NOHEDA (CUENCA)
¿Qué se comía en los banquetes de una villa romana del siglo IV d.C.?
La reconstrucción virtual con georrádar de la villa romana de Noheda -conocida como la «Pompeya» española- estará finalizada entre 2020 y 2021
El yacimiento de la villa romana de Noheda —en Villar de Domingo García (Cuenca) y a unos 26 kilómetros al norte la capital conquense— no deja de sorprender a los amantes de la arqueología y de la historia. Declarada Bien de Interés Cultural en 2011 y conocida como la «Pompeya española» , es una muestra de la ostentación de la élite del Imperio Romano con exclusivos mosaicos y esculturas. Es decir, puro lujo de la aristocracia de finales del siglo IV, durante la época del emperador Teodosio (379-395 d.C.), que además era hispano.
Aún se desconoce el nombre de los propietarios o «dominus» de esta villa, pero lo que ya sí se sabe es lo que comían en Noheda. Las últimas analíticas sobre la fauna, la antropología y la palinología —estudio de las semillas— están permitiendo recomponer la dieta de los habitantes de este lugar, sacando a la luz la alimentación que tenían y qué animales cazaban.
Así lo explica a ABC el director de las excavaciones, Miguel Ángel Valero , quien señala que, al mismo tiempo, los estudios palinológicos están permitiendo también recomponer el paisaje de la zona y del uso de la villa en las diferentes etapas históricas. A su juicio, «esto es algo muy interesante, ya que hasta ahora este tipo de estudios se aplicaba más a la Prehistoria, pero ahora se están haciendo también para periodos posteriores».
En los vertederos de la parte noble de la villa romana han aparecido restos, en su gran mayoría, de carne de caza, de cordero y ostras de río. «Es decir, una dieta alimenticia completa y variada que hablan del alto nivel adquisitivo de los propietarios en su época de esplendor, a finales del siglo IV d.C.», afirma el arqueólogo.
Todos estos alimentos serían la base de los platos que el «dominus» o señor de la villa servía en los banquetes que organizaba para agasajar a sus invitados, con un gran número de asados con carnes de animales jóvenes de la zona. Además, subraya Valero, «la carne de caza de esta primera fase de ocupación era conseguida mediante la práctica de este deporte, y no por necesidad, como sucedería después».
Sin embargo, el doctor y profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha indica que la alimentación cambió en la época tardorromana, ya durante la etapa de reutilización de la villa de Noheda, cuando se dio una ocupación residual del complejo. Así, se han encontrado restos de una especie de guisos elaborados con carne de caza, pero mezclada también con la de caballo y buey, animales de tiro que, después de ser usados para las labores agrícolas, entraron a forma parte de la dieta de sus habitantes.
Ello demostraría, en su opinión, la pauperización de la población después de la época de esplendor de la villa, ya que esas carnes de caballo o buey eran más duras, al tratarse de animales viejos que eran reaprovechados porque no servían para trabajar en el campo. «Con ello lo que hacían era cocinar una especie de papilla con un aporte calórico brutal, que puede que fuera lo que necesitaban los pobladores de Noheda. Quizá —apunta Valero— pueda ser un antecedente del morteruelo (famoso plato conquense)».
Otras novedades
Por otro lado, otra de las novedades de los trabajos arqueológicos que se están desarrollando en el yacimiento de Noheda tiene que ver con las piedras y las teselas de pasta vítrea de los mosaicos aparecidos en él. El objetivo de estos análisis es conocer el origen del material y el itinerario que siguió hasta llegar a la villa romana. En este sentido, las primeras conclusiones obtenidas por los arqueólogos hablan de que el posible origen de esas teselas nos llevarían hasta canteras de la zona de Egipto.
Paralelamente, se están haciendo estudios con georrádar que están ayudando mucho para saber más de la planimetría del yacimiento sin necesidad de excavarla. Con todos los datos recabados, se va a poder hacer una reconstrucción virtual y la realidad aumentada de la villa romana de Noheda, un proyecto que entre 2020 y 2021 estará finalizada.
Entre esos espacios que se van a poder recomponer gracias a trabajos, se encuentra el famoso «triclinium» (salón de estar o comedor), un espacio enorme de unos 800 metros cuadrados —el segundo más grande encontrado en el Imperio Romano— donde aparecieron los impresionantes mosaicos de finales del siglo IV d.C. Este lugar sería precisamente donde el «dominus» de la villa celebraría sus opíparos banquetes.
El director de las excavaciones espera nuevos hallazgos porque sólo se ha desenterrado poco más de un 5% del total y falta resolver uno de los misterios: ¿Por qué la villa está allí? Valero cree que «esta zona es una gran desconocida», además de ser una de las más castigadas por la despoblación, a la que él compara por su belleza con La Toscana italiana. Y prueba de la importancia que tuvo Noheda es que se situaba en un punto intermedio entre tres grandes ciudades de esta zona de Hispania, como eran Complutum, Saguntum y Segóbriga.
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