El Cuaderno de Archivo Secreto saca del olvido a Blas Yela, un pintor e ilustre toledano del siglo XIX

El investigador José Luis del Castillo es el encargado de dar forma a este exhaustivo trabajo que ofrece no solo la vida y obra de esta figura decimonónica sino que también dibuja un retrato del Toledo de la época

Blas Yela, en 1885 (Cuadernos de Archivo Secreto)
Valle Sánchez

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Uno de los últimos recursos digitales publicados por el Archivo Municipal de Toledo recupera la figura de un ilustre toledano del siglo XIX, el pintor, fotógrafo, profesor y político Blas Yela Gómez del Campo (1850-1916), a quien está dedicado el nuevo Cuaderno de Archivo Secreto, el número 2. El investigador y colaborador de ABC José Luis del Castillo es el encargado de dar forma a este exhaustivo trabajo que ofrece no solo la vida y obra de esta figura decimonónica sino que también dibuja un retrato del Toledo de la época, un Toledo distinto, alejado de la oscuridad y el provincianismo que siempre se ha identificado con esta ciudad. Una sociedad, la del último tercio del siglo XIX, diversificada, con juristas, abogados, periodistas, ingenieros o médicos, que luchaban en años convulsos de incipientes valores democráticos por una sociedad más moderna y un Toledo mejor.

Bajo el título «Blas Yela: arte y ciudadanía en Toledo en la segunda mitad del siglo XIX», José Luis del Castillo dedica este segundo número a uno de aquellos personajes que tuvieron destacado protagonismo social en aquellos años y del que poco se conoce hasta ahora porque aunque tuvo cierto reconocimiento en la ciudad, pero prefirió la segunda línea, pese a su vocación ciudadana.

La alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón , destaca en la introducción del estudio que gracias a este trabajo se «devuelve al primer plano de nuestra historia, contextualizándolo con su tiempo, las inquietudes de la sociedad toledana de la época y ofreciéndonos un atractivo retrato de aquel Toledo decimonónico que tanto interés tiene para quienes gustan conocer mejor nuestro pasado y saber mejor cómo fue conformándose nuestro devenir más reciente».

Blas Yela -explica Tolón - fue uno de aquellos toledanos que figuraban en Albaricoques de Toledo, «esa especie de vademécum social firmado por Rómulo Muro en 1893 en el que se destacaban los protagonistas más singulares de la sociedad local en sus más diferentes ámbitos». Fue pintor, profesor en el Centro de Artistas e Industriales , entre cuyos fundadores se encontraba, y como activista del partido republicano, por el que llegó a ser concejal del Ayuntamiento. Del Castillo esboza un retrato del Toledo de aquellos años, una población «cuya sociedad civil estaba adquiriendo un grado considerable de vitalidad y en la que la actividad cultural y política, a pesar de carecer de relevancia más allá del nivel local, iba mereciendo un reconocimiento amplio, actuando como importante factor de movilización cívica, en particular dentro del bloque de poder mesocrático y merced sobre todo al protagonismo creciente de liberales y de progresistas».

Su vida

Blas Yela nació en Toledo el 3 de febrero de 1850, una época caracterizada por la expansión urbana de la capital provincial, con el establecimiento de centros de instrucción militar desde 1846 o la inauguración del ferrocarril en 1858, circunstancias que «permitieron incrementar las oportunidades comerciales e inversoras de una ciudad que pugnaba por salir a duras penas de su endémico atraso y en la que la Iglesia, representada sobre todo por Cabildo catedralicio y arzobispo, seguía manteniendo su poder, pese al proceso desamortizador, sobre una población donde aún reinaba la pobreza», cuenta del Castillo en el Cuaderno del Archivo Secreto.

Su familia, sin embargo, no era originaria de la ciudad, no eran «toledanos de toda la vida», como dice irónicamente el investigador en su estudio; procedía de la Alcarria. Estudió en la Escuela de Dibujo y Nobles Artes de Santa Isabel; dio clases de pintura en el Instituto Provincial y en el Centro de Artistas e Industriales. La familia residía en la plaza de la Magdalena número 4, donde tenían una tienda de comestibles y ultramarinos.

