Tribunales

Kiwsí es inmortal

Este miércoles se reabre el juicio contra los asesinos de Vicente Cañas, un jesuita de Alborea (Albacete) que vivió con una tribu en el Amazonas brasileño y fue asesinado en 1987

Vicente Cañas con la tribu Enawene Nawe COMPAÑÍA DE JESÚS
Juan Antonio Pérez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Cada persona tenemos nuestro lugar natural en el mundo y a veces pasan años, quizá décadas, hasta que lo encontramos. El de Vicente Cañas , nacido en Alborea (Albacete) en 1939, estaba en la selva amazónica. Con la tribu de los Enawene Nawe, en el estado brasileño de Mato Grosso. En ese lugar lo mataron a principios de abril de 1987 . Sus pecados fueron mantenerse fiel a aquellos que le habían acogido como uno más y, peor aún, rebelarse contra los poderosos que intentaban exterminar a la tribu. En 2006, 19 años después del asesinato, se celebró un juicio en el que los acusados salieron absueltos por falta de pruebas. El Ministerio Público brasileño recurrió el fallo y un tribunal ordenó un nuevo juicio. Este miércoles empieza. Han pasado 30 años, pero la memoria de Vicente Cañas, conocido como Kiwsí entre los indígenas, es inmortal.

Cañas ingresó en el noviciado jesuita de San Pedro Claver, en Raimat (Lérida), en 1961. Cinco años después, la Compañía de Jesús le mandó como misionero a Brasil, según se lee en la web de la organización religiosa. En 1969 vivió una experiencia que le marcó de por vida: una epidemia de gripe acabó con casi toda la tribu de los Tapayuna. De unos 600 apenas sobrevivieron 41. Desde entonces «se comprometió por entero a la defensa de las últimas tribus», escribe el colombiano Carlos de Urabá en «Vicente Cañas, el Cristo de los paganos» , un relato sobre la vida del jesuita albaceteño.

En 1974 se integró con los Enawene Nawe . Se trata de un clan que habita en una reserva a orillas del río Juruena, en Mato Grosso. Son unos cuantos cientos de personas que nunca permanecen en el mismo sitio más de dos semanas. Se mueven para aprovechar mejor las tierras de cultivo. Siembran yuca y maiz. Recolectan miel y frutos silvestres.

Cuando llegó, las mujeres de la tribu despojaron a Cañas de su ropa y le pintaron con achiote y huito, le deformaron los lóbulos de las orejas con cilindros de cerámica y le raparon el pelo. Le convirtieron, vamos, en uno más y Cañas vivió el resto de su vida en una choza.

El problema de los Enawene Nawe en aquellos años es que sus tierras eran vecinas de las de Pedro Chiquetti, un gran hacendado que quería expandir sus posesiones. El jesuita luchó porque el Gobierno brasileño fijara una demarcación oficial para la tribu y «las amenazas se sucedieron», asegura José Luis López Terol, autor del libro Kiwsí, tras las huellas de Vicente Cañas .

40 días desaparecido

Finalmente, los fatales presentimientos se cumplieron y en mayo de 1987 le encontraron muerto. Cañas llevaba 40 días desaparecido y desde el primer momento se sospechó de Chiquetti. En 2006 se celebró el juicio, pero solo dos de los seis (presuntos) implicados se sentaron en el banquillo. El resto, o habían fallecido o tenían más de 80 años y eran inviolables, según la legislación brasileña. Ambos fueron absueltos.

En el juicio que este miércoles comienza solo se juzgará a un acusado: Ronaldo Antonio Osmar, comisario de policía en el momento del asesinato de Cañas y al que se le atribuye haber estado al servicio del poderoso Chiquetti y obstaculizar la investigación.

Kiwsí es inmortal

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación