Antonio Lázaro
Circularidad del triángulo
El concepto del eterno retorno
La circularidad, el eterno retorno son conceptos que aprendí mayormente en la literatura: en Borges, en Paz, en Cortázar. Ahora sé que son vida.
Hace más de veinte años impulsamos con Cristian Casares el triángulo manriqueño. Ya saben, Jorge Manrique fue herido en las proximidades del Castillo de Garcimuñoz, expiró en Santa María del Campo Rus y fue inhumado, en tanto que caballero santiaguista, en el convento-fortaleza de Uclés.
Casares, poseído en escena por el Capitán poeta, encarnó un montón de veces al enamorado de la muerte. El hombre de teatro que tanto hizo por impulsar el legado manriqueño y por el teatro en Cuenca y en media España a través de su legendario Carro de Cómicos, decorado por Viquín Cortezo (el mismo de La Barraca lorquiana), Cristian digo, o su memoria al menos, nos acompañó un melancólico pero hermosísimo sábado de noviembre en un emotivo regreso al Triángulo.

Si Cristian falta, aunque su memoria viva en nosotros, el Triángulo se renueva. Ismael Trigo, joven jurista y ferviente literato manriqueño, propone una nueva aventura apasionante: un viaje por las criptas del monasterio de Uclés y a través del tiempo, en busca de los restos del capitán poeta y de su padre, el Maestre Don Rodrigo, al que inmortalizó precisamente en sus Coplas.
El otro vértice humano, indispensable, el discreto arquitecto del triángulo, José Manuel Ortega Cézar , está a punto de cerrar su trilogía manriqueña, editada por la Junta, con una Antología de poetas contemporáneos dedicada a Don Jorge. El listado de autores es deslumbrante y ratifica la vigencia de Manrique y de su mundo a una y otra orilla del Atlántico. Cuando vea la luz este libro, ya en 2016, está llamado a impactar, a dejar huella.
«Qué veamos otros números 100 del Cultural de ABC y que los ceros se hagan ochos, del cero al infinito»
Y qué mejor que una paella, esa fantasía, como cierre luminoso y solar de toda circularidad. Y es que la mejor paella del mundo, según los expertos, no se sirve en La Albufera valenciana, ni en la playa de La Malvarrosa, ni en la huerta oriolana. En Santa María del Campo Rus, cuna por cierto de distinguidos chefs, Julián García la prepara a diario en su acogedora Posada Real. Disfruten del triángulo manriqueño y ciérrenlo probando esta paella única. Pregúntense, como hemos hecho ya nosotros, dónde estará el secreto de su excelencia: ¿en las briznas de romero, en los caracoles, en el presumible toque de azafrán?
Y este Cultural regional de ABC que alcanza con su número 100 una doble circularidad, recogiendo y promoviendo siempre la cultura de Castilla-La Mancha. Que veamos otros 100 y que los ceros se hagan ochos, del cero al infinito…
Noticias relacionadas