Chema Ayaso - Adrede
Un godo llamado Monedero
Pablo Iglesias, disfrazado de poli bueno, se ha visto obligado a reactivar el modo radical y populista que hasta ahora había ocultado estratégicamente
JUAN Carlos Monedero, que había declarado que se retiraba de la primera línea del partido del que es ideólogo, se ha confeccionado una agenda de campaña electoral que lo ha traído a nuestro archipiélago, suponemos que con un mandato claro: reenaltecer el espíritu del radicalismo más rancio que últimamente Pablo Iglesias ha preferido disfrazar, por cierto con bastante fracaso en las encuestas, rodeándose de militares reconvertidos convenientemente en pacifistas y de jueces que abandonan la judicatura para dar apoyo partidista a quien defiende con la misma entereza el acercamiento y la liberación de presos de ETA con que decide no formar parte de un pacto de Estado mediante la firma de un documento en contra del terrorismo yihadista.
El cofundador de Podemos llegó a las Islas tras romper su nada creíble puesta en escena de retirarse de la actividad del partido, en esta ocasión para facilitar a su líder el asalto al poder dando así cumplimiento al plan que trazaban con este fin, cuando utilizando a los medios de comunicación montaron la escena del enfado entre líderes, treta digna del patio de recreo de un instituto con la que lo único que consiguieron fue insultar la inteligencia de la mayoría de sus seguidores y la hilaridad del resto de los españoles.
Arrastrando entre otras la estela de haber cobrado en 2013 más de 425.000 euros de los Gobiernos de Bolivia, Nicaragua, Venezuela y Ecuador por trabajos de asesoría para implantar una moneda común y desarrollar la unidad financiera en Latinoamérica, emolumentos de unos servicios prestados tres años antes de su facturación, a través de la empresa Caja de Resistencia Motiva2 Producciones S.L., que para más inri carece de empleados y estructura y de la que el señor Monedero figuraba como administrador único, el podemita llegó a nuestro archipiélago dando lecciones de honestidad y haciendo declaraciones que no alcanzan siquiera la categoría de titular serio, eso sí, muy en su línea de revolucionario trasnochado, mediante las que amenazaba con acabar con los virreyes de Coalición Canaria, como si que los fueron a escucharlo merecieran recibir semejante tratamiento. ¿Y digo yo, nadie previno a este pobre muchacho de que cuando desde la Península nos visita alguien con este aire de conquistador sobrado y chistosillo los canarios nos ponemos automáticamente en formato «godo»? Pues flaco favor.
Sin embargo, de lo que sí parece que lo avisaron sus asesores (o asesoras) fue de que, además de meterse con el partido de los nacionalistas, el frente tradicionalmente más fuerte y al que por lo tanto hay que atacar para poder conseguir el apoyo, por lo menos de algunos medios de comunicación locales, es el Partido Popular y concretamente su presidente regional. Y claro, el podemita, confiado, se lanzó a soltar una serie de improperios contra José Manuel Soria ignorando, por ejemplo, que ha sido precisamente el tener en el Consejo de Ministros un representante canario lo que ha facilitado, entre otros muchos logros, que desde el mismo momento en el que Fernando Clavijo sustituyó a Paulino Rivero , bloqueante natural de cualquier relación con el Gobierno de la Nación, fluyera el entendimiento entre ambas Administraciones –estatal y autonómica–, del que uno de sus más recientes frutos es que el Gobierno de Canarias no tenga que volver a compensar al Estado por el Impuesto sobre el Tráfico de Empresas (ITE), que desde 1993 y con carácter anual el Ministerio de Hacienda restaba a la comunidad autónoma en los presupuestos estatales. Hecho este que permitirá que Canarias disponga de algo más de 160 millones de euros más para los presupuestos del 2016.
Pero bueno, como ya sabemos, de donde no hay, nada se puede sacar, y puestos a tener que remontar los datos que drástica y semanalmente van menguando en las encuestas, Pablo Iglesias, disfrazado de poli bueno, se ha visto obligado a reactivar el modo radical y populista que hasta ahora había ocultado estratégicamente adelantando la salida a la plaza pública de un colaborador necesario como Juan Carlos Monedero en su papel coordinado de poli malo. Todo un despropósito con categoría de teatrillo de plaza de pueblo.