Ya está entre rejas el psicólogo de Ciudad Real que abusó de menores: «Que se pudra en la cárcel»

Se saltó el plazo de 24 horas que le dio la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Ciudad Real y, tras estar en búsqueda y captura, el jueves entró en prisión

Mariano Cebrián

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Casi seis años de proceso judicial y de calvario han vivido las dos menores que sufrieron abusos sexuales por parte de Pedro Julio Merino Cejudo . Ellas y sus familias ya no tienen que preocuparse de ver por la calle a este psicólogo que las atendió en su consulta particular en Ciudad Real. Y todo porque el pasado jueves entró en prisión para cumplir la condena de 17 años y medio que le impuso el Tribunal Supremo el 19 de enero .

Así lo han confirmado a ABC fuentes de la Policía Nacional en Ciudad Real. Pasó el umbral del centro penitenciario de Herrera de la Mancha, en el municipio ciudadrealeño de Manzanares, al mediodía del jueves. Pero, aun así, la resolución del caso no ha sido nada fácil, con seis largos años de proceso judicial que han acabado con Pedro Julio Merino Cejudo entre rejas.

La defensa del psicólogo ha hecho todo lo posible por retrasar su ingreso en prisión y ha puesto varios recursos de amparo en los que aducía que su cliente estaba enfermo y que es mayor (66 años). Sin embargo, tal y como ha asegurado en varias ocasiones a este diario la abogada de las familias de las víctimas, Concepción Marín, «ningún escrito que presenten puede evitar que cumpla su pena».

Después de la sentencia del Alto Tribunal, la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Ciudad Real dictó el pasado martes un auto que denegaba al condenado la suspensión de ingreso en prisión y se le daba 24 horas para que lo hiciera de manera voluntaria. Sin embargo, ese plazo expiró y, dado que Pedro Julio Merino Cejudo no se presentó en la cárcel, el juez ordenó su búsqueda y captura. Lo llevaron a cabo agentes de la Policía Nacional, que «en todo momento lo tenían vigilado y controlado», según fuentes del cuerpo, que cuentan que el psicólogo se desplazó a otro domicilio que tiene fuera de Ciudad Real.

«No se presentó al primer requerimiento que tenía para entregarse en 24 horas, pero, cuando era inminente su detención, se entregó y entró en el centro penitenciario de Herrera de la Mancha el jueves al mediodía», señalan. Una noticia que, no por esperada, ha dejado de sorprender a las familias de las menores víctimas de abusos sexuales por parte del ahora preso «Todavía no nos lo creemos», reconocen las madres de las dos niñas.

Entre mayo y julio de 2016, las dos adolescentes, que entonces tenían 11 y 12 años, fueron llevadas a la consulta del psicoterapeuta por sus progenitores para abordar un problema de déficit de atención. Cuando se quedaba a solas con las menores en la consulta, usaba una terapia hipnótica sin consentimiento paterno y las tumbaba en la camilla para besarlas, tocarles pechos y genitales.

Las jóvenes siguen en tratamiento psicológico y psiquiátrico, e incluso llegaron a estar durante un tiempo ingresadas en la Unidad de Hospitalización de Salud Mental Infanto-Juvenil del Hospital de Ciudad Real . Casi seis años después de todo ello, «por fin se ha hecho justicia», asegura la abogada de las familias, que se quejan de la «lentitud» del proceso judicial, «y más en un caso de pederastia en el que los menores sufren tanto».

«Llevamos mucho tiempo sin poder dormir en condiciones, y lo que nos queda. El daño ya está hecho y tardará muchos años en curarse», aseguran las madres de las víctimas. Aun así, las palabras alivio y tranquilidad son las más repetidas por ellas, que esperan que sus denuncias hayan servido para evitar otros casos de abuso sexual a menores de Ciudad Real o de otros lugares que este psicólogo podría haber perpetrado.

Ambas comunicaron a sus hijas la sentencia del Supremo que condenaba a su abusador a 17 años y medio, pero no saben nada de su entrada en prisión. «Lo mejor para ellas es no saber nada más y que pasen página a esta pesadilla», afirman las madres, que se muestran «muy orgullosas por lo valientes» que fueron sus hijas al hablar y contar lo que les hizo «ese canalla». Por eso, a la pregunta de qué desean al psicólogo en el que confiaron para tratar a sus niñas, se muestran tajantes: «Que se pudra en la cárcel».

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