Adolfo de Mingo: «El rey Alfonso X mantuvo una relación de amor-odio con Toledo»

El historiador y periodista, miembro de la secretaría técnica del VIII centenario de su nacimiento, ha presentado este lunes una biografía sobre esta gran figura histórica en la Sala Capitular del Ayuntamiento de Toledo

Adolfo de Mingo, historiador y periodista, autor del libro 'Alfonso X el Sabio. El primer gran rey' H. Fraile
Mariano Cebrián

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Aunque no era un mediavalista ni un gran conocedor del rey Alfonso X, Adolfo de Mingo (Madrid, 1979) recibió un encargo y se ha convertido en todo un experto en la materia, aunque no sé si a la fuerza o por gusto.

Tal es así que este año es uno de los miembros más destacados de la secretaría técnica que organiza el programa de actos del VIII centenario del nacimiento de este personaje tan importante para la política, la ciencia, la cultura y otra serie de campos en los que destacó. Como si de un erudito más de los que conformaban la corte del Rey Sabio se tratara, este periodista y doctor en Historia del Arte por la Universidad de Castilla-La Mancha se ha empapado de esta inmensa figura. Fruto de ello, es la biografía que ha escrito y que ha salido a la luz ahora, ‘ Alfonso X el Sabio: el primer gran rey ’ (La Esfera de los Libros), que este lunes ha sido presentada en la Sala Capitular del Ayuntamiento de Toledo con la presencia de la alcaldesa, Milagros Tolón.

¿Por qué considera que fue el primer gran rey?

Con él es con quien primero se desarrollaron, de una forma ‘moderna’, algunas cuestiones relacionadas con el gobierno. En algunos sentidos, podemos hablar de un rey prácticamente renacentista, a pesar de que el Renacimiento no se produce de manera oficial hasta un siglo y medio después. Sin embargo, sus avances no fueron muchas veces bien entendidos por la sociedad de su momento, aunque pasado un tiempo se reconoció la importancia de su legado. Medidas como, por ejemplo, el afán de control por parte de la corona frente a la todavía gran independencia que tenían los nobles; o el hecho de convertir el castellano en lengua de la administración, de la ciencia y de la cultura. Ello va un poco en línea con el título de la exposición que se está organizando en el Museo de Santa Cruz: ‘Alfonso X: el legado de un rey precursor’.

¿Qué se va a encontrar el lector en su libro, más allá de su biografía?

Cuando recibí el encargo, avisé de que yo no soy un medievalista y que nunca me había cruzado con la figura de Alfonso X, tan solo por la cultura general. Conocía su reinado y su obra, y como vecino toledano sabía lo estrechamente vinculado que estuvo a los colaboradores judíos que tuvo en esta ciudad, aunque mantuvo una relación de amor-odio con Toledo. Pero más allá de eso, este rey era un desconocido para mí. Aun así, la editorial me lo encargó y me puse manos a la obra. El libro tiene tres bloques, con dos primeros convencionales de cualquier biografía: el primero, sobre su vida y el contexto histórico, y el segundo, sobre su obra. Con una figura tan importante, con un reinado que duró 32 años y con una actividad significativa antes incluso de empezar a reinar, además en varios campos que van desde el derecho a la historia, pasando por la ciencia o la cultura, me he tenido que meter entre pecho y espalda una bibliografía impresionante.

¿Qué aporta, pues, de novedoso?

Las dos primeras partes son historiográficas, donde plasmo las aportaciones más novedosas sobre este periodo, mientras que en el tercer bloque he sido más libre para aportar algo en la línea de investigación que vengo haciendo en los últimos años, como ya hice con personajes como El Greco, Santa Teresa, el cardenal Cisneros y otros. La novedad es que he planteado una iconografía del rey o he dado a conocer de qué manera ha representado a Alfonso X el imaginario colectivo; no durante la Edad Media, sino posteriormente, desde el Renacimiento hasta nuestros días. Aquí abordo cómo lo ha representado la pintura de historia del siglo XIX y qué monumentos se le han dedicado. Estamos muy acostumbrados a su imagen en la escalinata de la Biblioteca Nacional de Madrid, que es una escultura estupenda y muy icónica, que se ha representado en sellos y monedas durante el siglo XX. Sin embargo, ya antes había otras representaciones suyas, algunas de ellas expresamente toledanas y que tuvieron su momento de gloria, pero fueron olvidadas.

Y en cuanto a su representación en el cine y en el mundo audiovisual, que es su especialidad.

