ARTES&LETRAS
Cervantes y Toledo: otros homenajes y recuerdos
En el presente texto mostramos otras noticias y «singulares» ideas, también asociadas a Toledo, al mismo tiempo que, en diciembre de 2016, han concluido los actos del IV Centenario de la muerte de Cervantes
En artículos anteriores hemos abordado los homenajes dedicados al mundo cervantino por tres escritores toledanos: A ntonio Martín-Gamero y González (1823-1874), Ventura Fernández López (1866-1944) y Francisco Navarro Ledesma (1869-1905). Como adición y cierre, en el presente texto mostramos otras noticias y «singulares» ideas, también asociadas a Toledo, al mismo tiempo que, en diciembre de 2016, han concluido los actos del IV Centenario de la muerte de Cervantes.
¿Una fiesta quijotesca en Toledo?
En la Biblioteca Digital Hispánica es posible consultar un raro documento digitalizado, de dos hojas, impreso en Gibraltar, en 1876, por K. Wassem , con un largo y explicativo título: Programa de las fiestas que en el aniversario del nacimiento del señor Don Quijote de la Mancha, y en honor de Miguel de Cervantes Saavedra, han de celebrarse el día 31 de setiembre de 1876, por los discretos moradores de la Casa del Nuncio de la Imperial Ciudad de Toledo . Tras la inexistente fecha fijada para el acto, el «orden de la función» recoge las aportaciones de muchos «cervantistas distinguidos» de la época ( Hartzenbusch, Acosta, Sbarbi, Thebusssen, Tubino y veintidós autores más) con supuestos trabajos en torno al manco escritor (como haber sido maestrescuela de la «Catedral del Toboso» o aficionado a los jeroglíficos), a don Quijote, a Sancho (tachado de republicano federal), o sobre el hallazgo de los restos del brazo del escritor en el fondo del golfo de Lepanto.
El programa anunciaba la prédica de varias pláticas de obispos y presbíteros a partir de un capítulo del Quijote , para explicar el evangelio del día, previas al recital de poemas y cánticos alusivos al festejo. También se convocaba un concurso para fomentar los estudios cervantinos con tres alocados temas y tres premios convenientemente escalonados: «tres pesetas en dinero, una rosa de hoja de lata y una pluma de ganso». El programa lo firman el presidente, el secretario y el censor, con sus respectivos apodos y como «locos» de la Casa de Nuncio de Toledo, una institución que fue creada en el siglo XV para acoger enfermos mentales.
El Quijote de Avellaneda y su entronque con Toledo
La paternidad del documento anterior se asigna al polígrafo Mariano Pardo de Figueroa y de la Serna (1828-1918), conocido como Doctor Thebussen, según se dice, anagrama de «embustes». Estas hojas parecen, pues, un divertimento tras su larga relación bibliófila con el universo cervantino. El engarce de tal broma con el toledano hospital de «locos» se justifica a partir del Segundo tomo del ingenioso hidalgo don Quixote de La Mancha, obra firmada, en 1614, por el hermético licenciado Alonso Fernández de Avellaneda. Los últimos capítulos dan cuenta de que los más cercanos amigos del caballero andante deciden recluirlo en el citado hospital que estaba ubicado junto a la plaza de los Postes.
Señalemos que el catedrático de Lengua y Literatura, José Luis Pérez López, en varios estudios publicados entre 2002 y 2005, expone una documentada hipótesis en torno a la autoría del falso Quijote , obra circulada como respuesta a los ataques que Cervantes había hecho a Lope de Vega. Tras el nombre de Avellaneda estaría el escritor Pedro Liñán de Riaza, fallecido en 1607. A su muerte, Lope, quizá con el auxilio del poeta toledano Baltasar Eliseo de Medinilla (1585-1620), continuaría la redacción de aquel apócrifo Quijote. Lo cierto es que los tres escritores solapados bajo el nombre de Avellaneda eran buenos conocedores de la ciudad donde se escenifica el ocaso del hidalgo caballero hacia una casa para enfermos mentales.
Un quijotesco «Caballo de Troya» en La Mancha
En 1926, la localidad de El Toboso, por su vínculo con el personaje de Dulcinea, se movilizaba a instancias de su alcalde, Jaime Pantoja , para rendir un homenaje a los protagonistas de la novela cervantina: erigir un monumento con unas figuras colosales, de 32 metros de altura, que encarnaban a don Quijote, Santo y sus respectivas monturas. El proyecto técnico era del ingeniero militar, académico y «gran cervantista», Calixto Serichol, que lo expuso en una alocución y en un folleto explicativo. Proponía unas estructuras huecas con salas y miradores hacia la llanura manchega accediendo mediante ascensores y escaleras. Las piernas del escudero, su brazo, así como el vientre de Rocinante, eran las galerías de comunicación y un salón de exposiciones. El cuerpo del rucio acogería un restaurante y una zona de ocio. Incluso se preveía una vivienda para el encargado de la instalación. A fin de facilitar la llegada de visitantes, el proyecto incluía una línea ferroviaria desde Alcázar de San Juan con dos servicios al día. La idea quedó solo en las palabras y los esbozos, aunque, al cabo de muchos años, algo similar se volvió a planear para un quijotesco parque temático también sucumbido.
«El Quijote socialista» de 1933
Manuel Jiménez García de la Serrana (Granada, 1879-Madrid, 1938), médico de profesión, fue diputado por el Partido Socialista en las elecciones generales de junio de 1931 por la circunscripción de su provincia natal. Intervino en la Comisión de Hacienda, dejando la Cámara en octubre de 1933. Este periodo se corresponde con la mayoría republicana-socialista que afrontó los primeros cambios que traía la II República con Manuel Azaña al frente del Gobierno.
Fruto de su etapa en las Cortes fue Don Quijote Socialista, una obra de 95 páginas, en cuya portada se muestran ciertos nombres y acotaciones para información previa a los lectores. Así, el autor avisa de un “¿Prólogo?” firmado por José Pareja Yévenes, diputado radical y una carta de Federico Castillo Estremera, también diputado, pero adscrito a Acción Republicana. El contenido se organiza en torno a las vivencias de un médico (un trasunto del propio autor) que se inscribe en la Casa del Pueblo y, como don Quijote, decide asumir la defensa de los más desprotegidos, acompañándose de un joven militante –o escudero- para recorrer los pueblos pronunciando mítines que no encuentran el fruto esperado. Una vez que logra el acta de diputado, observa que, en la Cámara, bajo la etiqueta de republicanos reformistas, existen acomodados burgueses con escaso ímpetu renovador de las viejas estructuras españolas que, desde abril de 1931, deberían haber llegado a su final.
La vinculación toledana aparece en el hecho de que el libro fue impreso no lejos de la plaza de Zocodover, en el callejón del Lucio, 8 y 10, en el Establecimiento Tipográfico de A. Medina . Allí, se imprimieron obras de todo tipo, destacando dos cabeceras informativas: La Veterinaria Toledana (1904-1936) y el H eraldo Toledano (1901). La primera estuvo dirigida por Victoriano Medina y Ruiz y Santiago Medina (nombres vinculados al círculo republicano de Toledo) y la segunda que, hasta su cierre, en 1932, fue la réplica progresista y socialista al diario católico El Castellano.
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