Cristian Lázaro - OPINIÓN

El abuelo Vanderhof

«Ganamos todos viendo filmes tan hondos como 'Vive como quieras'»

POR CRISTIAN LÁZARO

Oí de pequeño que, más allá del Torno del Tajo, en la Zona de Cigarrales, habitaba un toledano que acogía a gente para que se dedicaran a lo que les apeteciera . Aquel hombre liberaba de sus ataduras a cuantos halló disconformes. Lo inesperado era que aquel prototipo de ser humano apareciese en una película de la Edad de Oro de Hollywood, «Vive como quieras» .

«Dichosa edad, y siglos dichosos, aquellos a quienes los antiguos pusieron nombre de dorados , y no porque en ellos el oro se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían, ignoraban estas dos palabras de Tuyo, y Mío. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes , a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano, y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto».

Por esa ética cervantina se guía Martin Vanderhof (inolvidable interpretación de Lionel Barrymore) que reclutaba a los desazonados: «Si lo desea, venga y conviértase también en un lirio». Don Quijote no pagaba al hospedarse en las ventas . Vanderhof tampoco paga el impuesto sobre la renta , diciendo semejantes razones: «No creo en los impuestos». «¡Que no cree en los impuestos!», se escandaliza el inspector de Hacienda. Vanderhof emplea un método socrático que exaspera a los encorsetados, a los de A o B: « Oiga, supongamos que yo pago ese dinero […] ¿qué me dará el Gobierno a cambio?» . «¿A cambio?», pregunta el inspector. «Sí, ¿qué recibo a cambio de mi dinero. Por ejemplo, si entro en unos almacenes y quiero comprar algo, bueno, ahí está, lo tengo a la vista. Pero ¿qué me da el Gobierno?«. «Bueno, el Gobierno se lo da todo. Le protege a usted». «¿De qué?«. El inspector empieza a crisparse: «Pues… de la invasión. ¿Cómo cree que el Gobierno va a mantener el Ejército, la Marina y todos los acorazados?». «¿Acorazados? –ríe Vanderhof–. La última vez que utilizamos acorazados fue en la Guerra Hispano-Norteamericana. Y ¿qué es lo que conseguimos? Cuba. Y tuvimos que abandonarla… Yo no tendría inconveniente en pagar a cambio de algo tangible«.

A ningún filósofo antes que a Vanderhof le he oído hablar de la «ismomanía» : «Comunismo, fascismo, vuduismo. Hoy todo acaba en –ismo «. «Creí que era alguna enfermedad», le responde su hija. Y prosigue Vanderhof: «Por lo menos, es algo contagioso. En esta época, si algo no va como debiera, sales, te buscas un –ismo y todo resuelto. […] Lincoln decía: 'Malicia para nadie, calidad para todos'. Mientras que ahora se dice: 'O piensas como yo o te deshago a bombazos'».

Me descorazona que la gente no vea ciertos títulos solo porque fueron rodados en blanco y negro . Se pierden la oportunidad de descubrir a personajes extraordinarios, como Vanderhof, que lo enfoca todo de manera muy particular (como Capra, el de los planos nimbados de luz). Mis abuelos eran fantásticos, pero no me habría importado tenerlo a él de tercero. Memorable cuando expresa: «¿Sabe lo que yo acostumbro a hacer cuando se me presenta un momento difícil? Pues cojo mi harmónica y me pongo a tocar hasta que la crisis ha desaparecido».

Y si le tiene que cantar las cuarenta a alguien, lo hace: «Somos chusma, eh. Y ¿qué le hace a usted sentirse un ser superior? Dígame. ¿Su dinero? Si lo cree así, es tonto de remate, Sr. Kirby, y un pobre hombre, además. Más pobre que cualquiera de estos a los que llama chusma, porque yo le garantizo que ellos tienen, por lo menos, algún amigo . Pero usted, con sus garras largas y afiladas, como dice, acabará su miserable existencia ¡sin nadie! que pueda llamar amigo. Tal vez se crea usted un personaje grande y poderoso, Sr. Kirby, pero para mí es un fracasado. Un fracasado como hombre, un fracasado como ser humano».

«Unas veces se gana y otras, se aprende», postula el refrán . En el caso de «Vive como quieras», no hay cisma: ganó los óscares a mejor película y dirección . Ganamos todos viendo films tan hondos. Y se aprende. Mucho más que a bailar La Gran Manzana en un parque al anochecer.

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