Despoblación

Huerta del Marquesado: pan con sello municipal

El Ayuntamiento buscaba gente para reemplazar en el horno municipal a Rosa y Rafael, que se jubilan después de 23 años. Los elegidos son Cristina y Mihai

Horno del Ayuntamiento de Huerta del Marquesado (Cuenca) huertadelmarquesado.org
Mariano Cebrián

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Rosa Sáez lleva casi 23 años levantándose a primera hora de la madrugada, pero desde hace justo dos semanas ha dejado de hacerlo. Esta barcelonesa de 61 años llegó en 1996 a Tejadillos (Cuenca) —el pueblo de su madre— junto con su marido, Rafael Maldonado, para encargarse del horno artesanal del pueblo vecino, Huerta del Marquesado, después de dos años cerrado. Decidieron dejar atrás la capital catalana y apostaron por una vida más tranquila en un pequeño pueblo en plena Serranía conquense de poco menos de 200 habitantes.

Recuperaron este horno, de propiedad municipal, que el Ayuntamiento ha tenido alquilado durante más de dos décadas y que se conserva casi tal cual quedó rehecho a principios del siglo XX, aunque ahora se está restaurando. Al principio fue Rafael, de 70 años, el que se dedicó a elaborar el pan que cada día se vendía en Huerta del Marquesado y que se repartía por muchos pueblos de la comarca. Sin embargo, una enfermedad de este panadero hizo que fuera su mujer la que cogiera las riendas del negocio, en el que han echado muchos años de trabajo y que les han granjeado ganarse el estómago de los paisanos. En la Serranía Alta conquense son bien conocidos su pan montañés, su torta de aceite o su malabierto (una rosca de pan) .

El matrimonio echó raíces en Huerta del Marquesado, donde nació su hija, que eligió el trabajo social en lugar del horno y trabaja en una residencia del pueblo vecino de Landete, donde su marido es profesor. Ahora, sobrepasados los 60 años en el caso de Rosa y los 70 en el de Rafael, han decidido jubilarse, obligados por la edad y también por algún problema de salud. Han echado así el cierre al histórico horno de leña «El Solanillo», cuyo nombre hace mención al lugar donde da el sol y donde se reunían los lugareños al final de su jornada.

El 19 de enero fue el último día que Rosa hizo el pan en Huerta del Marquesado . Se ha jubilado, tras un acuerdo con la Seguridad Social, para dejar paso a las nuevas generaciones. «Ya no tengo que madrugar más, estoy muy cansada y somos muy mayores para dedicarnos a un trabajo tan duro», afirma. Aun así, no se va del todo, ya que esta veterana panadera se ha comprometido a enseñar a los nuevos inquilinos los secretos del oficio y del horno moruno, como su manejo y saber la temperatura óptima de cocción del pan.

Horno de leña «El Solanillo», donde Rosa y Rafael han pasado 23 años huertadelmarquesado.org

Desde que a finales del 2018 Rosa anunciara que cerraban, el interés por hacerse con la gerencia del horno de propiedad municipal hizo que el Ayuntamiento de Huerta del Marquesado iniciara un proceso para seleccionar a unos nuevos encargados. El alcalde, Higinio García, cuenta a ABC que llegaron cerca de treinta personas procedentes de toda España, sobre todo de Barcelona, Valencia y Madrid, que estaban interesadas en hacerse cargo del negocio. «No poníamos ningún requisito —aclara el regidor huertero— pero sí que buscábamos un perfil de pareja joven y con niños, que es lo que más interesa a un pueblo con tantos problemas de despoblación».

Huerta del Marquesado, conocida como «la villa enamorada del agua» , tiene como emblema económico la embotelladora Fuente Liviana, empresa que da trabajo a mucha gente de la zona. Pero el principal atractivo de esta comarca de la Serranía de Cuenca son sus recursos naturales y turísticos. De hecho, el pueblo cuenta con seis alojamientos rurales y cinco establecimientos hosteleros, entre ellos uno del que es propietario el alcalde del pueblo.

Nuevos inquilinos

De todas las solicitudes recibidas para dedicarse al horno municipal, cuenta Higinio García, se seleccionó a seis candidatos, que pasaron por el pueblo para conocer las instalaciones y superar una entrevista personal. Finalmente, los elegidos son Cristina y Mihai, que hace poco recibieron una respuesta afirmativa por parte del Consistorio. Esta pareja procedente de Teruel, donde trabajaban hasta ahora en una masía y con experiencia anterior trabajando en un horno, ha recibido incluso el visto bueno de su antecesora en el puesto, Rosa, a la que le han causado «una buena impresión».

La pareja se enteró de esta oferta de trabajo a través de redes sociales y por que un tío de Cristina que vive en Valdemeca (Cuenca) le avisó. Esta castellonense de 39 años, originaria de la comarca del Maestrazgo —entre Teruel y Castellón—, lleva trabajando un tiempo en el campo, donde conoció a Mihai, un chico rumano de 27 años. «Nuestra intención es quedarnos por muchos años y dedicarnos en cuerpo y alma a nuestro trabajo» . Huerta del Marquesado puede estar tranquilo, tiene panaderos para rato.

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