Antonio Illán Illán - Crítica
Espectacular 'La odisea de Magallanes-Elcano' por el Teatro Clásico de Sevilla
«Si descomunal fue aventura del viaje, no lo es menos el trabajo escénico del equipo que ha llevado a las tablas una verdadera proeza teatral en la que todo se conjuga para lograr un trabajo exquisito»
Fernando de Magallanes fue el padre de la idea, el promotor del viaje, el líder de buena parte de la gran aventura de la travesía de los océanos, pero murió en Cebú, antes de finalizar. Fue Juan Sebastián Elcano quien logró culminar la gesta sin precedentes y volver al punto de inicio, demostrando que, de verdad, navegando siempre hacia el Oeste, la tierra era redonda. Existe una redondilla de 1673 que reza en sus versos: «Con instrumento rotundo,/ con imán y derrotero,/ un vascongado, primero,/ dio la vuelta a todo el mundo». Fue un viaje épico con todos los sufrimientos que se producen en un mar tormentoso y en un mar en calma, donde la situación del variopinto colectivo de marineros también se encona en traiciones, motines, naufragios, solidaridad y valor, violencia y muerte. Los mundos que se descubren buscando la Molucas tampoco son el paraíso. La inmensa aventura está muy bien contada, deteniéndose en las escenas más significativas y bien documentadas de los momentos, situaciones y circunstancias del viaje de Magallanes/Elcano, por la compañía Teatro Clásico de Sevilla. La odisea de Magallanes-Elcano es una obra oportuna y necesaria, de lo poco bueno que se ha podido hacer en la conmemoración del V Centenario de la Primera Vuelta al mundo, puesto que la pandemia ha impedido que se celebrara como se merece.
El texto colectivo escrito por ocho autores ( Javier Berger, José Luis de Blas, Borja de Diego, Paco Gámez, Ana Graciani, Carmen Pombero, Antonio Rojano y Alfonso Zurro ), bajo la coordinación dramatúrgica de Alfonso Zurro, mantiene el rigor histórico y se complementa con la gracia para contarlo y con unos guiños de la actualidad que dan vitalidad y poder de atracción a la propuesta teatral. Encontramos su punto de tragedia griega, sus pinceladas de drama humano y algunos brochazos de comedia, pero tan bien condimentado que el manjar teatral se paladea con gusto histórico, al tiempo que también se sienten las emociones y los problemas cotidianos de la vida humana. El resultado es un proyecto teatral monumental y hermoso. La gesta de Magallanes y Elcano es como un Apocalipsis now o como un viaje al corazón y al cerebro de una gran gesta documentada. El montaje teatral nos pone en la bandeja de las tablas la síntesis de una historia que España entera debería conocer, pues de los héroes no hay que renegar sino colocarlos sobre la honra de los pedestales.
El texto y la dramaturgia reconstruyen sobre la escena los tres años y catorce días que duró el periplo a partir de un narrador y ocho cuadros que, si bien van hilados entre sí, los podemos contemplar como retazos de historias independientes. La presentación cronológica de los hechos hace que el espectador siga perfectamente el devenir y que no se pierda en laberintos de pasiones. La obra comienza con la presentación del proyecto de Magallanes al rey Carlos I (que no aparece en escena, solo su voz en off), sigue con los preparativos del viaje y la partida desde Sevilla en las cinco naos (Trinidad, San Antonio, Concepción, Santiago y Victoria ). Luego se narra la escala en las Islas Canarias, los días de travesía atlántica, siguiendo un derrotero insólito hasta entonces, y la feliz arribada a las costas de Brasil. Hasta ese momento la obra discurre por los cauces digamos que normales. Todo empezará a problematizarse cuando se narran los hechos de bahía de San Julián, la pérdida de la nave Santiago o la desafección de la San Antonio . Se empieza a mascar la tragedia y La Odisea de Magallanes y Elcano comienza a mutar en un espectáculo teatral distinto y potente, pues la propia historia lo es y, por supuesto la propuesta teatral lo refleja; el significado del contenido se encarna en el significante teatral y en la fuerza de la representación. Pasar por el extremo de la Patagonia desde el Atlántico al Pacífico supuso un triunfo; entrar en el mar calmoso y en sus circunstancias nos irá descubriendo el drama humano de las bajas causadas por el hambre, la enfermedad y el tedio; memorable es el encuentro con la nueva tierra y sus gentes en la Isla de los Ladrones, el recibimiento del rey Humabón o la batalla de Mactán. Esto hay que verlo, es difícil contar la teatralidad, la verosimilitud y plasticidad con que se recrean las escenas. Y el viaje sigue con el cambio de capitanes, la emboscada de Cebú o el periplo por las Islas Molucas. Son muchos los acontecimientos que se agolpan sin solución de continuidad y están narrados/representados con un ritmo trepidante. Y tras la muerte de Magallanes y la toma del mando por Elcano, ya con una sola nave y 18 hombres, nos encaminamos la final de la hazaña y de la obra con el paso del cabo de Buena Esperanza, la llegada a las islas de Cabo Verde y el retorno a Sevilla, a donde llegan el 8 de septiembre de 1522, terminando con un emocionante «¡Hemos vuelto!».
Si descomunal fue aventura del viaje, no lo es menos el trabajo escénico del equipo que ha llevado a las tablas una verdadera proeza teatral en la que todo se conjuga para lograr un trabajo exquisito en el que cuentan/representan una aventura extraordinaria, de locos, desde la grandeza, la pasión y el delirio. A la excelente e impresionante coordinación y dirección dramatúrgica de Alfonso Zurro hay que añadir el también imponente trabajo interpretativo de un elenco de actores que se desempeñan con una facilidad, una rapidez, una energía, un equilibrio, una coordinación de movimientos en el espacio escénico y una dicción digna del mayor de los aplausos. Y tanto monta Juan Motilla como Magallanes, Luis Alberto Domínguez en el papel de Elcano, o todos los demás en sus diferentes roles, Manuel Rodríguez, Santi Rivera, Íñigo Nuñez, Piermario Salerno, Fernando Lahoz y Óscar Corrales . Solo se les puede calificar con una nota, la mejor, Sobresaliente cum laude o Matrícula de Honor para todos ellos.
Excelente, asimismo, es la imaginativa escenografía móvil y multifuncional ideada por Curt Allen Wilmer y Leticia Gañán , con la complementariedad necesaria del vestuario de los mismos escenógrafos, la exquisita iluminación de Florencio Ortiz , las video proyecciones de Fernando Brea y la música y espacio sonoro de Alejandro Cruz Benavides. El montaje resulta espectacular con la integración primorosa de todos esos elementos que se potencian entre sí y producen efectos especiales, que ayudan a conseguir escenas verdaderamente impactantes, plásticas y bellas.
Texto con rigor, interpretación prodigiosa, historia epatante, La Odisea de Magallanes y Elcano contiene todos los hilos del ovillo teatral que se necesitan para enredar y atraer a todo tipo de espectadores, a los que les gusta la historia y a los que les gusta el teatro, a los que saben mucho y a los que saben poco, a los jóvenes, a los maduros y a los viejos, a los hombres y a las mujeres, pues todos y cada uno podrán apreciar en lo que vean algo que les mantendrá el interés durante las dos horas que dura la representación.
Quienes gozaron en el Teatro de Rojas con el espectáculo aplaudieron con ardor esta magnífica obra, tan atractiva como instructiva, que nos puso delante un retazo importante de la grandiosa historia de los españoles en el mundo.