Huelga feminista del 8 de Marzo
Pilar Andrés: «Los hombres de aquel momento nos consideraban personas a proteger»
ABC habla con una de las primeras diputadas en las Cortes de Castilla-La Mancha. Estuvo en política entre 1987 y 1991 y entonces solo cuatro mujeres se sentaban en el hemiciclo regional
La política siempre es un reflejo de la sociedad a la que representa, mal que les pese a algunos ciudadanos. La discriminación hacia la mujer no ha sido una excepción en ese ámbito y por eso a ellas también les ha costado sus fatigas abrirse paso en el Parlamento de Castilla-La Mancha.
Desde que en 1983 se constituyeron las Cortes regionales, el número de diputadas siempre ha ido a más, pero se tardaron 20 años y cinco legislaturas en normalizar la situación: es decir, en que los escaños fueran ocupados de una manera más o menos proporcional por hombres y mujeres.
Así, en la primera legislatura solo hubo una diputada . Se llamaba Consuelo García Balaguer y nació en Málaga, en el seno de una familia acomodada. Su abuelo paterno fue compañero de caza del rey Alfonso XIII. Con estudios de Magisterio y Farmacia, circunstancias de la vida (más bien del amor) la llevaron a Ciudad Real, de donde era su marido, el cirujano Rafael Ruiz Ruiz.
Consuelo ya quiso entrar en política en los últimos años del franquismo, pero no lo consiguió hasta la Transición. Entre finales de la década de los setenta y principios de los ochenta, llegó a ser presidenta provincial y regional de Alianza Popular. Solo estuvo como diputada cuatro años. Murió en 2016.
En la segunda legislatura (entre 1987 y 1991) las diputadas aumentaron a cuatro, una representación que seguía siendo ínfima. Una de ellas fue María Dolores Calvo Cirujano, que llegó a ser secretaria regional del CDS y murió en 2012. Las otras tres pertenecían también al PSOE: María los Ángeles Díaz Vieco, que solo estuvo hasta octubre de 1989, cuando dio el salto al Senado; Rita Moraga Ferrándiz, también hasta 1989, cuando pasó al Congreso de los Diputados; y María del Pilar Andrés Aparicio, igualmente socialista, quien permaneció en su escaño los cuatro años y ha accedido a hablar con ABC sobre aquellos tiempos no tan lejanos.
¿Qué recuerda de su experiencia como diputada?
Éramos muy pocas mujeres y los hombres de aquel momento nos consideraban personas a proteger, pero realmente éramos mujeres fuertes. Con carácter, reivindicativas, profesionales que no solo nos dedicábamos a la política, sino que teníamos nuestra profesión. Pronto demostramos que no necesitábamos protección, sino respeto. Lo que ocurría es que en todo lugar institucional uno tiene que conocer cuáles son los modos de funcionamiento. Ellos se movían muy bien porque el 80 por ciento de los hombres que estaban esa legislatura también habían estado en la anterior o procedían de otras administraciones políticas y conocían el sistema. Nosotras tuvimos que descubrirlo.
¿Por qué decidió dejar la política?
Nunca dejé mi profesión. Soy trabajadora social y lo compaginaba. En aquel momento los diputados no teníamos sueldo, recibíamos una dieta por asistencia a plenos y comisiones. A mí me gustaba mucho mi profesión, quería cambiar el mundo y pensaba que era más fácil desde mi profesión que desde la política. Ahora con los años sé que no es verdad. La política es muy importante para cambiar todo aquello que no funciona adecuadamente.
Fue una de las impulsoras de los centros de la Mujer en Guadalajara...
En el Parlamento regional descubrí la importancia de trabajar por las mujeres. Yo he sido funcionaria de la Seguridad Social y había trabajado con discapacitados y mayores, y siempre me encontraba que las personas que menor acceso y más dificultades hacia los recursos eran las mujeres. Tuve la suerte de trabajar en el sector «Mujer» cuando se hizo la transferencia de competencias del Instituto de la Mujer desde el Estado hacia las comunidades autónomas, que en aquel momento lo recogió la Consejería de Cultura. Es lo más importante que he hecho en mi vida profesional: colaborar en la creación de los centros de la Mujer.
¿Va a secundar la huelga (la entrevista se hizo el miércoles)?
—Por supuesto que sí. La van a hacer mi hija y mi nieta. Es fundamental dar visibilidad al malestar de las mujeres y que sea posible que la igualdad sea una realidad. Que no solo esté en las leyes, sino en las costumbres y en la vida social.
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