«Buscamos nuevos públicos pero sin olvidar el antiguo patrimonio musical religioso»
Entrevista con Cristóbal Soler, director de la Semana de Música Religiosa de Cuenca
El director de orquesta Cristóbal Soler (Alcácer, Valencia, 1967) preside desde finales de 2016 la Semana de Música Religiosa (SMR) de Cuenca. Como máximo responsable, es el encargado de reflejar en la programación todo su bagaje musical, que comenzó con una formación que contó con el apoyo de sus padres y sus maestros, llegando a convertirse en uno de los grandes músicos de su generación. Esos conocimientos, adquiridos en Viena y otro países de la mano de grandes maestros, forman parte ahora de sus prioridades, con las que quiere captar nuevos públicos, pero manteniendo siempre la tradición de muchos siglos de patrimonio musical religioso.
¿Qué destacaría de la programación de la Semana de Música Religiosa de Cuenca para este año?
El año pasado, el gran protagonista fue el barroco. Este año va a tener cabida el repertorio del siglo XX. Se rendirá homenaje al gran compositor Arvo Pärt, máximo representante del minimalismo sacro, y a otros coetáneos afines, como Weinberg, Kancheli y Shostakovich. También se podrá escuchar a la generación posterior, con la presencia de Richard Dünser y Alexandr Radvilovich. Es música espiritual, en el sentido más noble y amplio del término, que invita a reflexionar sobre la condición humana. Sin olvidar el estreno absoluto de la SMR, que estará a cargo de Fabián Panisello con su obra «Meister Eckhart: Mystical Song».
¿Incluyen el barroco?
Mi deseo es poder programar siempre una gran obra de Johann Sebastian Bach. Este año se podrá escuchar la infrecuente «Markus Passion, BWV 247», lo que, a priori, ya constituye un acontecimiento musical. Además, habrá un recital de partitas y sonatas, así como un concierto que analiza la influencia francesa del gran genio de Eisenach. Escucharemos un recital de arias de oratorios de Scarlatti y Caldara, y el Stabat Mater de Vivaldi. Y, entre los siglos XVIII, XX y XXI, acogeremos la gran «Missa Solemnis» de Beethoven, una de las obras más majestuosas de la historia musical de Occidente.
¿Habrá nuevos intérpretes?
En primer lugar, la presencia del gran violinista Gidon Kremer, que presenta a su «Kremerata Báltica», que fundó hace 20 años y está formada por jóvenes de los países bálticos. Interpretarán dos programas del siglo XX muy unidos a su sensibilidad y compromiso estético. También destaca la presencia de la Orquestra Metropolitana de Lisboa, con la «Missa de Beethoven», a cargo del Coro de RTVE.
¿Va dirigida la programación a todo tipo de público?
Es uno de nuestros objetivos. Deseamos cuidar, formar y captar nuevos públicos: con una programación variada en estéticas y formaciones, sin olvidar los programas pedagógicos y sociales, así como la presentación de ensayos abiertos al público, clases magistrales y conferencias-coloquio sobre los repertorios programados, con la finalidad de dar claves para un mejor disfrute y comprensión de los conciertos.
¿Cree que la SMR ha conseguido mantener la tradición con lo novedoso? ¿Cómo se consigue?
El festival pivota entre la tradición de muchos siglos de patrimonio musical religioso y el firme compromiso con la vanguardia y la nueva creación. De hecho, desde 1962 hemos acudido al estreno absoluto de casi 60 nuevas obras de grandes compositores españoles. Además, la constante recuperación de repertorio infrecuente y del patrimonio musical español, con especial atención a los maestros de las catedrales de Castilla–La Mancha. Conviene seleccionar de modo armónico todas estas líneas de trabajo para presentar una programación equilibrada.
¿Qué novedades hay este año?
Novedades, en sentido estricto, son todos los estrenos que presentamos; siete en total, si sumamos al encargo anual, en manos de Fabián Panisello, las nuevas obras de los seis jóvenes compositores del Taller Contemporáneo. Sin dejar de lado el recital del trompetista Manuel Blanco en el estreno absoluto del compositor y organista que lo acompaña, Pablo Márquez Caraballo, con su obra «Hunc praeclarum calicem». Pero, en un sentido más laxo, novedades son también las obras contemporáneas que rara vez se pueden escuchar en las salas de conciertos, o la recuperación de piezas antiguas.
¿Se va a presentar una guía dirigida al público joven?
Siempre atenderemos las necesidades del público del mañana, con programas pedagógicos y con la elaboración de guías didácticas, a cargo de un grupo de especialistas. El pasado año fue la producción de la ópera de Britten, «El pequeño deshollinador». Este año es un concierto escenificado, que presenta obras clásicas, con piezas de Beethoven, Haydn y Mozart.
¿Cree usted que los grandes compositores están presentes en la SMR?
Hay que tener en cuenta las limitaciones, más allá de las económicas, que suponen los espacios. Si me apura, echaré siempre de menos una Segunda o una Octava de Mahler, o unos Gurrelieder de Schönberg, de amplísimas proporciones difícilmente acoplables en estos escenarios. En todo caso, la falta de posibles nombres se irá solucionando en futuras ediciones, con propuestas que contribuyan a enriquecer la historia del festival.
¿Qué no se puede perder el público que asista a la SMR?
Esta edición consta de doce conciertos, aglutinados en los diferentes apartados que vertebran la SMR: la Semana de Pasión, la SMR-Antigua, la SMR-Contemporánea y la SMR-Pedagógica y Cercana. Todos los conciertos están escogidos con gran cuidado y me parecen una cita obligada para todo melómano y amante de esta música.
El consejero de Cultura, Ángel Felpeto, hablaba de que este año quedarán saneadas las cuentas de la SMR. ¿A cuánto ascendía la deuda?
Arrastraba una deuda en torno a los 700.000 euros que al finalizar esta edición quedará reducida al mínimo.