Los restos humanos en el pozo son los de Juan Miguel Isla: «Ahora debo pelear, no me puedo permitir morir aún»

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La viuda del empresario asesinado en Ciudad Real estaba preparada para recibir esta noticia, confirmada por la Guardia Civil tras cotejar con las muestras de ADN de los dos hijos del empresario desaparecido

Antonio Caba, el tratante embaucador que escondía un cadáver en el pozo

Inspección del pozo donde fueron hallados los restos de Juan Miguel Guardia civil

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«Ahora debo pelear, no me puedo permitir morir aún». Son las primeras palabras de Nardy a ABC, a través de un wasap, después de saber con una certeza plena que los restos humanos hallados por la Guardia Civil en el registro de una finca en Valdepeñas (Ciudad Real) son los de su esposo, el empresario desaparecido Juan Miguel Isla Fernández, casado con ella en segundas nupcias.

Nardy ya había sido preparada por la UCO para recibir esta noticia, que los investigadores han confirmado esta tarde, después de recibir los resultados de las pruebas de ADN realizadas con muestras indubitadas de los dos hijos de Juan Miguel.

La funesta verificación se conoce el mismo día que la Guardia Civil realiza registros domiciliarios y unas horas después de saber que Gaspar, el presunto colaborador del principal sospechoso del homicidio (Antonio Caba Vázquez), ha ingresado en prisión acusado de la muerte del empresario.

«Siempre he estado en comunicación con el jefe de la búsqueda, que me ha estado informando y preparándome. La UCO ha sido un equipo de élite en todos los sentidos, muy humano, con mucho tacto en las palabras. Desde hace meses con la mirada ya me lo decían todo», relata agradecida. «Pero hace un mes ya me dijeron que empezase a aceptar que él no volvería», continúa con entereza. «Yo podía escuchar rumores, pero siempre esperaba a lo que me dijera el jefe de la búsqueda. Mientras tanto, tenía esperanzas de encontrarle con vida y no las perdía. Se lo decía a ellos, aunque con su mirada ya lo decían todo», admite.

«Jamás me informaron del avance de las investigaciones. Me decían que era duro para mí, pero que yo debía aceptarlo porque era para proteger la investigación», revive Nardy, quien no recuerda el día que le avanzaron que se fuera preparando para lo peor.

«Al jefe de la búsqueda lo vi en Ciudad Real después de muchos meses. Él ya estaba delgado y cansado; ya no era ese hombre que llegó radiante, creo que desde Madrid. Él y sus compañeros no pararon de buscar a Juan Miguel», cuenta la esposa del empresario, de 58 años, al que conoció hace seis.

Por teléfono, los investigadores de la Guardia Civil fueron adelantando a Nardy el terrible final y luego se citaron con su hermana para contarle suavemente algunos detalles. «En una llamada, el jefe de la búsqueda me dijo que empezase a aceptar que él ya no volvería. Ojalá no hubiera pasado lo que sucedió el 22 de julio, pero ya no volverá. Esto me lo dijo claro», reproduce la viuda de Juan Miguel.

«La Guardia Civil nunca manejó la hipótesis del suicidio o de la desaparición voluntaria. Esto estuvo descartado desde el principio porque me preocupaba», sigue narrando Nardy, quien habla por primera vez con ABC poco antes de conocer que los restos humanos son los de su pareja.

Imagen principal - La Guardia Civil ha registrado este jueves esta finca en Manzanares para buscar más pruebas contra los dos acusados de la muerte de Juan Miguel
Imagen secundaria 1 - La Guardia Civil ha registrado este jueves esta finca en Manzanares para buscar más pruebas contra los dos acusados de la muerte de Juan Miguel
Imagen secundaria 2 - La Guardia Civil ha registrado este jueves esta finca en Manzanares para buscar más pruebas contra los dos acusados de la muerte de Juan Miguel
Buscando con Antonio y Gaspar La Guardia Civil ha registrado este jueves esta finca en Manzanares para buscar más pruebas contra los dos acusados de la muerte de Juan Miguel Jesús Monroy (EFE)

Juan Miguel desapareció oficialmente el 22 de julio. Fue visto por última vez en el mercadillo de la localidad ciudadrealeña de Manzanares, en la que se organiza los viernes no festivos por la mañana en el paseo Príncipe de Asturias. «Él siempre me estaba comunicando todo lo que hacía», evoca Nardy. «Cuando no estábamos juntos, él me llamaba por teléfono después de tomar el café a las siete y media de la mañana, o lo hacía yo, para hablar de lo que íbamos a hacer». Pero el día 22 no telefoneó a su esposa y «me pareció extraño». Nardy lo llamó, «pero no me contestó».

La rutina se rompió la noche anterior. La última conversación con su marido fue a las diez y media. «Nos dimos las buenas noches y nos despedimos hasta el día siguiente». Ya no supo más de Juan Miguel, que hablaba de Antonio Caba como el intermediario en la compraventa de una finca familiar del empresario. Éste había ido a Manzanares en un coche Renault Clio para cobrar la transacción, que se la estaban pagando a plazos y en metálico, según la Guardia Civil.

«La relación con Juan Miguel era de estar siempre juntos. Yo siempre estaba con él yendo a la finca, pero en los últimos quince días estuve en Italia porque tengo familia allí. Yo he pensando que [el presunto autor] pudo hacerle un seguimiento porque él estaba solo. Porque justo da la casualidad que yo estoy de viaje, porque siempre, siempre, estábamos juntos», conjetura la esposa, no se rinde: «Ahora debo pelear, no me puedo permitir morir aún».

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