Andrés Martínez

Y tú, ¿por qué causa luchas?

Cada vez es más frecuente ver a personas, jóvenes y adultas, con una marcada falta de motivación hacía lo que hacen, es más, me atrevería a decir, que incluso no saben ni porque lo hacen

Andrés Martínez

Hola, que bueno encontrarte de nuevo, espero que te encuentres bien. Quédate un rato, tomate un respiro en tu ajetreado día. Te invito a que reflexionemos juntos, y podamos regalarnos un instante de crítica constructiva de todo aquello que nos rodea.

El otro día, escuchando música en casa, me llamó la atención una frase de una canción que decía: “solo hay rostros incoherentes persiguiendo lo banal, impregnados de codicia en esta enferma sociedad”. Sé que es dura y tajante, incluso pienso que es demasiado derrotista, pero, sin embargo, esconde algunos matices que me invitaron a la reflexión.

En mi día a día, cada vez es más frecuente ver a personas, jóvenes y adultas, con una marcada falta de motivación hacía lo que hacen, es más, me atrevería a decir, que incluso no saben ni porque lo hacen.

Algunos de los jóvenes con los que tengo la suerte de compartir grandes momentos, no saben contestarme cuando los pregunto, para qué estudias o que quieres conseguir. Lo mismo ocurre, con adultos, en los que percibo un conformismo que les asfixia, al reconocer que no le gusta para nada su trabajo y el lugar en el que viven.

En el caso de que sepan contestar a las preguntas que te comentaba, las respuestas son más llamativas todavía, haciendo alusión siempre ha satisfacer sus necesidades materiales, conseguir en definitiva algo o dar respuesta a sus deberes o deudas asociadas con el difícil trance de hacer frente a las exigencias que nos marca nuestra sociedad. Seguro que alguna vez has pensado, que estas deudas u otras obligaciones que hemos adquirido, han dinamitado nuestras aspiraciones, reduciendo nuestros objetivos al mero hecho de poder dar respuesta a estas necesidades. Lo que finalmente ha provocado una alienación en nuestro propio ser. En el caso de los más jóvenes, observa una marcada falta de objetivos personales, que provoca una total ausencia de orientación personal.

Quizás la sociedad en la que vivimos, nos empuja a que perdamos nuestros sueños e ilusiones, siendo estos fundamentales para poder marcar la hoja de ruta de nuestra vida, concretando que objetivos a corto, medio y largo plazo queremos conseguir, y sobre todo encontrando una relación directa entre lo que hago en mí día a día, y el sueño deseado. Como decía la canción, “solo hay rostros incoherentes persiguiendo lo banal”. Finalmente entendí, que lo que me transmitía es que cada vez hay, lamentablemente, más personas con rostros anodinos, sin luz, sin esperanza, donde su única motivación es la consecución de algo etéreo y finito, como lo material. Estamos conectados a la sociedad del tener, donde todo lo que prima es conseguir y acumular, con el único objetivo de saciar nuestra sed de consumo y dar respuesta a una necesidad de inmediatez que marca nuestra forma de comportarnos.

Pero, ¿por qué ocurre esto?. Es una pregunta que me he planteado en muchas ocasiones, que riendo dar respuesta al por qué, hemos dado más prioridad al tener que al ser. Cuando he reflexionado sobre esto, siempre llego a la misma conclusión, todo esto ocurre porque nadie está conectado a una causa. Nuestro estado de bienestar, no nos deja entrar en contacto con las grandes causas. Éstas, han dejado de ser prioridades del ser, y las hemos sustituido por prioridades del tener. Es mucho más gratificante para la inmensa mayoría, comprar en el “black Friday”, que apoyar la causa medioambiental, reciclando día a día en su hogar. Quizás todo tiene su explicación, la prioridad del tener, supone un refuerzo inmediato en nosotros mismos, mientras que la del ser, por norma general, nos exige un mayor esfuerzo y el refuerzo es más a largo plazo.

Si te das cuenta, nos hemos inventado un montón de días al año que, solo sirven para curar nuestra conciencia al considerar que ya hemos contribuido a la causa, con el mero hecho de darle al “me gusta”, o ponerlo en nuestro estado de WhatsApp. El día de la discapacidad, de la esclerosis múltiple, de la violencia de género, del VIH, etc.... son solo creaciones del sistema para hacerte sentir conectado a estas causas, sin caer en la cuenta de que no hacemos nada por participar de ellas.

“Causa”, es definida, como el motivo o razón para obrar de una manera determinada. Si no luchas cada día por una causa, es normal que sientas todo lo que te comentaba anteriormente, dejando todas tus ilusiones y sueños en manos del mundo material. Te invito a que conectes con aquello que pueda dar un sentido a tu día a día, aquello que de valor a todo lo que haces, y pueda ofrecerte un espacio de crecimiento personal que, sin lugar a dudas, influirá de forma positiva en todos aquellos que amas. Las causas exigen esfuerzo, compromiso, ética, perseverancia, amplitud de miras, y otras muchas cualidades y valores, que solo se cultivan desde el ser.

Después de leer esto, te preguntarás donde puedes encontrar estas causas. Pues bien, las tienes muy cerca. Seguro que, en tu ciudad, hay muchas entidades sociales que trabajan día a día en dar respuesta a las necesidades y retos que nos hemos marcado como sociedad. En la lucha por las causas, no sobra nadie, todo el mundo tiene un hueco. No lo dudes, entra en contacto con ellas y podrás encontrar ese motivo por el que dar un sentido a todo lo que haces. El voluntariado es una gran herramienta para poder empezar. Lo tienes muy fácil, incluso desde tu móvil, a través de una aplicación llamada “MOVILIZA-T”, puedes conocer multitud de causas por las que luchar.

Quizás, en este horrible momento marcado por la pandemia de la Covid-19, solo tengamos una cosa que agradecer a este maldito virus, el hecho de que nos haya conectado con la causa de recuperar el bien común, el estado de bienestar y no olvidar a aquellos que más lo necesitan. Estamos pagando un alto precio, no dejemos de estar conectados con estos retos que nos implican a todos y nos ayudan a cultivar el ser. Aunque no seré yo quien diga, que el “black Friday”, no es divertido. Tú eliges.

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