Proyecto Genobia

¿Podría engordar el jamón ibérico a los chinos?

Seis expertos en genética, nutrición y deporte publican parte de los resultados de sus investigaciones en el libro de bolsillo «Los genes de la alimentación y el deporte»

Clientes chinos degustan jamón ibérico en una cena ABC

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¿Cuántas veces hemos visto cómo una misma dieta o un mismo ejercicio físico tienen efectos diferentes en distintas personas? «La respuesta está en la genética», asegura Antonio López Farré , profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Es el coordinador del libro de bolsillo «Los genes de la alimentación y el deporte» (Ediciones Complutense) que seis expertos en genética, nutrición y deporte acaban de publicar para la gente de la calle. Después de leerlo, uno llegará a la conclusión de que muchas de las cosas que hacemos para intentar controlar el peso, para comer mejor o para hacer ejercicio físico no son tan eficaces si no conocemos nuestro ADN.

Pero, ¿por qué una persona puede estar corriendo una hora todos los días y valerle de poco para su salud? Con un lenguaje sencillo, los expertos responden a esta y otras cuestiones, difundiendo los conocimientos científicos, las aplicaciones y posibilidades actuales de la genética en el campo de la nutrición y del ejercicio físico. En sus 246 páginas analizan por qué a una persona le gusta más el dulce que lo salado o por qué «la gente del norte de Europa no es intolerante nunca a la lactosa y un chino, sí», ejemplifica López Farré. Y todo se debe a la genética.

En el libro, escrito por profesores de la Complutense y de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), explican también por qué hay personas que tienen genes que le van a permitir ser deportistas de élite y otras, por mucho que se empeñen, nunca van a poder alcanzarlo. «Muchos de esos genes se han descubierto en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 realizando análisis a deportistas», señala López Farré, que también es académico correspondiente de la Real Academia de Medicina de España. «Igualmente, por una cuestión genética hay deportistas que se lesionan más que otros, lo que se llama lesiones sin contacto. Gente que sale a correr y se rompen las fibras; se curan y vuelven a lesionarse. Sabiendo su perfil genético, se podría hacer un entrenamiento específico».

400 euros

Llegados a este punto, ¿cuánto cuesta a un ciudadano un estudio genético? «Uno bueno, relacionado con el deporte y la nutrición, unos 400 euros», responde López Farré. «Pero tienen que estar hechos de una manera seria, en laboratorios, no en cualquier farmacia o en Amazon», advierte. Con ese estudio del ADN «podemos conocer qué alimentos metabolizamos mejor cada uno de nosotros, aquellos que no nos van a engordar o que realmente necesitamos para coger peso, por ejemplo en el caso de la gente mayor».

Entonces, ¿qué es mejor: tomar más grasa que tenga que ver con los pescados o con el aceite de oliva? «No a todo el mundo le interesa la misma grasa por su genética, y eso hay que conocerlo», responde López Farré. ¿Y por qué hay gente más preparada para el alpinismo? «Porque sus genes les permiten adaptarse mejor a una condición de bajo oxígeno, hipoxia, como los sherpas -aclara el profesor-. Hay personas que, por mucho que quieran, no van a poder ser nunca alpinista, ya que no están preparados genéticamente».

Y otra más: ¿Podría engordar a los chinos el jamón serrano, el ibérico o el de bellota? Sí, por una cuestión genética, responde López Farré. «Hay genes que nos hacen engordar; por eso una misma dieta que a una persona le adelgaza y a otra no le hace absolutamente nada. Y todo es por la genética», añade. «El cordero se lo das a comer a un oriental y puede sentarle mal o puede engordarle muchísimo debido a su genética», expone José Manuel García , decano de la Facultad de la Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), otro de los autores de la publicación.

En el caso de los españoles, en general admitimos mejor los carbohidratos complejos, como los que aportan la pasta y el arroz, que los simples, como los dulces, «que nos engordan muchísimo más que a otras poblaciones, y da igual que sea un dulce industrial que artesano». «Y todo se debe a que los genes que nosotros tenemos hacen que lo metabolicemos mucho peor y todo lo que tú no metabolizas va a grasa», explica el profesor López Farré.

Inteligencia artificial

En «Los genes de la alimentación y el deporte» se recoge parte de los resultados de Genobia, el acrónimo de gen, obesidad e inteligencia artificial. Es un ingente estudio de la Comunidad de Madrid en el que colaboran docentes de la UCLM. «A través de la inteligencia artificial -indica López Farré- intentamos realizar fórmulas predictivas que nos digan qué persona va a tener sobrepeso u obesidad, y si va a tener luego una patología relacionada con ello: un cáncer, un infarto, una enfermedad respiratoria,...».

Esa fórmula obtenida en un algoritmo está basada en las respuestas de voluntarios a través de formularios con preguntas sobre hábitos de vida, de la alimentación y del ejercicio físico, así como en un estudio genético de cada participante. Los autores de este estudio se encuentran en el segundo de los cuatro años del proyecto Genobia, para el que se recogerán 8.000 cuestionarios.

«Tanto la alimentación como el ejercicio físico son dos medicinas 'baratas' y muy eficaces» , repite José Manuel García, doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, además de poseer un máster en nutrición. «Siempre se ha dicho que para perder peso hay que andar mucho a bajas intensidades de frecuencia cardiaca porque eso hace trabajar el ácido graso. Pero debes tener los genes que determinarán que tu trabajo aeróbico o anaeróbico sea bueno o malo», pone como ejemplo.

Con el estudio Genobia se está tratando, también, de obtener un algoritmo que dé una predicción sobre qué tipo de genética es la culpable de la obesidad infantil y la mórbida, sobre todo en España, y qué tipo de ejercicio físico, dependiendo del gen, es el más adecuado para combartir la ganancia de peso. «La gente con hambre tiene un gen por el que no se sacia nunca», asegura José Manuel García. «Si puedes regular los ciclos de saciedad y de hambre, algo que se debe a la genética -añade-, conseguirás que una persona adelgace o engorde a su conveniencia». Y en la publicación se dan algunos consejos para conseguir mecanismos para engañar al cerebro, desvela el profesor López Farré, quien resume el contenido del libro en un titular: «La medicina del tercer milenio basada en la genética».

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