Historias de la Corona

Los goyas robados del Palacio Real que hoy siguen en museos extranjeros

En 1869 alguien aprovechó el desorden de la Revolución para sustraer seis cartones que acabaron vendiéndose fuera de España y solo tres se recuperaron

Cartón de «El balancín», de Goya, que fue robado del Palacio Real en 1896 y acabó en el Museo de Arte de Filadelfia ABC

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En septiembre de 1868 estalló la Revolución, la Reina Isabel II partió al exilio y un deseo de destruir todo lo anterior se fue extendiendo por las ciudades españolas. En pleno desorden revolucionario, seis cartones de Goya desaparecieron del Palacio Real y, en enero de 1870 la Gaceta de Madrid dio la voz de alarma y pidió ayuda a los ciudadanos para tratar de localizar las obras.

En el anuncio se describía cada uno de los cartones robados por su tamaño y contenido. Se trataba de «El médico», «Los niños del carretón», «El balancín», «El majo de la guitarra», «Perros en traílla» y «Las gigantillas».

«Las gigantillas», recuperado en 1913 cuando iba a ser subastado en París Museo del Prado

Veinte días después, la prensa ya recogía la noticia de que al menos uno de los cartones de Goya había sido vendido en Francia y que el ministro de Asuntos Exteriores (llamado entonces de Estado) había recibido instrucciones para que tratara de recuperarlo.

Sin embargo, nada volvió a saberse de los valiosos cartones de Goya hasta junio de 1913, cuando llegaron noticias a Madrid de una subasta de arte que iba a celebrarse en París en la galería del financiero húngaro Marczell Nemes, que subastaba más de cien obras, entre ellas trece grecos y cuatro goyas. La subasta llamó la atención de otro gran coleccionista, José Lázaro Galdiano , que además era patrono del Museo del Prado y se encontraba esos días en la capital francesa. Galdiano ojeó el catálogo y descubrió que una de las obras que se vendía era el cartón de Goya «Las gigantillas», aunque allí figuraba con otro nombre para despistar («Los niños juegan a cargarse»).

Tras visitar la exposición y cerciorarse de que se trataba de uno de los cartones robados, advirtió al embajador de España en Francia , el marqués de Villa Urrutia, quien comunicó los hechos al Ministerio de Exteriores (Estado), y éste le ordenó interponer el embargo. Al final, la devolución se formalizó como un regalo del barón de Herzog a Alfonso XIII , quien cedió el cartón en depósito al Museo del Prado.

Para entonces, otros dos cartones robados habían regresado a la pinacoteca, pero hubo que esperar hasta 1928 para que el historiador de arte Enrique Lafuente Ferrari los relacionara con el lote sustraído 50 años antes en el Palacio Real. Ambos cartones habían sido encontrados en París en 1895 por el pintor Raimundo de Madrazo , quien los adquirió y los donó al Museo del Prado, sin que se supiera su origen. Se trataban de «El majo de la guitarra» y «Perros en traílla».

Sin embargo, los otros tres cartones robados nunca se pudieron recuperar y hoy se exhiben en museos extranjeros. Son «Los niños del carretón», en el Museo de Arte de Toledo de Ohio; «El médico», en la Galería Nacional de Escocia, en Edimburgo, y «El balancín» en el Museo de Arte de Filadelfia.

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