Antonio Illán Illán
Nekrassov: la verdad de las mentiras
Nekrassov, la farsa en ocho cuadros del escritor francés Jean-Paul Sarte (1905-1980), es un espectáculo teatral grandioso
![Algunos de los actores que protagonizan «Nekrassov», basada en una obra de Jean Paul Sastre -](https://s2.abcstatics.com/media/espana/2020/02/09/nebra-krQD--1200x630@abc.jpg)
Título: Nekrassov . Autor: Jean Paul Sartre . Traducción: Miguel Ángel Asturias . Adaptación: Brenda Escobedo . Dirección: Dan Jemmett . Intérpretes: José Luis Alcobendas , Ernesto Arias, Carmen B é cares, Miguel Cubero, Clemente García, Markos Marín e Inma Nieto . Espacio escénico: Dan Jemmett y Vanessa Actif . Diseño de vestuario: Vanessa Actif . Iluminación: Valentín Álvarez . Producción: Teatro de la Abadía . Escenario: Teatro de Rojas (Toledo).
Nekrassov, la farsa en ocho cuadros del escritor francés Jean-Paul Sarte (1905-1980), es un espectáculo teatral grandioso. Trabajazo descomunal actoral y de dirección. Superlativo. Entretenido. Crítico. Con profundidad de texto, que ha superado la situación en la que fue escrito y se adapta perfectamente al mundo en el que ahora vivimos. Espejo que nos hace ver lo que sabemos, que vivimos en un mundo de farsantes, pero de farsantes interesados y manipuladores. Nada nuevo. Lo que es nuevo, inmejorable, maravilloso, es el hecho de hacer teatro total con un texto que en otras manos pudiera ser infumable. Dos horas de lección escénica con unos profesionales superclase: José Luis Alcobendas, Ernesto Arias, Carmen Bécares, Miguel Cubero, Clemente García, Markos Marín e Inma Nieto, a quienes hay que alabar y aplaudir desde el inicio por su interpretación coral, ágil, multiforme, singular, desbordante, con gracia y con empatía, mucha empatía. Todos excelentes en grado sumo; sin embargo hay que significar el punto de Ernesto Arias, se mueve en la obra como pez en el agua y eso que se desdobla en dos personajes (Gerges de Valera y Nekrassov), con una interpretación natural y desinhibida en la que baila, cojea, besa y muestras los registros del pícaro a veces, otras irascible, lleva siempre el hilo de la acción en la que se enreda y desenreda sin perder la compostura, simpático siempre. Junto a él, José Luis Alcobendas, como Sibilot y Demidoff, magistral en dos papeles de registros contrapuestos totalmente, con una expresión corporal que define a los personajes y lo expresa todo. No les andan a la zaga Miguel Cubero (Globet y Nerciat) y Clemente García (Robert, Tavernier y Chapuis) que exhiben sus grandes dotes histriónicas, con interpretaciones dramatúrgicamente subrayadas por el director con rasgos del cómic, la lucha oriental y la danza. Y qué decir de Inma Nieto y Carmen Bécares, pues que bordan sus dobles papeles como quien borda un traje de Lagartera, todo lleno de colores, hilos de oro y muchos matices.
Dando vida al engranaje está Dan Jemmet t , el director, que tuvo la visión de ver como algo actual un texto de más de cincuenta años hay que agradeceré la puesta en escena de una obra que te hace amar el teatro. Su trabajo es de orfebre y de una belleza y habilidad pasmosas para mover a los personajes- actores, así como los elementos escenográficos, que están en continuo movimiento integrados en la acción. Nunca he visto unas transiciones entre cuadros tan teatrales.
También es muy plausible la labor de la adaptadora Brenda Escobedo , que ha peinado el texto sartriano, que se pude alargar hasta las cuatro horas o más, y lo ha dejado en casi dos sin perder frescura, evitando, acaso, alguna que otra digresión filosófica del autor existencialista francés, y reduciendo los personajes de 28 a 13.
Sartre compuso un buen texto y pone sobre las tablas la verdad de las mentiras en un mundo de imposturas interesadas. Sin embargo en esta obra nada es lo que parece desde el inicio: el falso suicida, el honrado ciudadano anticomunista por encargo Sibilot, el supuesto disidente Necrassov, el que cree manipular y llevar las riendas del engaño, Gerges de Valera, que es a su vez engañado por la prensa. Todos son engañados.
