INMIGRACIÓN
El tormentoso viaje de Mamadou, con 13 años y solo en una patera sin combustible en el Atlántico
Fue rescatado en 2015 de una patera sin combustible y que ya se hundía con hasta tres vías de agua, «la gente gritaba desesperada, no pensé que sobreviviría»
El Hierro, la isla de las pateras fantasmas
Un único superviviente, solo y agarrado a un bidón, en una nueva tragedia en la Ruta Canaria

Mamadou Keita tenía solo 13 años cuando salió de Guinea para buscar una vida mejor en Europa, en un viaje tormentoso que le llevó a cruzar cuatro fronteras, un desierto y el océano, en la ruta más mortífera del continente. Fue rescatado en ... 2015 de una patera sin combustible y que ya se hundía con hasta tres vías de agua. Ese día volvió a nacer. «En ese momento era pequeño y no era consciente de que podía haber muerto varias veces en el viaje, estoy vivo porque tuve mucha suerte».
Hoy Mamadou está estudiando segundo de Magisterio en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y se confiesa «un canario más». Quiere dedicarse a la educación primaria y ser «profe» en Canarias, aunque no descarta volver en algún momento a Guinea y formar a los niños de su tierra. Él es el ejemplo del 'sueño guineano', ese deseo casi utópico de los africanos que buscan una vida mejor en occidente. Por el camino se encontró con gente mala y peligrosa, también con gente que le tendió una mano, y sobre todo con un equipo de educadores y voluntarios que le abrió las puertas a una nueva vida.
Mamadou sentía que en su Guinea natal no tenía el futuro que quería, era un niño que no jugaba y que ya con 13 años era más adulto que adolescente. Estudiaba, pero sabía que sus posibilidades en su región serían muy limitadas. Con ambición, valentía y una idea casi suicida que le rondaba en la cabeza, un día hizo sus tareas, empacó unas pocas cosas y se fue de casa de espaldas a sus padres. Cuando llegó a Mali les contó sus planes, pero ya había dado el paso y no había vuelta atrás.
Tenía 13 años pero «ya había decidido buscar un nuevo futuro fuera de mi país, buscar otra alternativa y tratar de llegar a Europa», confiesa que no fue una decisión nada fácil, «era dejar todo lo que conocía y emprender un viaje del que no sabes si tendrás éxito o no». Ahora echa la vista atrás y es consciente del peligro, »en aquel momento con 13 años no tenía en cuenta todos los riesgos», algo que hoy agradece porque de conocerlos quizás se lo hubiese pensado mejor.
Cruzar cuatro fronteras, «era o eso o nada»
El primer paso era lograr salir del país a escondidas, porque sabía que sus familiares y conocidos tratarían de retenerle. «Tuve que pagar a mucha gente para pasar de un territorio a otro». Al llegar a Mali se puso a trabajar, algo que siendo un menor sin documentación no es tan fácil. «Estos viajes se pagan con dinero y yo no podía permitirme llegar a Argelia». De freganchín, en la construcción o en los campos de sandía, cualquier trabajo valía para lograr algo de dinero y cumplir su ambicioso objetivo. »Cuando no tenía trabajo dormía en la calle y al día siguiente volvía a intentarlo».
Esto era solo el principio, Mamadou no era consciente de cuánto más se complicaría el viaje. De Mali a Argelia «cruzamos el desierto, a veces caminando y si teníamos suerte en algún camión de los que transportan camellos que te acercan un poco en la ruta». Estos camiones de animales le ayudaron a soportar la ruta por el inhóspito desierto, «lo intentaba por donde podía, al ser menor y no tener documentación tenia que pasar de país de manera ilegal», porque de lo contrario «me podían detener». Este reto era nuevo para Mamadou pero es algo habitual en el país. «Mucha gente que conocía habían salido de esta forma, lo que no te cuentan es lo que pasa durante el viaje».
En Argelia trabajar no era tan sencillo, «ganar algo de dinero no era fácil y si no lo encontraba no podía ni comer», fue un momento duro »me vi con las manos vacías muchas veces, recuerda para ABC «yo ponía todo el empeño posible porque era o eso o nada». En Argelia pasó7 meses, «me estanqué, no encontraba trabajo». Cuando tuvo lo suficiente ahorrado se propuso a pasar a Marruecos y de ahí a Europa. este era uno de los pasos más complicados y con más posibilidades de perder la vida en el intento.

