Una segunda vida para los residuos que genera la aceituna

Las empresas extractoras son la solución a los desechos de las almazaras y transforman los subproductos de la aceituna en biomasa, que se usa de combustible en industria, en fábricas cementeras o en centrales térmicas

Aceitunas, en una de las cadenas de producción de aceite en una almazara Asaja
Mariano Cebrián

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Alpechín, alperujo o orujillo. Todos estos palabros puede que le suenen a chino y lo entiendo. A mí me pasaba lo mismo hasta hace pocas semanas. El pasado 22 de septiembre, cubriendo una nueva edición del Foro de ABC ‘Cambio Climático y Economía Circular’ , me llamaron la atención estos términos y sus significados relacionados con la aceituna.

Cuando uno piensa en la cosecha del preciado fruto del olivo y en la elaboración del aceite, una persona que nada tiene que ver con este mundo nunca jamás habría imaginado que los desechos de la aceituna pueden ser muy contaminantes. Pues bien, las palabras que citaba al principio del texto tienen que ver con todos los residuos que se generan a la hora de prensar la aceituna; que durante muchos años supusieron un serio problema para el medio ambiente y que ahora, afortunadamente, son eliminados gracias a la importante labor de una serie de profesionales.

Una de ellas es María Teresa Cabeza, directora general de Mora Industrial S.A. (Morainsa) , que lleva décadas al frente de este proyecto en la localidad toledana con el mismo nombre que su empresa. Una las principales patas de este negocio, además de la elaboración de aceite de oliva, de orujo, vinagre y vino, es la Extractora Ecológica de Mora, que se encarga de retirar y transformar los subproductos de la aceituna. De ella se obtiene aceite de orujo y dos tipos de biomasa, que se utiliza de combustible en industria, en fábricas cementeras o en centrales térmicas.

«Ahora mismo somos la única solución para eliminar este tipo de residuos que pueden suponer un grave peligro para el medio ambiente», asegura a ABC María Teresa Cabeza , que apunta, además, que todo eso lo hacen sin un solo euro de ayuda de dinero público. «Las extractoras son privadas y su papel consiste en retirar los subproductos de las almazaras, que se componen del alpechín —que es el agua de vegetación—, la piel, la pulpa y el hueso de las aceitunas», informa Cabeza.

De hecho, según explica, «de la aceituna se aprovecha, como mucho, el 21-22% del total para elaborar el aceite, mientras que el resto se desecha y es de lo que nos encargamos de recoger nosotros para convertirlo en aceite de orujo o en biomasa». Esto funciona así desde hace unos 25 años aproximadamente, cuando en los años 90 del siglo pasado se produjo un cambio en las almazaras.

Antes, durante el proceso de obtención del aceite había tres grifos: por uno salía el aceite, por otro el alpechín y por otro el orujo. «Las empresas orujeras, como es el caso de nuestra empresa, se llevaban este último producto, pero el alpechín se convertía en un problema porque es muy contaminante como residuo», señala la responsable de la Extractora Ecológica de Mora .

El 'alperujo'

Ante ese problema, la Administración exigió al sector cambiar por completo ese proceso. Por eso, en lugar de trabajar en tres fases, las almazaras comenzaron a trabajar con dos grifos: uno por donde salía el aceite y otro por donde salía a la vez el alpechín y el orujo. Por eso, las orujeras dejaron de comprar orujo para empezar a comprar lo que se llamó el alperujo, que es la mezcla de ambos derivados de la aceituna.

De este modo, las extractoras pasaron también de adquirir un producto con una humedad relativamente pequeña a otro de un 60-70% de humedad, cuenta María Teresa Cabeza. «Para poder extraer el aceite de orujo, lo que tenemos que hacer es hacer un proceso de secado. Esto conllevó un esfuerzo gigante y una gran inversión por parte de estas empresas, sin ninguna ayuda de dinero público», insiste.

Proceso de extracción Morainsa

Como consecuencia de ese trabajo, las extractoras tuvieron que ampliar las plantas de secado para poder evaporar el alpechín, algo que se ve también en las chimeneas, que son muchísimo más grandes que antes. «Con ello, conseguimos que no existan vertidos y hemos hecho un favor al medio ambiente. Si nosotros no retiramos esos subproductos de las almazaras, no podrían trabajar ni ellas ni los agricultores olivareros», afirma la directora general de Morainsa.

En las orujeras, además del aceite de orujo, también se extrae el hueso de la aceituna y el orujillo, que sirven como biomasa de olivar, utilizado como combustible en industria, en centrales térmicas o en fábricas cementeras, como Cemex o Lafarge .

Bien sabe de todo este proceso Pedro Hermida, director general de Aceites Hermida S.L. , en Esquivias (Toledo), cuyos productos han recibido varios galardones en el último año. «Seguimos apostando por entregar los subproductos de la aceituna a la extractora, en nuestro caso en Mora», manifiesta. Hermida, vicepresidente de la Federación Empresarial Toledana (Fedeto), informa de que hay también plantas en Los Navalmorales (Toledo) o Campo de Criptana (Ciudad Real).

Normativa medioambiental

En su opinión, «este sistema está funcionando bastante bien y es una salida muy importante para esos subproductos de la aceituna que antes no se reciclaban, como era el residuo sólido del alperujo». Aun así, desvela que en muchas fábricas de las almazaras ya se elimina también el hueso del fruto para usarlo como combustible. «Cumplimos además con la normativa medioambiental vigente en Castilla-La Mancha», aclara.

«Para una almazara no supone ningún coste económico, por lo que estamos más que satisfechos por cómo funciona este proceso. Además, es la propia extractora la que se encarga de retirar y transportar el subproducto de la aceituna para no generar residuos y transformar el alperujo en sus instalaciones», señala Pedro Hermida .

Indica que ahora hay empresas que han visto en ello un nicho de mercado y están intentando sacar otras alternativas para sacar otro tipo de productos. Pero son aún estudios que están por desarrollar para llegar a convertirse en un negocio a medio o largo plazo.

Así pues, el sector del olivar entra plenamente dentro de la economía circular porque no genera ya ningún tipo de residuos. Y, como suele decir la directora general de Morainsa, María Teresa Cabeza, «al igual que pasa con el cerdo, de la aceituna se aprovecha todo».

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