Blas Yela. Casas del barrio de Tenerías

En 1873 se marchó a Madrid, alternando trabajos de decorador y escenógrafo con sus visitas a su ciudad. Tras la muerte de sus padres, regresa a Toledo y es entonces cuando, según cuenta del Castillo, «se integra plenamente en la vida ciudadana, y acabaría haciéndose cargo de su hermana y de su sobrino huérfano». Se instala en una vivienda lindante con la antigua iglesia de San Cristóbal y levantada sobre las ruinas del antiguo colegio viejo de los Jesuitas que le tocó en herencia y allí instaló un estudio de fotografía. El estudio revela que vivía de su trabajo como profesor de Dibujo y el producto de su actividad artística, que le permitieron llevar a partir de entonces una tranquila existencia como pintor». Años más tarde, en 1911, se trasladó a su residencia a la plaza de la Cruz, «para cohabitar, sin contraer matrimonio, con quien mantenía relaciones íntimas desde hacía tiempo, Rosario Díaz Ufano , diecisiete años más joven que él, originaria de Menasalbas. Con ella se casó el 26 de abril de 1916. La ceremonia de boda se celebraría en la iglesia de Santa Leocadia oficiada por su párroco, Ramón Molina Nieto, director del periódico El Castellano y más tarde diputado en Cortes por Acción Popular y Agraria de Toledo y por la CEDA. Moriría pocos meses después, enfermo de cáncer, el 20 de diciembre de ese mismo año».

Su influencia en la ciudad

Otro de los aspectos en los que incide el estudio realizado por José Luis del Castillo es la influencia que tuvo Blas Yela en la sociedad toledana que le permitió recibir encargos oficiales, «como el de efectuar tareas de decoración interior en el edificio del Ayuntamiento». También apunta a que pudo colaborar «en la realización de decorados para diversas representaciones del Teatro Rojas». Además, «el Centro de Artistas e Industriales le encomendaría en 1889 la pintura del techo del salón principal de la sede instalada pocos años antes en la plaza de la Magdalena, cuyas paredes serían decoradas con pinturas de Pablo y José Vera , de Federico Latorre y de Ángel Ludeña. Por lo que respecta a otro tipo de trabajos, presentaría bocetos, por lo menos en 1903, para el cartel de las ferias de agosto». También ganó un concurso convocado por el periódico Heraldo Toledano en diciembre de 1905 y el de dibujos para el proyecto de una corona destinada a la Virgen del Valle organizado el mismo año y participó en el concurso convocado en 1896 al objeto de decorar el salón de actos del palacio de la Diputación.

Un segundo ejemplo de la presencia destacada de Blas Yela en el ambiente artístico de Toledo es su protagonismo en la organización en agosto de 1900 del traslado, «en solemne y concurrida procesión presidida por el gobernador y el alcalde, de los restos mortales de Garcilaso de la Vega a la iglesia de San Pedro Mártir, emplazamiento original de su sepultura toledana, desde el Ayuntamiento, donde permanecían olvidados desde que en 1875 retornaran a la ciudad».

Además, el estudio publicado por José Luis del Castillo en Cuadernos del Archivo Secreto analiza en profundidad su trabajo artístico como pintor y desvela que Blas Yela dedicó parte de su producción a copiar o a hacer versiones de obras de grandes maestros de la pintura «con la pretensión, habitual en su tiempo, bien de completar su propia formación, bien de atender demandas locales.» Así, reproducirá, por ejemplo, «La rendición de Breda» de Velázquez o la Inmaculada de Murillo conocida como de El Escorial. Un segundo campo temático presente en su obra son bodegones inspirados en la pintura española del siglo XVII o del XVIII; óleos que toman como motivo pictórico jinetes y cabalgaduras y el resto de cuadros conservados «evocan rincones toledanos casi siempre no muy alejados del domicilio del pintor en la calle de San Cristóbal».

José Luis del Castillo concluye que «estamos en definitiva ante un pintor de género cuya técnica muestra la mayoría de las veces un correcto dibujo de figuras y una composición cuidada, pero que carece de detallismo o de preocupación especial por la originalidad, la luz o el color, para el que emplea una paleta bastante reducida, acaso por ser obras de aprendizaje muchas de las pinturas conservadas. Se advierte que guardan estrecha relación con el estilo academicista y la orientación temática de sus maestros Matías Moreno y Ángel Lucio Ludeña».

Pero además de pintor, fue profesor de Dibujo en la escuela creada en el Centro de Artistas e Industriales y también era un amante de la fotografía y apuntan a que fue iniciado por Casiano Alguacil , uno de los grandes fotógrafos de la ciudad de Toledo. De hecho, instaló en un negocio «Gran fotografía artística» en San Cristóbal.

Por último, el estudio recoge también la actividad política de Blas Yela, que, al igual que la pictórica o la docente quedó circunscrita a lo municipal y, en menor grado, a la provincial, de modo que sus intervenciones a nivel estatal consistieron únicamente en el apoyo a las candidaturas del partido en las elecciones a diputados en Cortes. «Blas Yela, al igual que la mayoría de los republicanos toledanos, se decantaría por seguir inicialmente una línea moderada»,concluye.

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