«Si te ven, te pegan hasta matarte»
De Argelia a Marruecos el paso no es tan sencillo, pero no es por el desierto o por las condiciones meteorológicas, sino por algo más. «Hay personas que se encargan de pasar a la gente allí« porque «si te pillan en la frontera te pegan hasta matarte», le ha pasado a mucha gente, afirma. En Marruecos «no se puede confiar en los guardias» y depende de la persona que te ayude a evitarlos «te cuesta un dinero u otro». Además, «pagar no te garantiza cruzar, te pueden pillar igual y es fácil caer en una trampa».
Esta fue otra de las veces en las que Mamadou tuvo suerte. «Tuvimos que cruzar un pozo de tres metros, saltar una valla, era una tensión horrible porque éramos conscientes de que ese paso era a vida o muerte». En Marruecos, tras tres meses, «la situación me superó», confiesa, no hay mucho trabajo hay mucho inmigrante estancado». Su idea seguía siendo firme.
En ese momento tuvo que pedir ayuda, llamó a su familia y les preguntó si podían ayudarle económicamente. «Mi padre que es mecánico, por poner un ejemplo, no llega a cobrar los 200 euros al mes» y un barco para salir de Marruecos a Europa «costaba 5.000 euros». Mamadou afirma que «yo en mi vida he visto tanto dinero junto», porque en su país, con salarios bajos, «la gente no ahorra, vive al día».
Un día le llamó su madre, a través de redes habían encontrado un barco grande (mercante o similar) que no era tan caro». Las indicaciones era ir tal día a tal sitio, y en ese momento conocerían la fecha del embarque. «Nunca supe cuánto dinero pagaron mis padres, pidieron préstamos». El día que les citaron para el embarque se dio cuenta de la realidad, ese supuesto barco grande no era más que una patera.
«Llegué a la costa para embarcar a las 12 de la noche, cuando vi la patera me vine abajo pero ya no hay marcha atrás, o subes o subes». En ese momento muchos como él se plantearon quedarse en tierra »pero tienes una deuda y mis padres habían pedido un préstamo grande, eran muchas decisiones y apenas unos minutos para tomarlas».
«La patera se hundía con tres vías de agua»
No fue solo eso, los patrones de la patera «me lo quitaron todo, me quedé prácticamente en calzoncillos», recuerda, estas mafias »supongo que luego venden nuestras pertenencias, no sé». De noche, cansado y con un frío atroz Mamadou se durmió. »Me desperté porque la gente gritaba desesperada, la patera tenía tres agujeros y estaba entrando agua». No tenían suficiente combustible, la persona que llevaba la patera lo hacía con una brújula y no había hecho la ruta antes, «no hubiésemos aguantado el viaje».
Cuando más desesperada estaba la gente, y «ya pensaba que nos íbamos a morir antes o después« apareció un helicóptero y horas después la salvamar. «Vimos la luz al final del túnel, volvimos a nacer». «No pensé que fuese a sobrevivir y en ese momento te planteas si has tomado la decisión adecuada, mi madre nunca se perdonaría que yo muriese en aquella patera».
«Yo nunca había visto agua o mar donde no se pudiese ver al fondo alguna casa o algún trozo de tierra firme», asegura, «cuando me desperté y me vi en medio del mar tuve muchísimo miedo». Mamadou tuvo mucha suerte, porque aunque era un viaje que ya salió con casi sentencia de muerte fue muy corto.
Cuando llegó la salvamar «volvimos a respirar», y aunque no recuerda en qué puerto desembarcó, ese fue el primer día de su nueva vida. Llamó a su madre y no paraba de llorar, «qué alivio haberlo conseguido, había logrado el objetivo después de un viaje muy largo». No fue fácil adaptarse a un sitio desconocido con otro idioma, pero por su edad fue trasladado a un centro de menores donde vivió hasta los 18 años. Hoy tiene 21.

4.800 kilómetros para cumplir un sueño
«Mi objetivo era empezar a trabajar cuanto antes para poder tener dinero y ayudar a la familia» y «estudiar al principio no era parte del plan». Pronto entendió que era la mejor y la única opción, que le garantizaría un futuro a él y a toda su familia. «Ya en el instituto fui haciendo amigos y le cogí el gusto a estudiar», decidido a «sacar todas las titulaciones que pueda». Tras obtener la mayoría de edad fue trasladado a un piso de emancipación, «tuve tanta suerte, sin duda caí de pie aquí, en un hogar donde la gente se preocupa por ti y te apoyan en tus sueños».
Ese sueño ya está en marcha. Mamadou entró en el proyecto Up2U que ayuda a la integración a personas en riesgo de vulnerabilidad y a través de su pasión al fútbol se hizo un hueco en el equipo. Hoy ya está en camino de cumplir lo que se propuso como estudiante, ahora mismo de segundo de Magisterio en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. «Desde que llegue me gustó la enseñanza y decidí tirar por esa rama», y aunque el plan es quedarse en Canarias no descarta volver a su país y ayudar a los niños de allí. «Mi familia me apoya en todo, no me presionan y saben que la formación es lo primero». Como profesor espera «encontrar un trabajo estable y bueno, y tener dinero y un futuro para mí y para mi familia».
Como asegura, su familia fue la que le enseñó a «no bajar los brazos nunca» y esa ha sido su gasolina para lograr el futuro que deseaba ese niño de 13 años que un día salió de casa con una mochila.
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