VIVIR TOLEDO
Algunos hacedores del CD Toledo y del estadio de Palomarejos entre 1923 y 1930
Aunque oficialmente se creó en 1928, existen datos que confirman que el nacimiento del club fue anterior
En el transcurso de 2018 el Club Deportivo Toledo viene celebrando los 90 años de su fundación que fija el 24 de abril de 1928. Sin embargo, a partir de los datos expuestos públicamente por Enrique Sánchez Lubián en varios foros desde 2014, compartimos que existen raíces en años anteriores. Así, en las ferias de 1908, ya consta un encuentro organizado entre los componentes de la Sociedad Toledo Foot-Ball Club. En 1909 se cita al Toledo FC en un campeonato provincial con la participación de equipos de la Academia de Infantería, hallándose, hasta los años veinte, otros matchs jugados por algún conjunto identificado con el nombre de la ciudad. En tanto, nacían y se apagaban distintos combinados impulsados por animosos aficionados como fueron la Gimnástica Toledana, la Cultural Deportiva Obrera , el Racing Club , el Sporting Club Toledano , el Deportivo Imperial o L a Ferroviaria , unida ésta al barrio de Santa Bárbara.
El 4 de febrero de 1923, un grupo de socios del Toledo FC relanzaba el club que entonces dirigía Antonio Pinilla , docente y activo personaje en la vida local, miembro fundador, en 1915, de la Sociedad Recreativa La Góndola Azul en el Salón Echegaray de la calle de las Bulas. En aquella reunión, celebrada en el colegio de Nuestra Señora de la Paz (del cual era su director), en la calle de la Trinidad, fue elegido presidente Ángel Aguilar , veterano guardameta del equipo; como vicepresidente Eduardo Robles Pérez , oficial de Infantería, antes jugador en teams toledanos y madrileños; Jaime Llorca, vicesecretario; el citado Antonio Pinilla en el cargo de tesorero y su hermano Benjamín en la secretaría. Como contador el «Sr. Santiago», más un vocal por cada una de las Academias Preparatorias de la ciudad y que solían disponer de equipos de fútbol. En aquella sesión se indicó que se estaban redactando los estatutos para legalizar el club «en el plazo más breve posible» y adquirir un campo para toda clase de deportes.
Sin embargo, parece que aquella fase no maduraría hasta 1928, quizá ante el primer Campeonato de Liga que preparaba la Real Federación Española de Fútbol para la temporada 1928-1929 con los principales equipos del país. Y es que los torneos ya exigían espacios adecuados y reglamentos concretos. El Toledo daría pues el paso para aparejar su propio campo, ajeno a las explanadas militares del Polígono de Tiro. Espacio que se creó en 1868, bajo el cuartel de San Lázaro y que, desde 1919, sería la cuna de la nueva Escuela Central de Gimnasia del Ejército, foco difusor del deporte en Toledo.
Hasta bien avanzado el siglo XX, la práctica del foot-ball que habían introducido en el XIX los británicos adscritos a empresas situadas en España se practicaba en explanadas, trazando únicamente los límites del terreno de juego y clavando las porterías. Los espectadores asistían de pie desde las bandas, con un fácil contacto hacia los jugadores o impetuosas invasiones de campo ante cualquier incidencia. Como prueban las imágenes de las primitivas canchas de los equipos profesionales en Madrid, Barcelona u otro lugar, tan sólo se delimitaba la zona de juego con listones, colocando fuera algunas sillas y mínimas tribunas de madera. En Toledo la evolución del espacio escénico del fútbol «semiprofesional» tuvo otros derroteros.
En 1928, ya consta la petición de una cesión gratuita de terreno para construir un campo de deportes en la Vega Baja dirigida por el presidente del Toledo FC a la Asociación General de Ganaderos del Reino -la antigua Mesta, vigente hasta 1931-, administradora de aquel paraje que incluía el descansadero de Palomarejos. Es preciso recordar que, en 1907, diversos aficionados ya habían solicitado, al Ayuntamiento, terrenos próximos al Circo Romano para habilitar una zona deportiva y así no depender de las despejadas explanadas militares del Polígono de Tiro que, al menos, desde 1912, también acogían el aterrizaje de aeroplanos en ocasionales exhibiciones públicas.
En febrero de 1929 se formaba una nueva Junta Directiva del Toledo FC con Santiago Muñoz (director temporal del Heraldo Toledano ) en la presidencia; Clemente Garijo (administrador de El Eco Toledano y aficionado al ciclismo al frente del Club Deportivo Obrero) como vicepresidente; el tipógrafo Jesús Alonso R. Mota en la tesorería; el también tipógrafo Hilario Díaz (cronista deportivo bajo la firma de Hidi ) en la secretaría; Francisco Llorente (vicesecretario), Julio Bracamonte (contador) y como vocales: Alejandro de la Cuerda, Rafael Martín, Jesús Rodríguez, Salvador Matey y Dionisio Martín. Varios de ellos eran afines a posiciones republicanas, socialistas y activos miembros de la Casa del Pueblo. En estos momentos, las tribunas obreras solían recomendar a los obreros alejarse de las tabernas y de «otros vicios», elogiando una vida sana, la unión y la cultura como «claves de la emancipación proletaria». Los centros educativos públicos -como el Instituto- o privados -caso de los Hermanos Maristas y academias varias- apoyaban la Educación Física y las competiciones de fútbol con sus propios equipos en encuentros que solían tener lugar en el citado Polígono. En estas iniciativas era común contar con el respaldo técnico, como entrenadores o jugadores, de alumnos, cadetes y oficiales vinculados a la Escuela de Gimnasia o la Academia.
El 30 de junio de 1930, en una nueva asamblea general, el Toledo FC informaba del valioso apoyo recibido para construir su campo de deportes gracias a tres influyentes personas que lograron un préstamo del Banco Hispanoamericano: Emilio Grondona (Ingeniero-Jefe de Obras Públicas y suegro, desde 1916, de José Calvo Sotelo, ministro de Hacienda entre 1925 y 1930), Epifanio de la Azuela y Juan Francisco Talavera, industriales y relevantes contribuyentes. Los tres fueron nombrados socios honorarios. Se aprobó la nueva Junta Directiva que gestionaría aquel objetivo con varios nombres, ya conocidos. En la presidencia Hilario Díaz; vicepresidente, Miguel González; secretario 1º, Santiago Muñoz; secretario 2º, Alejandro de la Cuerda; tesorero, Clemente Garijo; contador, Salvador Franco; vocales: Luis Fernández, Benjamín Pinilla, José García y José Arjona Betegón, que alcanzaría el grado de general de Brigada en 1955. Los dos últimos se encargarían de la preparación física y táctica de los jugadores. En aquella reunión se anunció el inicio de las obras prometiendo la Junta poner «todo su entusiasmo» para llevar «a feliz término» la labor encomendada. Era pues el momento de elaborar el oportuno proyecto y preparar el estreno del primer estadio cerrado de fútbol en la ciudad de Toledo, noticias que abordamos en una siguiente entrega.
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