Nekrassov resulta un espectáculo armónico y con una acción incesante en el que la música (muy bien elegida y situada en las escenas, con cuyo poder evocador nos traslada a los años cincuenta del siglo pasado, al comienzo de la guerra fría) es un elemento muy significativo y clave para crear el clima y el ambiente indóneos. Sí, esto es el teatro hoy, el espectáculo actual, la sátira de la política interesada y la prensa mentirosa, con la idea de que las noticias falsas no son una creación del mundo moderno. Pero ¿qué es Nekrassov, la obra de origen que da paso a esta adaptación teatral? Léanla. Es una obra, la única farsa que escribiera Sartre, estrenada en París en 1955. Es la historia de Georges de Valera, estafador internacional, perseguido por la policía, que trata de montarse una nueva identidad y una nueva fuente de ganancia haciéndose pasar por Nekrassov, alto funcionario soviético, del que corre un rumor infundado de haber escapado de la U.R.S.S. Esta mascarada, que está relatada en forma inequívocamente bufa,le sirve sobre todo para sacar dinero a un gran periódico especializado en el anticomunismo de escándalo, proporcionándole informaciones naturalmente falsas, que resultan útiles al juego político de los financieros y de las eminencias grises del diario. Pero, como no puede ser de otra forma, Valera-Nekrassov termina prisionero de la maquinaria que el él mismo ha fabricado. Se advierte que no era él quien explotaba a los demás, sino que eran los otros quienes lo utilizaban como un instrumento útil para llevar adelante durante unas semanas una acción desarrollada incluso sin su colaboración. Cuando abre los ojos a la realidad de su propia situación y declara que quiere adquirir su personalidad, es demasiado tarde, pues fuerzas poderosas están interesadas en que Valera continúe siendo Nekrassov. Su única salida es una fuga que se parece mucho a una desaparición de la nada. Es evidente que en esta farsa sartriana se entrelazan dos tema, satírico el primero, que es la polémica violenta en contingente contra la actitud política de cierta prensa (en el periódico «Soir à Paris» no es difícil reconocer a «Le Figaro»; dramático el segundo tema, que es la evolución del personaje de Valera, que llega a tomar conciencia a través de la mentira y del engaño. El equilibrio entre estos dos tema es precario, y si la sátira alcanza a veces una fuerza cómica irresistible (muy resaltada en esta dramaturgia), sobre todo en los personajes de Palotin, el director del periódico, y de Sibilot, su mal pagado redactor de la página anticomunista, el itinerario de Valera se presta a diversos equívocos; y lo que podría ser un ejemplo moderno de teatro político, se transforma, de hecho, en una renovación de motivos dramatúrgicos tradicionales. (Sin embargo, frente a la composición inicial, en esta versión sí se acentúa la sátira política y periodística).
Por hacer un reduccionismo y quedarnos con lo significativo de la obra que hemos visto en el teatro de Rojas, diría que la farsa gira en torno a los cambios en la libertad de expresión y la veracidad de la información en París tras el inicio de la Guerra Fría, sin olvidar la propia ideología de Sartre y su sentido crítico, y a la vez es un tiempo histórico que puede conectarse fácilmente con la actualidad vivida hoy, la de las “fake news” y la del auge de los movimientos políticos populistas de uno y otro signo. La manipulación permanente es un mecanismo del poder para lograr su supervivencia sin importarle nada más que su pervivencia. El juego de intereses que beneficia tanto a la prensa como a las élites lo estamos viendo hoy con la misma claridad que lo vio Sartre y lo reflejó en su obra. Hoy más que nunca, con los medios y con las redes sociales, tenemos que ser conscientes de que no hay noticia inocente y que no debemos creernos todo lo que leemos, hay que contrastarlo. Cada información tiene una intencionalidad encubierta, en el fondo un engaño o una intoxicación. En esta farsa apunta las formas que se usan para falsear la realidad y el papel servil de la prensa que sobrevive dando alas a la mentira que favorece al poder que paga.
Ojalá apuestas como esta, como este Nekrassov de Sartre, y con esta versión mágica y divertida, se representasen más. Este es el teatro imprescindible que tanta falta hace para abrir los ojos a la sociedad dormida y aborregada, en la que los políticos pillos y los poderes económicos interesados viven por encima de sus posibilidades y a costa de la masa de gente que suda, trabaja por cuatro perras y malvive de manera permanente.