Ana M. Ángel Esteban - Opinión
Cómo nos manipulan las emociones para tener una forma de ser o varias
La psicóloga y sexóloga Ana María Ángel Esteban, colaboradora de ABC, habla sobre la personalidad y las distintas formas de ser
No nos manipulan las situaciones, ni las personas; nos manipulan las emociones que tenemos asociadas, por aprendizaje, a algunas situaciones y a las algunas actitudes de algunas personas, independientemente de que sí existen personas manipuladoras.
¿Cuántas formas de ser existen?, y ¿cuántas normales? ¿Dónde está el límite entre lo normal, lo distinto y lo patológico? ¿Cómo puede ser esta persona así y hacer esas otras cosas? Muchas veces nos preguntamos y, ¿cómo soy yo realmente? ¿Soy la que piensa tal o la que hace cual?
Pues podemos «ser todas» esas formas de ser en una sin que por eso seamos, como muchos dicen, «bipolares», ni estemos «pa yá». Somos una mezcla totalmente personalizada y adaptada al entorno de cada uno, según la experiencia y la educación que hemos recibido. Somos una mezcla entre esa parte de la personalidad que aún queda intacta y se manifiesta espontánea y de la otra, de la parte normativa, la que se manifiesta según esquemas, patrones, creencias… todos ellos adquiridos en y con la vida.
Y en el fondo todo esto ocurre porque pensamos y nos enseñan desde pequeños, inconscientemente, que existe una forma de ser ideal . ¿Ideal? para quién, para cuándo. ¿algo científicamente estudiado y demostrado sobre la forma de ser, ideal? N0, por favor ¡No existe! ¡Menos mal!
¿Por qué nos enseñan a «gustar» a «comportarnos» y a tantas otras cosas cuando los demás con nosotros no lo hacen? ¿Por qué este desequilibrio en el aprendizaje de esa manera casi siempre favorece a los demás? O cultivamos nuestra autoestima y la de nuestros hijos, o de lo contario estaremos contribuyendo a cultivar la de los demás.
Y aquí empezamos el proceso de fabricación de la forma de ser desde pequeños y la continuamos nosotros mismos a partir de la adolescencia con una mezcla de criterios que ya traemos de casa y con los que vamos añadiendo, de cómo nos gustaría ser.
Una misma persona educada en dos ambientes distintos, con padres distintos, puede tener una autoestima estupenda, ser libre en comportamientos, autorespetarse, ser asertiva, empática... o todo lo contrario, estar llena de inseguridades, limitada a hacer «lo correcto», quizás anteponiendo a los demás, con miedos a decir o a hace, on esquemas rígidos de comportamiento que mantendrán a lo largo de sus vidas, pero acompañados de ansiedad. Esta es la clave, cuando hay ansiedad no somos nosotros, hay un miedo.
Lo que nos hace sentir mal «sin saber por qué» es algo que tenemos aprendido y que hacemos de forma normativa, pero sin el convencimiento de nuestra forma de ser auténtica y real que siempre está en el fondo para darnos alguna señalita de humo, en forma de malestar, de que por ahí no, no, no... No confundamos esto con el malestar que genera la culpa aprendida, que en sí es otro mecanismo de manipulación emocional (sí, la culpa).
La forma de ser, la auténtica forma de ser nunca cambia , ni para lo bueno ni para lo malo, pero existen situaciones de lo contrario, situaciones que la fuerzan a actuar o que la anulan absolutamente.
En un problema de pareja, cuando uno de los dos jura y perjura que va a cambiar, eso lo podemos traducir en: quiere ganar tiempo pero no piensa que tenga que cambiar nada, 0 no quiere perderte y no sabe cómo hacer, 0 está convencido de que se ha equivocado y ahora viene lo interesante... Hay muchas motivaciones para cambiar en apariencia y temporalmente la forma de ser, sin modificarla en su esencia, porque repito, la forma de ser no puede cambiarse. Sí puede modelarse en muchos aspectos, pero ser de otra manera, ser otro, no. Quienes muestran y demuestran cambios llamativos, por ejemplo en una relación de pareja, de amistad… pensemos, podríamos anticipar, que va a ser temporal, y que no va a durar más de uno o dos meses, porque es el tiempo que se estima aproximado durante el que una persona puede estar esforzándose en otro comportamiento, si no está convencido de ello. Si el campo perdura, sí podemos decir entonces que lo está interiorizando y es una buena señal de un cambio auténtico y sentido y también anticipable como duradero.
Pero volviendo a cuántas posibles formas de ser podemos tener, básicamente la auténtica es la espontánea, esa que sale o que quiere salir a la primera, pero a la que frena muchas veces la «forma de ser normativa y aprendida». «¡Quietaaaa, y sii..!» Esa a la que hace un momento me refería como la anulada.
El miedo es una emoción fundamental que puede cambiar drásticamente nuestra auténtica forma de ser. Por miedo no hacemos o sí hacemos, sobre todo para evitar, con lo que significa que estamos forzando un comportamiento del que no estamos convencidos, y sobre el que puede más el miedo a unas consecuencias que lo que deseamos o que en realidad vaya a ocurrir. Y cuando he comenzado diciendo que estamos mediatizados por las emociones, así es: Aunque demos una apariencia, por ejemplo, de persona fuerte, extrovertida,«echá pa lante», luchadora, defensora y protectora… podemos aparentar y ser en ese momento eso, sí, ser básicamente así en casi todas las situaciones de nuestra vida, sí, podemos dar esa impresión a quienes nos conoce y es que lo somos, sí, pero cuando una emoción fuerte entre de por medio, nos transformaremos en algo desconocido para el resto, en solo en un aspecto concreto de nuestra vida, sí, pero ahí dejamos de ser nosotros para convertirnos casi en marionetas. El amor, que todo lo puede, es otra emoción, un sentimiento tan poderoso que puede convertirnos en otra persona cuando se trata de relativizar comportamientos del otro (de una persona importante para nosotros), cuando nos vemos consintiendo, no ser objetivos, nos vemos con comportamientos de humillarnos incluso… ¡Podemos hacer un despliegue de conductas tan contradictorias con el resto de nuestra forma de ser que cualquiera no se lo creería! Pero así es. Por amor, y más propiamente dicho, por dependencia emocional y por inseguridad a nivel afectivo, podemos convertirnos en otras personas, solo en esos aspectos de nuestra vida, en otras personas con otros comportamientos dictados básicamente por lo que ya comentaba en otro artículo sobre las carencias afectivas…
A veces nos damos cuenta y otras veces no, cuando la conducta no va asociada de malestar (aún)
Mensaje : en lo que veas que te frena, en lo que te hace sentir mal aun cuando crees que debería ser como tú piensas, en las situaciones en las que antepones las preferencias de otros con malestar, en todas esas conductas que sientes que debes hacer pero tu esencia espontánea dice que no… en todas esas emociones que te acompañan existe una luz roja que te dice que no , que eso así no tiene que ser , por mucho que lo racionalices para convencerte o para quitarte una posible culpa... ¡Cuando tu cuerpo habla, escúchale! porque él no se equivoca, pero tu aprendizaje sí.
Ana M Angel Esteban
Psicóloga Clínica. Sexóloga
615224680