Santiago Díaz Bravo - Confieso que he pensado

Mentiras de pago

El quiero y no puedo del presidente canario es a un tiempo una muestra de vanidad paleta y de provincianismo exacerbado

Santiago Díaz Bravo

Seve Gat es una joven keniata que ha saltado a la fama en los últimos días debido a sus delirantes montajes fotográficos. Aunque de una forma un tanto burda, la informática le ha permitido simular que ha visitado medio mundo y aparecer fotografiada en algunos de los parajes más conocidos del planeta. Dicho de un modo más sencillo: lo que la realidad le negaba, ella misma se lo ha fabricado . Pues bien, Canarias cuenta con su particular Seve Gat, y se trata nada menos que del presidente del Gobierno regional, Fernando Clavijo.

El diario londinense The Guardian, uno de los referentes de la prensa internacional, incluía el pasado miércoles entre sus contenidos digitales una entrevista con el jefe del Ejecutivo canario, pero basta con un somero vistazo a la misma, sin necesidad siquiera de contar con un elevado conocimiento de la lengua de Shakespeare, para percatarse de que se trata de una entrevista pagada , es decir, si The Guardian no viene a Clavijo, probablemente porque su interés en él sea nulo, Clavijo va a The Guardian . Resulta suficiente contar con unas cuantas libras en el bolsillo para sufragar tal dispendio, aunque esas libras sean de todos y no exista constancia del interés público de dicho gasto.

«Contenido pagado», reza en una de las esquinas de la página, donde un poco más abajo se aclara que dicho pago ha sido realizado por The Report Company, una empresa dedicada a hacer creer a personas e instituciones que son más importantes de lo que realmente son. Evidentemente, la materialización de la entrevista en la edición impresa ni existe, ni se le espera, y en la edición digital resulta imposible hallarla sin un alma caritativa que nos facilite el enlace. Conclusión: los lectores de The Guardian seguirán sin saber quién es Clavijo , pero su familia y sus amigos se reafirmarán en la idea de que se trata de un tipo majísimo y las redes sociales, esos desagües donde todo vale, bullirán de sorpresa y admiración.

El quiero y no puedo del presidente canario en The Guardian, que en el súmmum del cutrerío periodístico carece de título y ni siquiera aparece firmado por redactor alguno, es a un tiempo una muestra de vanidad paleta y de provincianismo exacerbado, como quien se saca una foto con un famosillo de tres al cuarto y se apresura a subirla al Facebook para que todos puedan pulsar en "me gusta". Se trata, además, de una fórmula electoralmente idónea para aprovechar ese complejo de inferioridad tan propio de estos lares, donde el valor de las cosas se mide dependiendo de lo que digan fuera. Y poco importa que el origen sea mitad tomadura de pelo, mitad prostitución de aquello que antaño se denominaba periodismo.

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