Santiago Díaz Bravo - Confieso que he pensado

La mentira

El problema no es la mentira en sí, sino que se descubra

Santiago Díaz Bravo

La mentira forma parte de la vida igual que el aire y la sangre, la risa y el llanto, el amor y el odio. La mentira es arte porque la literatura es mentira, y mentira es también la pintura. Y qué decir de la música embustera que engaña nuestros oídos. Mentira es el perfume con el que ocultamos las pestilentes secreciones y nos adueñamos del olfato ajeno. Mentira es besar mientras se mira hacia otro lado. Por amor se miente y por odio se miente , porque la mentira es a un tiempo bella y monstruosa, necesaria a veces, cruel llegado el caso, enfermiza cuando la hacemos nuestra a sabiendas de su divorcio de la realidad.

La mentira es un estadio habitual del ser humano cuando el ser humano actúa dentro de unos cauces convencionales, y mentira es asegurar que niños y borrachos dicen la verdad, porque pinochos los hay infantes y mayores, sobrios y ebrios. Y precisamente porque la mentira es parte de la vida , resulta injusto reprocharle al ministro José Manuel Soria que haya recurrido a ella.

El protohombre, el protopolítico, el yerno que tantas suegras hubieran deseado ver sentado a la mesa familiar de los domingos, el huracán de camaradería partidista que primero acompañaba a Rajoy en sus paseos por el sur de Gran Canaria y luego en la capital del Reino, el amante del ordeno y mando porque yo lo valgo y a mí no me tose ni Dios, se ha mostrado ante España como lo que es: un ser humano . Y como tal, un abonado a la mentira.

Pero no nos engañemos: el hecho de que la mentira sea consustancial a la naturaleza, que los camaleones, los cocodrilos o las plantas carnívoras hayan hecho de ella su modus vivendi , no significa que goce siempre de la dispensa del respetable . Y acaso la más significativa de tales excepciones sea la política.

Todo un presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, tuvo que recoger sus bártulos con el rabo entre las piernas por culpa de un burdo embuste . En Alemania dos ministros dimitieron por plagiar tesis doctorales, y en Reino Unido por endosarle una multa de tráfico a la abnegada esposa. Aquí, en casa, Rajoy perdió sus primeras elecciones por una concatenación de inverosímiles invenciones.

Porque el problema no es la mentira en sí, sino que se descubra y que el abismo entre lo ficticio y lo real resulte bochornoso, que quien se postule como defensor de lo público, como tantas veces ha hecho Soria, se revele como el centro de sí mismo y de todo lo que le rodea. En ese caso la mentira se convierte en el inapelable testimonio de la verdad , un accidente de la vida que el genial Bécquer acaso hubiese definido de esta guisa: ¿Qué es mentira? dices mientras clavas/en mi pupila tu pupila azul./¿Qué es mentira? ¿Y tú me lo preguntas?/Mentira... eres tú.

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