TOLEDO

El Consorcio devuelve la magia a los cobertizos

Con la restauración del cobertizo de las Doncellas o de Santa Ana toma fuerza el proyecto para recuperar 32 de estas construcciones típicas de Toledo que singularizan aún más nuestro Casco Histórico

El gerente del Consorcio, Jesús Corroto, y el arquitecto director del proyecto, Francisco Segado Fraile, en las obras del cobertizo de Santa Ana o de las Doncellas Fotos: H. FRAILE
Valle Sánchez

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La ciudad de Toledo es única por mucho motivos, entre ellos, por sus cobertizos , unas construcciones de estructura volada sobre la calle que comunicaban dos edificios con una altura que permitía pasar al caballero con su lanza y cuya historia está rodeada por el misterio que crean siempre los espacios recoletos y oscuros , por los que entra poca luz. De hecho, en el siglo XVI, en tiempos de Juana I de Castilla, se publicó una orden para su demolición que provocó que muchos desaparecieran aunque afortunadamente no afectó a todos; aún quedan algunos en pie por las calles del Casco y, ahora, además, el Consorcio tiene un plan para recuperarlos.

El proyecto arrancó con el cobertizo de la calle Hombre de Palo , recientemente restaurado y tiene su continuidad, ahora, en el cobertizo de Santa Ana, en el de las Doncellas, cuyas obras comenzaron a finales de septiembre. En total, el Consorcio pretende intervenir en 32 cobertizos de la ciudad, en un plan que se desarrollará por zonas al mismo tiempo que se interviene en la recuperación de viviendas, la prioridad de esta institución, y su duración está fijada hasta 2030.

Se trata de recuperar la vida de la ciudad y también su seña de identidad. Así lo afirma a ABC el gerente del Consorcio , Jesús Corroto , que hace historia y recuerda los orígenes de estas construcciones que surgieron, sobre todo, en el siglo XVI, cuando la ciudad estaba colmatada de conventos, muchos de ellos instalados en palacios mudéjares, que se iban uniendo según iban creciendo las órdenes religiosas; en algunas ocasiones se eliminaban las calles y, en otras, se construían los cobertizos para comunicar los edificios, un desarrollo conventual que permitió a Toledo convertirse en el mayor Casco Histórico de Europa, después de Roma. Hasta el siglo XVIII se produce un florecimiento de estas instituciones religiosas, que van ampliando sus terrenos con el fin de no cegar sus calles estrechas y entrelazas de origen musulmán y de esta forma se adoptan las soluciones de pasadizos y cobertizos.

Según explican desde el Consorcio , se entiende el concepto «cobertizo» como el vacío arquitectónico que se genera bajo y entre las construcciones que lo delimitan. «Es un espacio ‘negativo’ resultado de la resta de los volúmenes delimitados por los planos verticales y horizontales que lo acotan. Todos los cobertizos vuelan sobre el espacio público o privado de una u otra forma y todos ellos modifican la volumetría de los edificios a los que pertenecen y la percepción de la calle que los transita, generando espacios arquitectónicos ricos y situaciones ambientales singulares», explican.

Los cobertizos volvieron a estar amenazados en 1865, cuando se planteó, de nuevo, su supresión, según el testimonio del entonces arquitecto de la Diputación, Santiago Martín y Ruiz, que calificaba estas construcciones como algo de «aspecto triste y lóbrego» palabras que se encuentran en un expediente municipal que tenía por objeto la eliminación de estas «calles techadas». El técnico señalaba que mantener tales estructuras era «atentar a la salubridad, pues se impedía la iluminación natural, así como la ventilación».

Santa Ana (Doncellas)

En el siglo XXI, sin embargo, se trabaja para la recuperación de la imagen urbana de estas construcciones, un proyecto que el Consorcio arrancó hace un año con las obras de cobertizo de Hombre de Palo en la calle Sinagoga. El plan contempla una serie de intervenciones sobre esta tipología urbana tan característica de esta ciudad y que ahora continúa en el cobertizo de las Doncellas o de Santa Ana. Así, con un presupuesto de casi 83.000 euros, a finales de septiembre este inmueble se cubrió de andamios para su restauración, unos trabajos que se prolongarán, al menos, hasta el 20 de diciembre, plazo que ha concedido la Policía Local para cerrar la calle al tráfico.

