Día de la Guardia Civil 2018

Campeonas vestidas de verde

La sargento María Gemma Paredes Trinidad es la comandante del puesto de Santa Olalla (Toledo), donde junto con Beatriz Luis Piqueras son las únicas dos mujeres de un equipo de 17 agentes

Gemma Paredes Trinidad y Beatriz Luis Piqueras, con sus bicicletas en el cuartel de Santa Olalla A. Pérez Herrera
Mariano Cebrián

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Son casi las doce del mediodía y María Gemma Paredes Trinidad (Torremejía, Badajoz, 1978) —más conocida como la sargento Paredes— lleva ya mucho tiempo en pie y sin parar de recibir encargos. Aunque, justo a esa hora, hace un paréntesis en su jornada para atender a ABC.

De entrada, se muestra seria debido al cargo que ostenta, ya que es comandante del puesto de la Guardia Civil en Santa Olalla (Toledo), adonde llegó hace un tiempo y donde ahora está al frente de un equipo de 17 agentes, de los cuales tan sólo ella y otra compañera, Beatriz Luis Piqueras (León, 1977) —también presente en la entrevista—, son las únicas mujeres.

«Desde pequeña siempre quise ser militar; pasé dos años por el Ejército y después decidí ingresar en la Guardia Civil porque tenía vocación y me llamaba la atención la institución», cuenta la sargento Paredes. Aun así, los inicios no fueron fáciles, ya que su padre le obligó, antes de alistarse en las Fuerzas Armadas, estudiar una carrera universitaria. Por eso, también es licenciada en Ciencias del Deporte.

Por entonces, estaban las preocupaciones de los padres por si a su hija la destinaban al norte de España, a una de las regiones próximas al País Vasco en la primera década del siglo XXI, justo durante los primeros años de servicio de Gemma, cuando la banda terrorista ETA estaba aún activa, aunque languidecía. «Cuando salí de la academia, en 2008, hice prácticas en un puesto principal y en mis inicios estaba un poco asustada, ya que hasta entonces no había tenido ningún contacto con la delincuencia», relata.

Eso sí, reconoce que desde sus inicios hasta ahora no ha tenido ningún problema como mujer dentro de la Guardia Civil ni en el Ejército. «Me he criado y he vivido en un entorno de hombres. Mi familia estaba compuesta por seis personas, y mi madre y yo éramos las únicas mujeres. Incluso en la Facultad de Ciencias del Deporte había 80 chicos por 20 chicas. Lo mismo que me ha pasado en el Ejército y en la Guardia Civil, en una proporción menor de mujeres», señala.

Otra cosa muy distinta son las experiencias que Gemma ha vivido en su relación con el ciudadano en su día a día en la calle, situaciones de las cuales puede rescatar algunas anécdotas. Por ejemplo, cuando estaba de comisionada en el puerto de Almería, a la hora de ordenar el registro de maletas no le hacían el mismo caso que a sus compañeros masculinos, sobre todo los hombres a los que registraba. En otras ocasiones, cuando le ha tocado tomar declaraciones a alguna persona, ésta se negaba a hablar con ella.

El mismo papel que los hombres

Esto es algo con lo que la sargento Paredes quiere luchar en su puesto de mando en Santa Olalla, donde insiste en que ella es una más, con la diferencia de que es la comandante. «Yo me siento igual que cualquier compañero masculino, hago el mismo trabajo que ellos. Si tengo que detener a una persona, la detengo; si hay que establecer un dispositivo y montar señales, se hace, y, si hay que limpiar un vehículo, lo hago», aclara.

Gemma explica que, cuando una compañera de trabajo está embarazada, se le busca un trabajo más asequible para su estado, por lo que se le retira de la calle para que haga labores de oficina, al igual que durante su periodo de lactancia. A su juicio, «todo esto ha sido un logro a lo largo de los años, aunque puede haber alguna cosa pendiente . Siempre se puede mejorar algo».

A Beatriz Luis Piqueras, de casta le viene al galgo, ya que su abuelo fue guardia civil y gran parte de la familia de esta leonesa han sido militares. De hecho, ella también pasó por el Ejército antes de ingresar en el instituto armado. Eso sí, dice que lo tuvo que hacer a escondidas porque sus padres, al igual que los de su superior en Santa Olalla, temían que la destinarán al País Vasco.

La agente Luis Piqueras asegura que ella tampoco ha tenido ningún problema dentro de la Guardia Civil por el hecho de ser mujer. No obstante, sí reconoce que ellas tienen que «demostrar muchísimo más» que están haciendo bien su trabajo en comparación con sus compañeros hombres. «Nosotras siempre estamos en el punto de mira», dice.

Beatriz también reclama que debería haber más mujeres en puestos de mando y en la dirección de la Guardia Civil. «Hasta ahora hemos visto cómo responde un hombre a las órdenes de otro hombre, pero me gustaría que más mujeres dieran las órdenes porque se entenderían más las cosas , aunque fuera sólo por cuestión de empatía».

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