El martes 9 de septiembre de comienzos de siglo, la vida de cientos de canarios se vio truncada por la desgracia. Todo comenzó un mes antes. El 10 de agosto, y después de varios aplazamientos, el vapor Valbanera zarpó de Barcelona. Dos días antes, la inspección de inmigración había hecho un exhaustivo reconocimiento de los medios de salvamento del buque.
Los anuncios publicitarios resaltan «el servicio inmejorable» y los precios «altamente económicos» que ofrecía la naviera Pinillos Izquierdo y Cía., propietaria del crucero. Un día después de salir de Barcelona, hizo escala en Valencia, y el día 13 entró en Málaga, donde embarcó un cargamento de aceitunas, frutos secos y vino.
La ruta
Al atardecer de ese mismo día, marchó rumbo a Cádiz y el día 17 arribó a Gran Canaria. Embarcaron 251 pasajeros -otras fuentes cifran que fueron 259-. Al menos diez procedían de Las Palmas de Gran Canaria; 28 de Telde; 13 de Santa Brígida; 23 de la Vega de San Mateo; 18 de Arucas; 27 de Teror; 12 de Valsequillo; ocho de Valleseco y tres de Tejeda.
El 18 de agosto otros 212 nuevos pasajeros subieron a bordo en Santa Cruz de Tenerife. En aguas de la bahía tinerfeña también repostó carbón, agua y víveres frescos. Su llegada a la isla fue anunciada a bombo y platillo.
El periódico tinerfeño «La Prensa» publicó el 24 de junio -más de 15 días antes de su escala- el siguiente anuncio: «El moderno y rápido va por de dos hélices y ocho mil toneladas Valbanera, pasará por este puerto con destino a los de Santiago de Cuba y La Habana en la primera quincena de julio próximo, admitiendo pasajeros y carga, debiendo dirigirse las solicitudes de hueco con la oportunidad debida, al agente de la compañía en esta plaza».
Antes de cruzar el Atlántico, el día 21 del mismo mes, 106 emigrantes más se unieron al pasaje en Santa Cruz de La Palma. Este sería el último puerto de escala del crucero en España, y cuentan las crónicas que al girar la cadena del ancla en el puerto palmero, la perdió. Una señal considerada de mal agüero por los marineros de la época.
La mayoría de los pasajeros eran personas humildes que emigraban en busca de un futuro mejor que no les brindaba Canarias, abrumadas por las dificultades de una época de miseria y escasez. En total, viajaban 1.236 personas, entre pasaje y tripulación.
Podrían viajar entre 1.700 y 2.000 personas, entre pasajeros, tripulantes, polizones y los famosos quintos, es decir, soldados que viajaban identificados con un número. A bordo incluso iba una mujer francesa, pero «el 90% era de origen canario procedentes de todas las islas».
Por delante quedaban múltiples escalas y vicisitudes por el mal tiempo. Eran los tiempos de la desgraciada «gripe española» o «Spanish flea» como la bautizaron los países anglosajones, y en los puertos de destino de los emigrantes españoles, como en los de Cuba, se tomaban medidas sanitarias para evitar la expansión de la epidemia.
La Habana
Tras atracar primero en San Juan de Puerto Rico, el barco se dirigió a Santiago de Cuba, adonde recalaría el 5 de septiembre. Allí se quedaron en tierra 742 afortunados. Entre estos pasajeros, 27 vecinos de Teror. Se despistaron o se fueron a tomar ron y no llegaron a coger el barco. Los emigrantes iban a Cuba a buscar trabajo y eso pudo explicar el desembarco masivo en Santiago de Cuba sin esperar a llegar a su destino final, La Habana.
Las 488 personas restantes que sí embarcaron rumbo al puerto de La Habana jamás volverían a tierra. El 9 de septiembre, el capitán del Valbanera solicitaba la entrada a La Habana, pero la respuesta que recibió fue que estaba cerrado por un ciclón. El trasantlántico se fue a pique en medio del viento huracanado a una velocidad que aún hoy sigue siendo un enigma.
Florida
De hecho, se cerraron todos los portillos de temporal -ventanas-, a excepción de uno. Tras maniobrar, el buque embarrancó en las arenas movedizas de la costa cubana, en una zona muy próxima a Florida. Zozobró y se escoró sobre el costado de estribor y fue cubierto por las olas embravecidas. El hundimiento fue cuestión de minutos.
Perecieron todos. Al menos 408 eran canarios. Al día siguiente, el 10 de septiembre, no se halló rastro del crucero ni de los viajeros. Y no fue hasta el día 23 cuando se supo en Canarias que estaba hundido. El día 20 de ese mismo mes, transcurridos diez desde la desaparición, el periódico «Diario de Las Palmas» publicó un comunicado en los siguientes términos: «El vapor Valbanera, ¿perdido?. De Cádiz comunican que allí circulan insistentes rumores de que el vapor Valbanera de la Compañía Pinillos naufragó en la travesía de Puerto Rico a La Habana. La ansiedad es muy grande por conocer noticias. Se recuerda que el Valbanera no traía en este viaje ni al capitán ni al médico que llevaba cuando trajo en julio pasado los enfermos de gripe. Hacemos votos por que no se confirme la fatal noticia». El 22 de septiembre, un telegrama recibido en Tenerife procedente de La Habana desmentía la desaparición del barco. Pero antes de cerrar la edición confirmaba su pérdida y que a unas 30 millas de Cayo Hueso un grupo de buzos lo había localizado. Añadía: «No hay vestigio de sus 400 pasajeros».
El Valbanera era un crucero en el que también viajaban clientes VIP. En la zona de emigrantes se servía el llamado «menú de emigrante» que consistía en una comida al día. En estancias separadas estaban los pasajeros más adinerados que difrutaban de suculentos menús en sus propios comedores y cubiertas engalanadas.