Diferencias y similitudes entre el coronavirus y la gripe española en Daimiel

El historiador Mariano José García-Consuegra ha hecho un estudio comparando la actual pandemia con la de hace un siglo

El historiador Mariano José García-Consuegra , en una imagen de archivo ABC

ABC

Mariano José García-Consuegra, Doctor en Historia por la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), ha realizado un estudio comparando los efectos que provocó la llamada gripe española de hace un siglo con la actual emregencia del coronavirus en Daimiel , su pueblo.

El trabajo, que ha sido divulgado en la segunda edición de las Jornadas de Historia del municipio, muestra tanto las diferencias como las similitudes entre las dos pandemias. La gripe spañola afectó sobre todo a jóvenes de 15 y 40 años , a priori la población más fuerte. Aquella epidemia surgió en un contexto caracterizado por la presencia habitual de enfermedades infecciosas como la viruela, la difteria o el sarampión, que provocaban altas cifras de muertes entre una población que, además, se mostraba reticente a la vacunación.

En Daimiel la gripe española tuvo un impacto reducido en su primera oleada, pero en la segunda se registró un «dramático incremento del número de enfermos y del de fallecidos». Esto ocurrió durante los meses de septiembre, octubre y noviembre de 1918. «La mortalidad por causa de gripe y otras patologías respiratorias alcanzaba un tercio de la mortalidad anual cuando en ocasiones normales no hubieran excedido de una sexta parte», explica el historiador.

García-Consuegra habla del «carácter endémico que muchas enfermedades tenían en la localidad y que favoreció la aparición del tercer, cuarto e incluso de un posible quinto brote que enlazaba la presencia del virus de la gripe A (H1N1) -responsable de la pandemia de 1918- con otras cepas menos agresivas de las crisis gripales estacionales».

Como ahora con el coronavirus, el gran número de enfermos desbordó la capacidad de trabajo de los médicos, mientras que los framacéuticos «sufrían trastornos relacionados con las facturas que les adeudaba la hacienda local que, unido a las limitadas reservas de medicamentos, conducía a que los escasos preparados se agotasen vertiginosamente surgiendo entonces problemas de desabastecimiento».

«La pobreza en connivencia con el hambre limitaba los recursos biológicos para poder enfrentarse con mínimas garantías de éxito a cualquier patología; por no mencionar el acceso a los medicamentos que no siempre estaba amparado por la beneficencia municipal y que, como cualquier otro producto, estaba sometido a las leyes de oferta y demanda de los mercados», añade el historiador.

Y no cabe duda de que la situación se vio agravada por «la incapacidad de los responsables políticos y sanitarios para minimizar los efectos de una amenaza que ponía una vez más al descubierto las carencias de un estado caciquil y la falta total de previsión para proteger a un pueblo en permanente estado de crisis, especialmente agónica en los sectores más débiles e indefensos».

Por último, García-Consuegra reseña «la impresionante capacidad de respuesta de esta sociedad maltratada económica y sanitariamente», que en 1919 registró un aumento de la natalidad del 44,8 por ciento. En consecuencia, «la reducción de la mortalidad infantil y el aumento de la esperanza de vida se tradujeron en la disminución de la mortalidad general y de la natalidad, lo que supuso el inicio de un largo camino hacia la modernidad demográfica que culminó ya en las décadas finales del siglo XX».

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