El arquitecto redactor del proyecto, Francisco Segado Fraile , explica a ABC los detalles de esta actuación que consiste fundamentalmente en una labor de limpieza, de mantenimiento y consolidación, en la que va a destacar «una techumbre del siglo XVI mucho más limpia». Ese forjado de madera que soporta la edificación superior y que cubre el espacio de la calle también llamado alfarje está reforzado por jabalcones. Está compuesto por 42 vigas de madera a modo de apoyo con una manufactura sencilla a modo de forjado. En principio, no se aprecian policromías, aunque se están realizando una serie de catas no invasivas para poder cotejar dicha información.

Las caras de los muros

Otro detalle que destaca el arquitecto es la cruz, un elemento singular que aparece en muchos cobertizos, «que habla de su origen ya que en unos casos aparece en el exterior de iglesias o conventos y quiere manifestar que hay un espacio de culto, que está el Santísimo». Y el cobertizo está próximo a la capilla de Santa Ana.

Sobre los paramentos, -las caras de los muros-, en los que se está interviniendo, el director del proyecto, Segado Fraile resalta la mezcla de siglos, una base del siglo XI y XII que forman una yuxtaposición de varias épocas y otro muro con una factura del siglo XVI. El cobertizo de las Doncellas está delimitado por esos dos paramentos longitudinales de fábrica de ladrillo y mampostería, que se caracterizan por sus diferentes tipologías y cronologías. También se encuentran las fachadas que delimitan el cuerpo superior del cobertizo en sus extremos sureste y noroeste.

Los más antiguos, los de los siglos XI y XI I, fueron construidos por aparejos toledanos de cajones de hilada y media de mampostería separada por verdugadas simples de ladrillo. Y se encuentra también la típica fábrica de aparejo toledano que se establece desde el siglo XV hasta finales del XX, donde se combina mampuesto e hiladas de ladrillo. El tercer aparejo pertenece posiblemente al siglo XVIII, siendo un refuerzo del muro.

En este paramento, en el proyecto se destaca la reutilización de vigas de madera para la apertura de vanos, ventanas o puertas y también la posible policromía «que nos da a entender una reutilización de materiales en la construcción del conjunto. En las fachadas se destaca también que con el paso del tiempo han sufrido cambios estéticos y en altura, siendo la fachada noroeste más rica arquitectónicamente que la suroeste.

Según las investigaciones realizadas por el Consorcio, en 1780 la casa que forma este cobertizo sobre la calle del colegio de Doncellas , próximo a la capilla de Santa Ana, pertenecía al marqués de Villagarcía, conde de Torrejón. En esa fecha, el Ayuntamiento ordenó que se apuntalase, probablemente con las tornapuntas que subsisten hoy, por la amenaza de ruina y el peligro que ofrecía para el paso de vehículos. En 1854 volvió a declararse ruinoso y el 26 de mayo se ordena su demolición en el plazo de seis días. No se sabe si finalmente fue reparado o «quizá la ruina no era tan inminente, pues el cobertizo ha subsistido hasta nuestros días».

El inmueble se sitúa en el distrito Conventos-Cobertizos del Plan Especial del Casco Histórico, caracterizado por «el alto grado de envejecimiento de la población, una baja densidad por vivienda y valores de atracción residencial muy bajos». En lo que se refiere al parcelario, el poco suelo que queda libre entre las grandes piezas monumentales y equipamientos se parcela con tamaños medios. La tipología edificatoria casi exclusivamente corresponde a casas patios, algunas de tipo nuevo, y en algún caso, a bloques.

En conjunto, «es un barrio antiguo, con poca renovación y un alto número de edificios en estado ruinoso, aunque globalmente los edificios que necesitan intervención no suponen un porcentaje superior a la media», dice el informe que explica también que tiene dotación media de locales comerciales que se localizan en planta baja. El distrito tiene una notable densidad de viviendas con un grado de ocupación aceptable, de las cuales el 20% son en propiedad y el 80% en alquiler (la ratio más alta del casco)».

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