central de Gimnasia. En los años treinta, al final del paseo de la Rosa, en el terreno que ocuparían los depósitos de Campsa, La Ferroviaria tuvo allí su campo. El primer estadio con vallado y graderío fue el de Palomarejos, en 1931, propiedad del Toledo FC, entidad fundada tres años antes.
La Cultural Deportiva Obrera
En los años veinte ya hubo un once futbolístico formado por trabajadores de la Fábrica de Armas que solo daba el nombre a dicho conjunto. Así intervino en un trofeo alentado por el diario El Castellano, en la primavera de 1923, frente a cinco equipos: Colegio María Cristina , Escuela de Gimnasia (que fue el ganador), Academia Prada, Hermanos Maristas y Toledo FC. En el mes de octubre, en el mismo diario, el capitán Ricardo Villalba proponía crear dos Sociedades Gimnástico-Deportivas , la formada por los obreros de la Fábrica y otra que agrupase a los empleados del resto de la ciudad. En diciembre, en las fiestas patronales de la factoría surgió la Cultural Deportiva Obrera con dos equipos (A y B) que jugaron una copa donada por el coronel, jefes y oficiales.
En 1924, Antonio Blázquez, capitán de la Cultural, exponía en El Castellano que el aficionado, además de dominar el balón, debía reunir una formación física y técnica, respetar la autoridad del árbitro y jugar en equipos legalmente creados con su directiva, entrenador y capitán. Entre los pocos que cumplían tales requisitos estaban el Toledo FC y el de la Fábrica , éste asesorado por los militares allí destinados. En el verano de 1924, la Cultural organizó un campeonato interno cuya final, arbitrada por el citado Blázquez, el 3 de agosto, la dirimieron los empleados de Ajustes y Herramientas.
Reseñas posteriores citan viajes de la Cultural a Talavera, Navalmoral de la Mata, Torrijos y partidos amistosos del equipo infantil con el Castillejos CF. En la feria de 1926 ganó el trofeo del ayuntamiento toledano y hasta los años treinta destacó en diversas citas futboleras. Sin embargo, a pesar de sus éxitos, carecía de campo propio. En septiembre de 1926 el director de la Fábrica solicitó -sin éxito- al alcalde Aguirre que se la cediera el antiguo cementerio municipal, clausurado en 1893, que en 1957 acomodaría la Escuela de Magisterio (hoy IES María Pacheco). A pesar de todo, la Cultural participó en los anuales festejos patronales de Santa Bárbara (el 4 de diciembre) que incluían competiciones, becerradas, bailes, veladas en el Teatro de Rojas y excursiones diversas. En julio de 1936, el trágico pitido de la guerra señaló el final de la primera época de la pasión futbolera vivida entre los fabricantes toledanos.
La UD Santa Bárbara
En el trienio bélico (1936-1939) Palomarejos, tras ser incautado, se renombró de los Flechas . El campo acogió aislados partidos de equipos militares, aficionados y de Falange. Uno distinto fue el celebrado con motivo de la patrona de la Fábrica, en 1937, entre dos conjuntos hermanos, el Santa Bárbara FC y el CD Imperio , creados, respectivamente, en los talleres de Herramientas y Espoletas . En 1940 el estadio quedó adscrito a la Obra Sindical de Educación y Descanso. Fue la casa del nuevo CD Toledo y el escenario de esporádicos choques de clubes de aficionados como fue el Júpiter , otra fugaz agrupación de la Fábrica de Armas.
En 1948, el coronel Mas del Rivero promovió un ambicioso Poblado Obrero, con seiscientas viviendas, escuelas, iglesia y dotaciones deportivas que, a finales de 1949, se reducían a los vestuarios y un frontón anejo. En 1950 quedó concluido el estadio con su tribuna y graderío. Se estrenó en el mes de diciembre con motivo de las fiestas patronales, celebrándose un partido entre dos conjuntos obreros. En enero de 1951 tuvo lugar allí un torneo interprovincial ideado por el Frente de Juventudes. Por entonces, el campeonato provincial de futbol federado reunía a veintidós equipos. A pesar de tener ya la Fábrica su flamante estadio aún no contaba con una escuadra insignia. De hecho, para estrenar su campo de hierba, el 18 de julio de 1958 se celebró un encuentro entre jugadores de la Escuela de Aprendices y los de Educación y Descanso, además de otro partidillo de «viejas glorias». Era momento de contar ya con una estructura deportiva.
En noviembre de 1958, Educación y Descanso ideó una liguilla con once equipos en cuatro campos: Palomarejos, la Fábrica de Armas, el de los Cigarrales (una explanada inmediata a San Jerónimo) y en Torrijos. En aquel torneo intervino el Carlos III con jóvenes aprendices entrenados por el comandante Montojo. El 4 de diciembre, fiesta de la patrona, hubo un encuentro amistoso con el «equipo reserva» del Real Madrid que ganó por una abultada goleada (1-14). El Carlos III compitió durante tres temporadas, hasta 1961, año que, según recoge Borja Martín Alonso (2017), se fusionó con El Alcázar CF (creado en 1953 como filial del CD Toledo ), naciendo así la Unión Deportiva Santa Bárbara . Este club se estrenó en la Primera Regional, pugnando durante ocho temporadas en la Tercera División en sus treinta y cinco años de historia que acabó por falta de prometidos apoyos en 1996. Siempre fue un apreciado club, humilde, pero con una digna trayectoria deportiva. Funcionó como una gran familia apoyada por la entrega de sus jugadores y el cariño de una fiel afición.
El estadio Carlos III siempre se identificó con el equipo azulón de la Fábrica. De enero de 1972 a noviembre de 1973 fue la transitoria sede del CD Toledo , mientras se construía el estadio Salto de Caballo. En 1998, cerrada ya la factoría, el Ministerio de Defensa vendió todos los terrenos a la Ciudad. Una parte se cedió a la Universidad de Castilla- La Mancha, al margen quedó el Carlos III que, en 2006, fue derribado junto al antiguo cine de verano. Hoy, la maleza cubre la cicatriz del recordado campo de fútbol y apasionados encuentros. Sin embargo, en muchas personas pervive la esperanza de poder rehacer el querido Santa con firmes proyectos para un nuevo futuro.
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