Julio Sanz, compositor: «Al principio nadie daba crédito, pero hemos conseguido que las plantas hablen»

Este investigador, creador y difusor de la música electroacústica logra captar también la música del vino en su 'Huerto sonoro«, según cuenta a ABC

Los árboles nos hablan y así puedes descifrar lo que te dicen

El compositor e investigador en el laboratorio ABC
María José Muñoz

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Compositor, profesor y encargado técnico del Gabinete de Música Electroacústica de Cuenca desde 1989, dedicado a la composición, investigación, creación, difusión y conservación de la Música Electroacústica, Julio Sanz Vázquez está inmerso en una actividad realmente interesante: detectar el lenguaje de las plantas. En la actualidad, el también miembro investigador del Grupo I+D+I Fuzzygab.4 del Instituto de Tecnología ITCT de la Uuniversidad de Castilla-La Mancha, disfruta escuchando, cultivando sonidos y músicas en 'El Huerto del Sonido. Sumiller Sonoro', una propuesta innovadora que combina el mundo del vino con la música, la tecnología y las experiencias inmersivas, de la que es director ejecutivo (CEO). Dice que «las plantas vibran hablan y nos cantan a aquellos que sabemos escucharlas».

-¿Qué es el Huerto del Sonido?

-Es un laboratorio de biomúsica que he creado en un valle perdido de la sierra de Cuenca donde puedo controlar absolutamente los parámetros de variabilidad de las plantas y los sonidos de la naturaleza. Llevo más de diez años con este laboratorio de biomúsica y antes trabajaba en un laboratorio de electroacústica como diseñador de sonidos. Me especialicé en paisajes sonoros. Si unimos los conocimientos de música y de física cuántica con la teoría de cuerdas, encontramos que si la naturaleza dice que son vibraciones, es la música, son frecuencias que trasladadas a escala humana podemos escucharlas como notas musicales. Un músico coge esas vibraciones y las traduce en música.

-¿Cómo se puede conseguir el sonido de las plantas, que tecnología o métodos utiliza?

-Lo que hacemos es transducir la información biológica de las plantas, llevarlas a escala humana y poderlas escuchar como sonidos y como música.

-¿Cuándo fue la primera vez que usted 'escuchó' hablar a las plantas?

-Al principio la gente no daba crédito a esto, pero después de diez años hemos conseguido que las plantas nos canten a nosotros, y de esto hace un par de años. Hemos descubierto la posibilidad de interactuar con ellas.

-¿Y cómo perciben esos 'cantos'?

-A partir del control voltaico de la planta y del control de estrés, tanto lumínico como de humedad, de insectos que se acercan...pues las plantas cambian la vibración que tienen, la variabilidad de frecuencia en la que tienen sus impulsos.

-¿Cómo describiría usted esa música?

-Cada una suena de una forma distinta, dependiendo de sus características, y tenemos que transducirlo a lenguaje humano, a escucha humana. También hay unos condicionantes estético-musicales que utilizamos para adecuarlos a la escucha humana. Ahora estamos trabajando en una obra de teatro, que se llama 'Tú y yo', sobre un árbol que habla con un niño. Hemos conseguido las variaciones reales del árbol, las hemos transducido, y con un guitarrista y la parte electroacústica, se traduce en un lenguaje con el cual puede dialogar el niño.

-¿Se va a representar la obra?

-Probablemente en el Teatro Auditorio de Cuenca, en breve, y me han informado de que en el Parador de Belmonte srerá en septiembre. Es una obra creada por Ángel González, director fundador del Instituto de Teatro de Castilla-La Mancha. Es utilizar la biomúsica en formato teatral. También, el ecoparque por la solidaridad y la concordia de los pueblos de Jaén -que cuenta con árboles singulares- nos ha hecho un encargo. Algunos de estos árboles están patrocinados por la familia Obama e incluso por el Papa Francisco, y nos han pedido que para la próxima audiencia papal podamos entregarles el sonido de su olivo con su botellita de aceite.

-Creo que ahora están investigando el lenguaje del vino. ¿También habla el vino?

-Sí. El Huerto del Sonido nació para optimizar los estudios que estamos realizando, es una derivada empresarial para conseguir fondos y seguir estudiando la maravilla del sonido de las plantas y sus aplicaciones. Entonces, si sabemos cómo suenan las plantas, podemos saber cómo suenan los productos derivados de ellas, de su licuación. Y qué mejor producto que el vino, que sale de una planta, que tiene un proceso de fermentación, que tiene cuatro sentidos organolépticos muy estudiados ya: el color, el olor, el sabor y el tacto al paladar. Nosotros pensamos que a ese producto le falta saberlo disfrutar desde el quinto sentido organoléptico, que es el sonido, la música. En eso estamos ahora y lo hemos presentado estos días atrás en el espacio Coworking de Cuenca. Esto puede tener un interés muy importante y revolucionario en el mundo vitivinícola porque, acostumbrados a degustar el vino con esos cuatro sentidos organolépticos, nosotros ofrecemos por fin, de una manera innovadora a nivel internacional, viralidad, impacto y distinción de estos vinos, de la bodega que quiera apostar por el Huerto del Sonido porque le ofrecemos la posibilidad de que a golpe de click, escaneando un código QR, pueda acceder al sonido de la vibración fundamental de ese vino que está embotellado ese año en una bodega particular. Entonces, tenemos la vibración específica del viñedo, que transformamos en música, y que puede escuchar el receptor final. Incluso, antes de descorchar la botella puede saber cómo suena y qué lo diferencia de otros vinos. A nuestro equipo de marketing y de ventas nos parece que es un parámetro muy interesante, que puede servir mucho al mundo vitivinícola para distinguir sus propias botellas.

-Objetivo comercial, claro.

-Sí, de hecho, el Huerto del Sonido Sumiller Sonoro es una empresa que permite la comercialización de este producto. Y va más allá. Hemos llegado también a buscar estrategias para que la gente entienda qué es este quinto sentido organoléptico del vino. Hemos creado un metaverso donde las personas pueden entrar a vendimiar sonoramente esa bodega, ese vino, esa cosecha, de tal manera que, poniéndose las gafas directamente, puedes vendimiar sonoramente esa cosecha. Vas paseando por el viñedo, vas rozando las viñas como con una varita mágica, y vas escuchando la vibración o el sonido madre de esa viña. Y ya tienes el sonido de ese vino. Eso genera unos vínculos afectivos con el viñedo importantísimos. En las ferias a las que ya lo hemos llevado, la gente saca rápidamente el móvil para escanear el QR, quieren saber cómo suena ese vino.

-¿Cómo funciona?

-El primer paso es poder poner la música a través de un QR; el segundo es poder jugar a vendimiar en cualquier lugar y con aire acondicionado (risas), tanto niños como mayores, y el tercero es que hemos creado el sistema SiRAV, el sistema de resonancia armónica del vino. Si sabemos cómo suena la planta y qué vibración tiene, cuando el vino está descansando en la bodega, lo que hacemos es ponerlo en resonancia con el sonido de la parra madre. La felicidad que siente el vino es similar a la que siente un bebé cuando está en la tripa de su madre y oyendo su corazón. Esto es una revolución en el mundo del vino, lo que puede suponer que, por fin, se haya descubierto el quinto sentido organoléptico para disfrutar de él.

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