Cuenca

Judith Jáuregui defiende el «camino espiritual» de la música clásica

La pianista vasca ha actuado como una de las invitadas del ‘Ciclo de Adviento’ de la Semana de Música Religiosa de Cuenca

La pianista Judith Jáuregui ABC
Francisca Ramírez

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Aplaudida como artista de refinamiento expresivo, pulsación luminosa y gran personalidad, Judith Jáuregui (San Sebastián, 1985) es una de las pianistas más cautivadoras del momento que ha llegado a Cuenca para participar del primer ‘Ciclo de Adviento’ de la Semana de Música Religiosa de Cuenca , con un recital en los que los maestros clásicos volverán a escucharse. Pero también ha servido de homenaje a aquellas personas que hicieron posible que desde los ocho años ella se subiera a un escenario, como fue el caso de su profesor Laurentino Gómez. Sólo la pandemia del coronavirus logró alejarla de los teatros, aunque desde el año pasado ha vuelto con más fuerza para recorrer el mundo con su música.

En esta entrevista con ABC reconoce su «amor y complicidad» con Castilla-La Mancha , región a la que llegó en 2007 cuando ganó el Concurso Nacional de Piano, uno de los de mayor repercusión. Lo consiguió justo antes de regresar de nuevo a España tras recorrer países como Alemania, donde estudió bajo la tutela del maestro ruso Vadim Suchanov. «Tras mi estancia fuera de España regresé a este camino en el que llevo 14 años. Pasaron cosas muy bonitas en Albacete», confiesa.

Al hablar del recital que ha ofrecido en la iglesia San Andrés, en el marco del ‘Ciclo de Adviento’ de la Semana de Música Religiosa , Judith Jáuregui no duda en definirlo como un «festival histórico y uno de los más reconocidos a nivel nacional . Me hace mucha ilusión porque es un certamen muy arraigado entre el público y que forma parte de la sangre de la ciudad», repite la pianista, hija de madre vasca y padre mexicano de nacimiento y francés de adopción.

Respecto al repertorio que ofrecerá en Cuenca, ella habla que el público va a escuchar a través del teclado obras de Brahms, Chopin, Mompou y Grieg. Composiciones que exploran el alma y la espiritualidad para llegar a la experiencia mística creada por la belleza de una pianista que ha recorrido este verano Francia, Colombia y diversas ciudades españolas.

La música y la fe

Judith considera que es positivo que se organice este ciclo que une la Semana Santa con la música. «Creo que es muy positivo para los creyentes porque la música es siempre un sentimiento de espiritualidad que nos genera a todos una emoción muy profunda», afirma, para inicidir en que hay muchos autores que han dedicado su obra a buscar esa conexión entre la fe y Dios, «y eso es una gran idea», matiza.

Además, defiende que la música clásica, que hace cuatro siglos entraba en todos los hogares ha sufrido una pérdida de público, debido a la popularidad que han ganado otros géneros. Sin embargo, insiste en que en este género están presentes el Bárroco, el Clasicismo, el Romanticismo, el Impresionismo y la música del siglo XX. «Afortundamente sigue habiendo un circuito, porque este género forma parte del ADN de la historia musical. Sigue y va a continuar en pie», remarca este mujer, que impresiona por la madurez de su expresión.

Ahora se ha tomado —reconoce— un tiempo de reflexión para pensar sobre sus próximos proyectos discográficos. «Estoy en un tiempo de reflexión y dejando ver qué oportunidades me trae la vida. Después de seis discos, en diez años, que ya es bastante, he querido tomarme una pausa para respirar y ver que sale de ahí», dice esta artista que apuesta por que se incluya la música en la educación desde la niñez. «La música nos abre el sistema emocional y, por cierto, nos convierte en personas sensibles y con empatía. Está comprobado que la música ordena parte del cerebro», concluye.

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