Es muy significativo que en España, donde ha habido mil películas relacionadas con Felipe II, muchas de ellas protagonizadas por un mismo actor, Fernando Rey, no hay casi largometrajes sobre el Rey Sabio. De hecho, hay tan solo dos documentos audiovisuales: el documental ‘Alfonso X y el reino de Murcia’, del cineasta Primitivo Pérez para la televisión murciana, y su caracterización por el actor Juan Diego en la serie ‘Toledo’. Me da la sensación de que los cineastas y los guionistas se hubieran sentido avasallados por toda su aportación cultural, que ellos a lo mejor consideran demasiado densa para convertirlo en un personaje atractivo desde el punto de vista cinematográfico. Lo que yo planteo en el libro, de todos modos, es que si renunciáramos a todas esas facetas y nos quedáramos tan solo con los hechos biográficos, hay material más que de sobra para una película o una serie sobre su vida. Él tuvo que sufrir la traición de un hijo y de varios de sus hermanos, llegando incluso a ordenar el ajusticiamiento en Burgos de uno de ellos, el infante don Fadrique. Estamos hablando, pues, de una corte de personajes que van desde su cuñada Cristina de Noruega hasta el rey inglés Eduardo I, que aparece en la película ‘Braveheart’ y que fue nombrado caballero por el mismo Alfonso X.

Una de las grandes aportaciones de Alfonso X para la ciudad de Toledo fue la creación de la Escuela de Traductores. ¿Hasta dónde llega la realidad y el mito de este hecho histórico?

El hecho de que en Toledo se reunieran eruditos, traductores o amantes de los libros fue una realidad, pero no solo en la época de Alfonso X, sino ya antes. Quienes hablan de la Escuela de Traductores lo hacen en dos fases: la segunda sería en la época del Rey Sabio, pero hubo una anterior un siglo atrás. Fue con el arzobispo don Raimundo, figura importante que impulsó que hubiera una serie de personas doctas que trabajaron en la traducción de obras de la antigüedad y orientales, entre ellos el más conocido puede que sea Gerardo de Cremona. Sin embargo, el concepto está en entredicho desde hace tiempo y sabemos que buena parte de la producción alfonsí no se realizó en esta ciudad, sino en Sevilla, Murcia u otros lugares. De hecho, El libro de los juegos , que es la última obra de su producción, se hizo en Sevilla y puede que hubiera scriptorium en varias ciudades. Esto es porque muchas veces la creencia es asociar estos centros a algo parecido a lo que se ve en El nombre de la rosa , de Umberto Eco: como un recinto cerrado lleno de atriles y de pergaminos con una gran infraestructura. Pero la realidad no fue ésa, sino la coincidencia de personajes en Toledo en un mismo tiempo acompañando al rey, al igual que en Sevilla, Murcia u otras ciudades importantes de la época, como Ciudad Real, que fue fundada por él en 1255.

Como parte de la secretaría técnica organizadora de esta efeméride, ¿puede contarnos algo del programa de actos que está por venir?

Las actividades ya comenzaron, entre otras cosas, con el campeonato nacional de ajedrez que acogió Toledo la semana pasada. Pero la fecha oficial del VIII centenario sería el 23 de noviembre, que es cuando se cumplirán los 800 años del nacimiento de Alfonso X, coincidiendo con el día de San Clemente. Aun así, antes de esa fecha hay organizadas actividades, como la de este martes; por la mañana se va a presentar la restauración del monumento dedicado a este monarca en el Parque de las Tres Culturas. Nos hemos ocupado de ello durante varias semanas y hemos contactado con discípulos del escultor que lo realizó, que fue Francisco Toledo. Esto ha requerido esfuerzo y está consensuado con los artistas, que son profesores de escultura de la Facultad de Bellas Artes de Madrid.

En su libro hay un recuerdo especial para Manuel Santolaya, fallecido este año y restaurador del convento de San Clemente, relacionado con Alfonso X. ¿Qué supuso la figura de este arquitecto para usted, en particular, y para Toledo, en general?

Cuando me tocó hacer su obituario para el periódico, algo a lo que estamos acostumbrados generalmente, me costó más de lo habitual porque yo le tenía un gran cariño y aprecio por la relación personal que mantuve con él, y finalmente tardé dos semanas en poder escribirlo. Hasta el último momento pensaba que saldría del maldito coronavirus, pero al final no fue así. Tuve con él muchísimas conversaciones y aprendí mucho de él sobre historia de la arquitectura, y creo que su muerte es una pérdida para la que ciudad de Toledo no tiene repuesto y, en el caso del convento de San Clemente, realizó una labor muy importante durante muchos años y hace unos años, en una de las últimas campañas de restauración que hizo el Consorcio allí, aparecieron una serie de pinturas medievales, si no de época de Alfonso X, un poquito anteriores, que son similares a algunas de la iglesia vecina de San Román.

¿Cree que la celebración del VIII centenario de su nacimiento puede cambiar la percepción que tenemos de él?

Quién sabe. La realidad es que la Edad Media es siempre algo que vende. No sé muy bien por qué, pero eso de llevar una espada al cinto e ir subido a un caballo con la corona ceñida siempre gusta.

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