Carlos Rodrigo

La vista más hermosa del mundo

«Como campaña de publicidad, nada que objetar al galardón»

POR CARLOS RODRIGO

El otro día, dentro del marco de las actividades publicitarias de Fitur, una agencia de viajes japonesa especializada en vistas nocturnas le concedió a Toledo el reconocimiento de mejor vista del mundo.

A estas alturas de la película creo que a pocos escapa lo bonito que es Toledo y la dependencia que tenemos del sector turístico, así como esa relación amor odio que arrastra con una ciudad tan peculiar y orgullosa, a veces tan vanidosa, como la nuestra.

Dicen los que no tienen el azúcar alto que a nadie le amarga un dulce, pero tampoco podemos olvidar que los dulces poco aportan a la musculatura y a la ausencia de colesterol de un ser vivo, que es lo que se supone que debe ser una ciudad que se precie.

Como campaña de publicidad nada que objetar al galardón, está estupendo y sin duda contribuirá al aumento de esa cuestión tan etérea de los likes, a que siga viniendo gente, se gaste más, etc.; aunque dilucidar qué porcentaje de ese dinero retorna en la ciudad de Toledo y en el fortalecimiento directo de un Toledo sostenible sería una cuestión de lo más interesante que dejo a los expertos.

Este premio me recuerda a cuando me preguntan por la salud y contesto, clavando mi pupila negra en su pupila azul, porque uno ya tiene una cierta edad e inconfesables goteras: bien, sin entrar en detalles.

Pero desgraciadamente sería de necios olvidar que, como siempre me recuerda el escritor y pintor Enrique Galindo, el diablo está en los detalles.

Toledo no es una plaza fácil, pero sí es una plaza muy pintona y muy coqueta que superficialmente enamora a cualquiera. Un patrimonio abrumador y un sistema basado en su capitalidad autonómica y cercanía a Madrid nos convierten en un sitio atractivo, asentado en mitad de tabla del ranking nacional, está entre los 300 municipios con más renta per cápita españoles , en el que, no debería escapársenos, hay que ser muy torpe para no ir tirando de una inercia relativamente favorable, que obvia y desgraciadamente no disfruta la inmensa mayoría del resto de poblaciones de la provincia y de la región.

Pero de ahí a caer en la autocomplacencia hay un mundo, que es el mundo que hay detrás de la foto.

Ya saben lo que hay si ampliamos el impertinente zoom en el Tajo : ese río que no nos lleva y se estanca en un infame Manual de espumas que no firmaría Gerardo Diego. O si tomamos el pulso a la ciudad, nos topamos con esa mínima vital tan débil del comercio en barrios tan señalados como la Judería o Santa Teresa . O si aguzamos el oído por la noche, nos sentimos cual Beethoven sin trompetilla, porque no encontramos apenas rastro de ocio cultural ni de entretenimiento nocturno… en esta bendita ciudad de opositores que a partir de las seis casi siempre duerme, a no ser que el tipo de la moto ratonera y estridente que pasea cazurramente por la urbe no nos lo permita.

Es maravilloso ser bonito por fuera ; ya sabemos que eso de que la belleza está en el interior es un manido consuelo al que nos aferramos los feos, pero cuidadito cuando nos ponemos las gafas y pasamos el dedo por la capa de maquillaje.

Son necesarios, en una ciudad con una industria tan limitada, un turismo, un comercio y una oferta de ocio más comprometidos , más elaborados y más cultos, en el que los ciudadanos, los primeros, y los gestores también, en la medida de sus limitaciones, sepamos qué vale lo que tenemos y que hay que aprender a pagar por ello, sin caer en la trampa de enredarnos en una guerra subterránea de corto recorrido, y de antemano perdida, con un producto anónimo y seriado que podemos encontrar detrás de cualquier click desmotivado.

Entiendo que es cometido hercúleo, en una época en que no hay más bandera común que la triste y ansiosa autosatisfacción consumista y cortoplacista, ni más patria recurrente que los países virtuales de Amazon y Neftlix, ser patriotas del terruño, y más en cuestión de dinero; pero creo firmemente que debemos apostar por un comercio, un turismo y una cultura próximas y selectas ; selecto no entendido como rico y excluyente sino como sensible y atractivo; y próximo no entendido como sectario y localista sino como cercano y accesible.

Un entorno que haga fructificar en nuestra ciudad una sociedad desacomplejada con unos barrios más prósperos y vitales que eviten que leguemos a la siguiente generación el triste laurel de decorado de cartón piedra más hermoso del mundo.

Y que ojalá en unos años nos den un accésit, tampoco hay que volverse locos, de ciudad con la oferta de entretenimiento y cultural con más proyección de España, de Europa, o del mundo mundial. Puestos a soñar…

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