Antonio Salazar - Impertinencias liberales
Mercado y cultura
Nuestros actos desencadenan consecuencias que debemos afrontar y no abandonarnos ante un estado niñera
La reciente polémica por la actuación de un joven en Santa Cruz de Tenerife , parece que se trata de alguien que ha logrado reconocimiento entre los más pequeños por salir en el youtube, quizás merece una reflexión alejada de lo que, con las prisas, se ha vivido en la última semana. Empiezan a ser frecuentes estas airadas reacciones , no hay más que recordar la que se lió en Madrid por el asunto de los titiriteros.
El asunto no habría pasado de anécdota si no se hubiese intentado armar jaleo en torno a él, hoy el éxito es fruto de la capacidad para escandalizar . Las redes están llenas de estos espectáculos por más que a algunos nos pueda sorprender que un recital de palabrotas, actos soeces o ideas provocadoras y desagradables puedan contar con tan amplio seguimiento.
Pero, al tiempo, nadie nos obliga a seguirlas, asistir o compartirlas y habría que respetarlas encuadrándolas en un sentido generoso de la libertad. ¿Acaso tendría sentido considerar libertad solo aquello que nos agrade o complazca? Es evidente que no, precisamente lo que nos disgusta nos pone a prueba y es donde mejor observamos nuestra capacidad de tolerancia. Podemos no entender las razones de los demás para asistir a estos espectáculos pero eso no es motivo para que intentemos impedirlo.
Tampoco cabe alegar desconocimiento, hoy casi todo lo que necesitamos saber lo encontramos a golpe de click. Solo un padre desocupado puede ignorar la calidad del “artista” y, por tanto, no cabe desviar responsabilidad a terceros por lo que solo a él incumbe. Nuestros actos desencadenan consecuencias que debemos afrontar, no sucumbir a la idea de abandonarnos ante un estado niñera que decida por nosotros lo que debemos o no ver. Básicamente porque no deberíamos confiar demasiado en la propia administración, responsable último del desaguisado del Guimerá.
El Ayuntamiento organiza una jornada (una más) sobre tecnología a mayor gloria de nuestra impagable, sobre todo impagable, clase política (memorable ese momento en que el alcalde, sosias de Steve Jobs, se dirige al público presente animándolos a que sueñen en grande: él, que no ha hecho otra cosa que abrevar en los presupuestos públicos desde que era todavía un estudiante). Para concluir el evento, contratan al tipo que nos hemos negado a citar. Todo con dinero público.
Aquellos padres que consientan que sus hijos vean este tipo de espectáculo serán los llamados a su financiación, vía precio de entradas, pero no existe razón alguna para que quienes se vean agredidos por estos espectáculos sean los que, encima, deban financiarlo vía impuestos . Y es que sí, mejor el mercado que un concejal para decidir que es lo que debe verse en nuestras ciudades.