El obispo Algora llama a una conversión pastoral y misionera en el Año Jubilar
El sábado se abrieron las Puertas Santas en las catedrales de Ciudad Real y Albacete y hoy lo hacen en Toledo, Cuenca y Guadalajara

El Año Jubilar de la Misericordia comenzó con la apertura del Papa Francisco de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro durante la solemnidad de la Inmaculada Concepción el pasado 8 de diciembre. En las diócesis de la región lo harán este fin de semana. Este sábado fueron los obispos de Ciudad Real, Antonio Algora, y Albacete, Atilino Rodríguez , los encargados de la apertura del año en sus respectivas diócesis.
Con la participación de cientos de fieles, a las diez y media de la mañana se abría ayer la puerta del jubileo en la catedral de Ciudad Real por parte del obispo Antonio Algora. En el resto de lugares jubilares, la apertura será el 20 de diciembre. Además de la catedral de Ciudad Real, serán lugares jubilares, la parroquia del Cristo del Espíritu Santo, en Malagón; el Santo Cristo de la Misericordia, de Valdepeñas; la ermita del Santo Cristo de la Expiración, de Montiel; la ermita del Cristo de la Misericordia, de Miguelturra; la ermita del Santísimo Cristo de Villajos, de Campo de Criptana y la ermita del Cristo de la Luz, de Daimiel .
Durante su homilía, monseñor Algora aseguraba que el Año de la Misericordia «nos habla explícitamente no solamente de perdón de Dios y de ser nosotros meros beneficiarios de su amor misericordioso, estamos llamados a una conversión pastoral y misionera».
Un año «en el que todo, absolutamente todo, debe volver a su sitio, y el sitio al que nos referimos es la Santidad de vida para todos, que tiene en cuenta la dignidad de cada persona, la igualdad de oportunidades» , indicó el obispo en su homilía.
También denunció que a la Iglesia «no solamente no se la considera, sino que se la discrimina y persigue» y de las «mil y una aventuras de los cristianos traídos y llevados por el exilio y los caprichos de los regímenes políticos que nos toca en suerte».
Podrán obtener la indulgencia jubilar, siempre que cumplan las condiciones establecidas por la Iglesia, todos los fieles que visiten los lugares jubilares; los que participen en la solemne eucaristía de apertura (en cualquiera de los lugares jubilares), o en la de clausura, en la catedral.