Ahmad, el presunto colaborador de Dáesh detenido en Yuncos: «No he hecho nada y no sé qué hago aquí»

Su hermano Saleh también se encuentra en prisión acusado de cooperar con la organización yihadista

En la fotografía, Ahmad abandona el taller, el martes, esposado por la Policía Nacional. En el vídeo, las detenciones de Fuenlabrada (primera parte) y de Yuncos Policía Nacional

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«Le voy a decir una cosa y se va a reír. Mi hermano tiene 22 años y es como un niño, aunque lo vea grande. Todavía se mete un dedo en la boca cuando duerme. Y, si no me cree, que le graben vídeos en la cárcel». Yahya es uno de los diez hermanos del sirio Ahmad, el presunto colaborador de la organización yihadista Dáesh que ha ingresado en prisión tras ser arrestado en Yuncos (Toledo) este martes por un numeroso operativo policial. Se le acusa de un delito de financiación terrorista.

«Después de la detención, me llamó por teléfono y me dijo, llorando, que no sabía qué estaba haciendo allí. Le pregunté qué había hecho y me respondió que nada», recuerda Yahya, quien se encontraba el miércoles en Francia por trabajo. «Le dije que no se preocupara -continúa- porque, quizá, lo habían arrestado al estar nuestro hermano Saleh en prisión y encontrar en el coche de Ahmad el pasaporte falsificado con el que Saleh llegó a España en avión».

Saleh también se encuentra entre rejas, desde hace unos cuatro o cinco meses, por la misma acusación provisional que pesa sobre Ahmad. «Yo sé que mis dos hermanos van a salir porque no tienen nada contra ellos» , afirma Yahya, quien llegó a España en 2006, con 18 años. Ahora tiene tres hijos y está en trámites para conseguir la nacionalidad. Se dedica a la compraventa de vehículos industriales (principalmente, camiones articulados), un negocio similar al que su familia tenía en Siria antes de la guerra civil. Su madre también está en España y el resto de sus hermanos se reparten entre Noruega, Suecia, Alemania y Turquía.

Supuestos remeseros

Yahya cuestiona la investigación policial y de la Audiencia Nacional, que envió este jueves a Ahmad a la cárcel, de manera provisional, junto con otro marroquí detenido en Fuenlabrada (Madrid) el mismo martes. El juez Santiago Pedraz los considera presuntos miembros de la estructura que financia al Dáesh desde Europa mediante el sistema «hawala» para transferir dinero sin pasar por bancos. Es un método extendido en países árabes que, según los entendidos, favorece la fuga y el blanqueo de capitales, además de la financiación del terrorismo yihadista.

La Policía Nacional asegura que los dos detenidos hacían de remeseros al hacer llegar a Siria el dinero recaudado entre simpatizantes de Dáesh, con cuyos combatientes mantenían una «comunicación directa». También tomaban «numerosas medidas de seguridad» en sus actividades y movimientos, según la Policía, para «evitar ser detectados». Por ejemplo, utilizaban presuntamente canales de comunicación cifrados que «les garantizaban el anonimato en sus conversaciones».

La nave de la calle de Felipe II, en el polígono industrial Villa de Yuncos, donde Ahmad vivía y trabajaba Manuel Moreno

Sin embargo, Yahya defiende la inocencia de su hermano, que había tenido una relación sentimental con una chica hasta hace poco tiempo. «Sinceramente, no tengo ninguna explicación. Cien por cien le digo que Ahmad no tiene nada que ver con esas acusaciones. Todo es mentira» , afirma. «Nosotros tenemos familiares en Siria y mi madre les manda dinero, 50 ó 100 euros de vez en cuando, porque allí la vida ha subido mucho. ¿Eso es delito?», se pregunta. «Pero vamos a suponer que mandó dinero -continúa-. Estoy seguro de que no sabía a qué pertenecía esa gente. Ahmad tiene como mucho los ahorros de su trabajo, unos 1.000-2.000 euros. No sé de qué cantidad están hablando y si pueden o no demostrarlo».

Hasta su detención, pasadas las dos de la tarde del martes, Ahmad vivía donde trabajaba como mecánico de camiones: en la nave 120 de la calle de Felipe II, en el polígono industrial Villa de Yuncos. Allí compartía una habitación, un aseo y una pequeña cocina con otro trabajador, Ouattara , un marfileño de 42 años que viajó desde Almería hace dos meses y comenzó a trabajar en este taller mecánico, que habitualmente tiene echado el cierre mientras trabajan en el interior. «La Policía llegó sobre las siete y media de la mañana. Ahmad estaba con dos amigos, pero solo se lo llevaron a él. Nadie me dijo por qué lo detuvieron», asegura Ouattara a las puertas del taller. Cuando se le informa del motivo, se queda como petrificado y solo acierta a decir en francés: «Quoi!».

«Sólo tenía un móvil»

Ahmad estaba a punto de cumplir los tres meses del contrato que había firmado con sus jefes, también sirios y propietarios de un negocio de compraventa de vehículos industriales en Illescas, junto a la autovía A-42. «Había trabajado dos años en un taller aledaño, donde nos hablaron muy bien de Ahmad», cuenta uno de sus dos jefes en las instalaciones de la carretera que comunica Toledo y Madrid.

«Me cuesta creer que lo hayan detenido por un delito tan grave», añade mientras se calienta junto a la chimenea. «Es un chico muy normal, con un comportamiento normal», asegura después de enterarse por ABC de que Ahmad había ingresado en prisión.

« No tenía ordenador en la habitación , donde llevaba durmiendo un mes porque nos pidió que le hiciéramos el favor mientras encontraba un alojamiento. Sólo tenía un teléfono móvil [cita la marca]. Si Ahmad estuviera haciendo algo raro, su compañero de habitación y de trabajo lo habría notado», aventura. Pero Ouattara mantiene que él no vio nada raro en su compañero de trabajo y de habitación, que el martes salió del taller esposado, con la cabeza tapada y escoltado en un coche azul de la Policía Nacional.

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