Lluvias y sorpresa sureña

Las gotas frías caían sobre las zonas sureñas y cálidas en las que el sol saluda casi siempre; el sonido del aguacero resonaba en un ambiente deseoso y necesitado de agua besando el suelo, la arena y los barrancos. Nos sorprendemos cuando a nuestra puerta toca el asombro debido a las tormentas inesperadas que parecen pintar de gris el azul añil de nuestro constante cielo, pero ese sentimiento de sorpresa se transforma en alivio cuando somos conscientes de que son esas lluvias las que dan vida a la naturaleza reseca que nos acompaña durante el resto de las estaciones .

La sorpresa sureña ha estado en sustituir el calor insaciable de los municipios del sur por un frío húmedo y por unas precipitaciones que limpian los barrancos y navegan hasta caer al infinito por nuestros riscos. Los paraguas se han abierto contentos por poder ser de utilidad unos pocos días y los paseos a la orilla del mar han pasado a ser sustituidos por la soledad de las huellas inundadas de salitre que cada día nacen en la playa y mueren con el oleaje . Las lágrimas dulces abandonan el cielo llenando nuestras presas y decorando el paraíso de tonos cálidos con un paisaje húmedo que alimenta las raíces de una tierra que durante el resto del año abraza al verano eterno.