Chema Ayaso - Adrede
Todos contra uno
Hubo cierto regustillo de falta de madurez electoral
El pasado martes, el diario digital Canarias En Hora organizó un debate electoral entre los cabezas de lista al Congreso que, según las encuestas, tienen más posibilidades de representar la voz de los canarios en el hemiciclo nacional.
En el escenario, supuestamente dispuestos a contar a los ciudadanos sus propuestas electorales para los próximos cuatro años, de izquierda a derecha según la perspectiva desde las mesas, se colocaron en sus atriles; Saúl Ramírez (Ciudadanos), Sebastián Franquis (PSOE-NC), José Manuel Soria (Partido Popular), Pablo Rodríguez (Coalición Canaria) y Victoria Rosell (Podemos). Todos legítimamente dispuestos a ganar las elecciones para catapultar a sus respectivos líderes hacia la Presidencia del Gobierno. Pero... lo que era de esperar ocurrió.
Desde el primer minuto, empezaron a quedar claras algunas señales de lo que a largo del debate iban ser la constante, el denominador común: la estrategia nada disimulada del «todos contra el PP» que ya se había repetido en otros debates en territorio peninsular, táctica a la que en nuestra particular versión, Coalición Canaria no dudó en sumarse. Circunstancia que suele ocurrir cuando el partido que gobierna presenta en su discurso un balance de resultados, reconocidos positivamente en todo el territorio de la Unión Europea, seguido de sus propuestas electorales de consolidación de esos resultados, mientras que a los aspirantes, unos sin experiencia alguna de gobierno y otros con el lastre de un pasado reciente nefasto para España , lo único que les quedó para contrarrestar fue sumar esfuerzos para afear las políticas que, incluso en sus fueros más internos reconocen porque así lo dicen los datos, han sido las que han servido para sacar a España de la situación en la que se encontraba y detener la inercia de destrucción de empleo en la que desde 2008 estábamos inmersos.
Desafortunadamente, esta fue la dinámica general del debate, salpicada en ocasiones por pequeñas escaramuzas de los partidos emergentes contra el candidato del PSOE-NC (curiosa coalición por cierto) a los que Sebastián Franquis intentó placar limitándose a reprochar al candidato de Ciudadanos que su única propuesta electoral era derrotar al bipartidismo y que más allá de esa idea no había nada.
Mención especial merece la trifulca sutilmente iniciada por la candidata de Podemos para provocar la reacción del principal representante de los populares, que terminó llevando a la arena del debate, desde mi punto de vista de forma totalmente innecesaria, problemas entre ellos (y otros) ocurridos en el pasado que, en modo alguno sirvieron para enriquecer sus intervenciones.
Dentro de esta dinámica y de ese regustillo de falta de madurez electoral que siempre deja el "todos contra uno" que pudimos ver, me llamó especialmente la atención la actitud de doña Victoria Rosell durante todo el debate. Tanto me llamó la atención que cuando al final del mismo escuché a un especialista en leguaje no verbal decir que el conjunto de gestos de la juez en excedencia la mostraban como una mujer amable y serena, busqué un momento para charlar con él y contrastar mis anotaciones al respecto, pues desde mi humilde opinión me pareció apreciar justamente lo contrario . Los gestos de la señora Rosell, por repetidos y ostensibles se hicieron tan presentes que no hacerse eco y no tomar nota para consultar sus significados hubiera sido imperdonable.
Adentrémonos un poco en ellos. Si por una parte sus expresiones verbales dirigidas casi obsesivamente al representante de los populares, estuvieron todas ellas dedicadas a presentarnos una España gris que, literalmente "ha perdido el estado de bienestar de la que gozaba en la etapa del gobierno anterior" (Zapatero), por otra, sus expresiones no verbales y su tono de voz nos mostraron una candidata hastiada, cansada , como si estuviera fuera de su espacio natural, distraída por otras preocupaciones y tal vez por ello más vulnerable de lo que le gustaría.
Una candidata que el 90 por ciento del tiempo estuvo con los dos brazos apoyados con los codos en el atril como desplomada sobre él. En unas ocasiones cruzando ambos brazos y en otras liberando el derecho para apoyar su barbilla en la mano abierta, signos que según los expertos de programación neuro lingüística evidencian inestabilidad y búsqueda de protección el primero y aburrimiento o desinterés el segundo. Parecía dar a entender que ella había ido allí a colocar su versión de los hechos y lo que los demás pudieran estar diciendo le importaba lo justo. En los momentos en los que no intervenía, leyó sus anotaciones en muy pocas ocasiones dejando sin embargo que su mirada recorriera el salón girando su cabeza de lado a lado como buscando una salida . En su descarga he de reconocerle el mérito que sin duda significa estar de pie en esta situación las algo más de dos horas que duró el debate.
Como ocurre en estos casos, al final, cada candidato disponía de un minuto para convencer a los ciudadanos, especialmente a ese porcentaje que todavía hay de indecisos, sobre por qué deberían apoyar a sus respectivas propuestas. En general, en este apartado tampoco hubo grandes sorpresas pues se mantuvo el todos contra uno . La única nota destacable la volvió a dar el leguaje no verbal de doña Victoria Rosell que, mientras a semejanza de su jefe de filas invitaba a sus posibles electores a sonreír, en ocasiones leía en sus papeles el mensaje electoral y en otras, en sus manifestaciones más espontáneas y fuera del guión, su mirada se elevaba hacia lo alto, hacia su hemisferio cerebral derecho que como seguramente todos ustedes saben, registra lo intuitivo, nuestros impulsos creativos y fantasiosos.