Hallan muertos por arma de fuego a un hombre de 56 años y a su madre, de 89, en Casas de Benítez

La hipótesis inicial de la Guardia Civil es que el hijo disparó a su madre con una escopeta y luego se quitó la vida en este pequeño pueblo conquense

En la vivienda de color blanco ocurrieron los hechos Europa Press

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Juan disparó a su madre, una anciana de 89 años, y luego se suicidó con el mismo arma: una escopeta. Esta es la hipótesis de la Guardia Civil sobre el crimen que ha ocurrido este sábado en un domicilio de Casas de Benítez , un pequeño pueblo de unos 900 habitantes situado en el sur de la provincia de Cuenca.

Los hechos sucedieron, poco antes de las cuatro y media de la tarde, en una casa que se levanta en la calle Cuenca, a unos 450 metros del puesto de la Guardia Civil. En esa vivienda residían Julia, su hijo Juan y la esposa de él, aunque no ha trascendido si ella se encontraba dentro cuando ocurrió el crimen.

A los vecinos les cuesta creer que Juan (56 años, casado y sin hijos) pudiera disparar a su madre y luego quitarse la vida. «Los tres —Juan, su madre y su nuera— tenían una relación muy cordial», contaba Ángeles , directora del Hogar del Jubilado.

Pero esa es la conjetura con la que trabajan los investigadores, que en la inspección ocular no han observado la ayuda de terceras personas. «La hipótesis inicial se centra en que el hijo dispara a la madre y después se suicida», indicó un portavoz de la Delegación del Gobierno en Castilla-La Mancha.

Juan tenía una escopeta dentro de su casa, aunque en el pueblo dicen que no era un cazador habitual. Pero hoy sí la utilizó, según las pesquisas de la Guardia Civil. Emilio, conocido de la familia, afirmaba a ABC que el presunto homicida descerrajó varios disparos a su madre con una escopeta a la que le había quitado la varilla del limitador de cartuchos, que «permite un máximo de tres tiros consecutivos».

Sin embargo, en Casas de Benítez van a tardar en digerir este crimen. Porque a Juan, albañil de profesión desde muy joven, lo describen como una persona muy trabajadora y callada, que «no tenía problemas con nadie». «Lo suyo era trabajar; era muy responsable, no era de bares y una persona muy tranquila», cuenta de él Julián Carretero , juez de paz y sacristán de la iglesia, que llegó a trabajar con el presunto homicida hace años. Actualmente, Juan era socio de una empresa local de albañilería y también realizaba trabajos por su cuenta.

A Julia, madre de otra hija, era frecuente verla caminando por la calle, hasta no hace mucho tiempo, en este municipio de la comarca de La Manchuela ubicado a 105 kilómetros de la capital conquense. «Era dicharachera y siempre con un carácter afable», la define Ángeles. «Estamos consternados con lo que ha sucedido, no nos lo creemos», repite el juez de paz y sacristán. Él, probablemente, ayudará al sacerdote que oficie los funerales por Juan y su madre, Julia.

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